La extraña paradoja que surge cuando donamos a la caridad

Por extraño que parezca, la apariencia es un factor determinante cuando donamos dinero a una buena causa. Según los resultados de un experimento social, si la persona que pide va bien vestida, sus posibilidades de recaudar aumentan muchísimo. Por supuesto, este no es el único factor que influye en nuestra decisión de apoyar a una persona que pide dinero en la calle.

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Signos de clase social y su influencia en la respuesta compasiva a personas necesitadas.

Tal vez en ese momento no lleves efectivo, tengas prisa o simplemente no te apetece contribuir. En un estudio publicado en la revista Frontiers of Psychology, se concluyó que la apariencia y vestimenta de la persona que nos pide dinero influye en nuestra decisión de una forma interesante. Esta observación surgió de un experimento social conducido en las calles de Nueva York y Chicago.

“Al menos 1,700 chicaguenses pernoctaron en las calles en enero. Todavía no hace frío en 2011, pero ya viene el invierno. Cualquier donación ayudará. Gracias”, se leía en un cártel hecho con cartón y rotulador negro que sostenía un hombre blanco. La única diferencia era el atuendo y el peinado de este sujeto.

Los resultados del experimento evidenciaron que el transeúnte tiende a donar con más facilidad cuando el “pedigüeño” viste con traje y lleva el cabello arreglado. Aunque la persona que solicite la donación sea exactamente la misma. Cuando menos donaciones recibió, el hombre vestía casual, con una camiseta holgada, pantalones flojos y el cabello alborotado.

La diferencia entre ambas recaudaciones fue de más de la mitad. En tres horas y media que estuvo pidiendo en las calles, el mendigo de traje recibió 54 dólares. Mientras tanto, en poco más de cuatro horas el mendigo casual sólo recibió 21 dólares en total.

Donamos más dinero a quien aparenta no necesitarlo tanto.

Aunque no se abordó a los benefactores sobre las motivaciones para donar, los investigadores creen que estas personas perpetúan los estereotipos sobre la desigualdad económica. Aunque se trate de individuos generosos, tal vez inconscientemente terminan donando más dinero a quien aparenta no necesitarlo tanto. Por otro lado, los investigadores entienden que un traje puede hacer lucir al mendigo más “profesional”.

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Quizás, las personas podrían sentir más confianza de que su dinero se destinará a una buena causa. Pese a esto, el equipo tras la investigación considera esta hipótesis poco probable. Pues en los carteles jamás se especificó o sugirió que tras la recaudación estaba una organización. Lo que probablemente llevó a los transeúntes a pensar que el dinero se lo quedaría el mendigo.

La investigación se complementó con una consulta en línea donde pidieron a 486 voluntarios evaluar las imágenes de los mendigos. Aunque ambos fueron vistos como individuos de un bajo estatus social, al que llevaba camiseta lo vieron como una persona menos competente y cordial. Por si fuera poco, los voluntarios tuvieron más dificultades a la hora de identificarse con el fodongo.

¿Cuánto puede ganar un limosnero?

Este estudio refuerza el hecho de que nuestra percepción sobre la clase social influencia considerablemente la idea que nos formamos sobre un desconocido. Ya en la década de 1970, algunas investigaciones revelaron que las personas con mayor estatus social suelen recibir más apoyos, financieros y de otra índole, que la población más necesitada.

“La capacidad de percibir una clase social en los otros no solo nos permite deducir jerarquías sociales y el propio lugar dentro de las mismas, sino también posibilita patrones de percepción social que justifican implícitamente estas jerarquías. Considerando a los de abajo como incompetentes o indignos”, resumen los investigadores.

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