Katherine Knight, amor por los cuchillos

La vida de Jhon Price quizá no fue ilustre, pero nos dejó una lección valiosísima: que jamás deberíamos confiar en una mujer con temperamento explosivo cuyo mayor placer en la vida es su colección de cuchillos de carnicero. El pobre de Price aprendía esta horrible lección un 29 de febrero del año 2000, un día en que la policía de Aberdeen, una pequeña localidad en Australia – conocida principalmente por sus mataderos – descubrió su cabeza en una olla, horneada con papas, repollo y calabacitas.

Katherine Knight

Colgada sobre un gancho, como el más terrible de los disfraces de Noche de Brujas, estaba la que había sido su piel, removida de forma tan hábil que apenas unos cuantos trozos de carne se habían quedado en los dedos de los pies, mano y pecho. El tronco totalmente despellejado, los brazos y las piernas estaban dispuestos en el suelo.

Los forenses contabilizaron un total de 37 puñaladas, pero era prácticamente imposible decir si había más gracias a lo poco que restaba del cuello.

Dos platos con estofado de vegetales cocidos combinados con trozos de carne provenientes de los glúteos del hombre habían quedado servidos sobre la cocina. En cada uno de los platos había una toalla de papel. Se habían servido para la cena. Unas tarjetas con los nombres de sus hijastros fueron cuidadosamente dispuestas a un lado de cada plato.

No quedaban dudas. Era una escena real que parecía sacada del más terrible filme de terror. Una película de terror dirigida por su novia, Katherine Mary Knight.

Katherine Knight convicta

Katherine tenía muy mala fama en la pequeña ciudad de mil quinientos habitantes. Antes del crimen, sus violentas rabietas eran toda una leyenda entre los habitantes de Aberdeen.

Todos allí tenían una historia que contar sobre la mujer, cada una más horrible que la anterior. “Recuerdo cierta vez que dejó a su bebé sobre las vías del tren”, “aquella ocasión en que degolló al perro de su enamorado” o “cuando golpeó en la cabeza a su pareja con una barra metálica”.

En el año 2000, Katherine tenía 45 años y cuatro hijos de padres diferentes. Los hombres que escaparon de sus redes mortales recuerdan la suerte que tuvieron al logar librarse de aquella relación enfermiza.

Se puede afirmar que la mujer que se hizo famosa por desmembrar a su último amante nació para derramar sangre. Hija de un carnicero, Katherine y su hermana Joy presenciaron desde muy temprana edad borracheras, episodios de violencia y un suicidio.

Katherine siempre aseguró que había sido ultrajada por sus medios hermanos, pero los psiquiatras que la evaluaron tras su horrible crimen tuvieron ciertas dudas. En la educación media, era muy conocida por los gritos y las peleas sangrientas que protagonizaba con su hermana en la escuela. Era peleonera, violenta y todos sabían que no era bueno aborrecerla. Abandonó los estudios y, a los 16 años, consiguió un trabajo en un matadero. El trabajo le vino como anillo al dedo y, en uno de los episodios más felices de su vida, recibió su propio kit de cuchillos.

En 1975 se casó con un empleado del matadero, un hombre llamado David Kellet. El matrimonio empezó con el pie izquierdo, cuando Katherine intentó estrangular a su esposo en la noche de bodas por no aprobar su desempeño en la cama. Dos años después la pareja traía al mundo a una niña, Melissa. Ese mismo año Katherine fue a prisión por cortarle el rostro a una adolescente de 16 años. Cansado de los arranques de rabia de su mujer, Kellet se fue con otra joven. La despreciada Katherine corrió por toda la ciudad gritando barbaridades y arrojó a su bebé a las vías del tren. La rápida intervención de un anciano de la localidad evitó que la niña fuera aplastada. La policía acudió al lugar y Katherine apuñaló a un agente, pero escapó al castigo por qué “sólo era Katherine”, es decir, se escudaba en su aparente locura.

Katherine Knight y su hija

Pero sí la enviaron a un hospital donde le diagnosticaron una depresión postparto y simplemente le dieron algunos medicamentos para tranquilizar su mal humor. Volvió a vivir a la casa materna y aceptó a Kellet nuevamente. El hombre entró en depresión por la falta de su hija y decidió regresar. La pareja tuvo otro hijo y se separaban de vez en cuando hasta el año de 1986, año en que Katherine se enamoró de Dave Saunders, un expiloto de carreras que trabajaba en una mina del lugar. Como un hombre simple que amaba a los perros, las bebidas y la fiesta, Saunders también disfrutaba del sexo salvaje con su nueva amante. De esta relación resultó un hijo, pero Saunders muy pronto se dio cuenta que la vida al lado de la rubia podría ser muy peligrosa.

Durante una pelea, Katherine mató al perro de Saunders. En otro episodio, cuando el hombre llegó muy tarde a casa después de una noche con sus amigos, fue recibido a punta de tijeras y golpes de barras metálicas. Tuvieron que internarlo en el hospital durante tres días. En 1990 Saunders la abandonó y Katherine fue internada. En mayo de ese mismo año la mujer inició una relación con un matador de vacas alcohólico llamado John Chillingworth, el padre de su cuarto hijo. La pareja se mantuvo unida durante cuatro años hasta que cupido decidió volver a disparar al corazón de Katherine. Sí, el suertudo fue nuestro John Charles Thomas Price, un hombre soltero y padre de tres hijos.

Jhon Price

Durante un lustro la pareja vivió una relación tempestuosa, tanto en privado como en público. Katherine golpeaba a John a la menor provocación. Días antes de morir, Price se despertó con Knight encima de él, armada con un cuchillo. Ambos planeaban separarse, pero ella quería que el esposo le dejara la casa. El hombre rechazó la petición y tramitó con la justicia una orden que impedía a Knight acercarse a él o a cualquier de sus tres hijos. Antes de salir de su trabajo el 29 de febrero del año 2000, Price le dijo a sus compañeros que si no volvía al trabajo al día siguiente era porque Katherine lo había asesinado. Jamás regresó.

Horas después la policía descubría su cuerpo – despellejado, decapitado y parcialmente horneado, con trozos de su cadáver mezclado con vegetales servidos para una cena que Katherine Knight había preparado para sus hijos, al más puro estilo de Hannibal Lecter.

asesina

La noche anterior, Knight recurría a la misma táctica de las viudas negras para cortar la vida de su pareja. Después de ver la película Star Trek – vestida con una nueva y sensual lencería – la mujer lo llevó a la cama. Tras tener sexo, Price se quedó dormido. Fue entonces que Katherine se dirigió a la cocina para elegir los cuchillos de carnicero que usaría para preparar su platillo. Lo apuñaló 37 veces, le retiró la piel y la colgó en un gancho para carne en la sala de estar. Después cortó su cabeza y la colocó en una olla en el horno. Katherine le cortó los glúteos y los cocinó, preparándolos y sirviéndolos con vegetales y salsa para sus hijos.

Totalmente borracha, la mujer todavía estaba en casa cuando llegó la policía. Los platos ya se habían servido, simplemente esperaban la llegada de sus hijos. Katherine confesó y declaró su culpabilidad en el asesinato. La mujer fue condenada a cadena perpetua, la primera mujer en la historia de Australia en recibir este castigo.

En el año 2006 apeló la sentencia, argumentando que había sido muy dura. El juez no lo vio de esta forma. “Este fue un crimen terrible, imposible de imaginar en una sociedad civilizada”, escribió.

Katherine Knight asesina

Para el bien de su descendencia, amigos y cualquiera que pudiera entrar en contacto con Katherine cuando tuviera un episodio de ira y un cuchillo a la mano, el juez decidió mantenerla tras las rejas.

Pero la historia no termina aquí. Un 29 de mayo del 2006, un sujeto llamado Patrick Roughan de 27 años de edad y sobrino de Katherine, proporcionó 133 puñaladas a su amigo Morgan Jay Shepherd, de 17. Después de asesinarlo, Patrick decapitó al adolescente con un hacha y usó la cabeza para jugar fútbol.

16 comentarios en «Katherine Knight, amor por los cuchillos»

  1. A mí lo que realmente me asusta es ver la indiferencia con la que la policía, los juzgados y la comunidad en general trataron este peligro social, pues hubo señales clarísimas de advertencia con mucha anticipación. De México no me extraña (da vergüenza decirlo) pero de Australia, que se supone es una sociedad “de primer mundo”. ¡Caramba! Los maridos o amantes también. Si eran como el borrachetas de la foto… pero de todas maneras. Ni loco me le acerco a alguien que ya tiene esos antecedentes de violencia. Era cosa sabida. Mucho menos vivir con ella.

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  2. estos australianos :p……que historia para más macabra, y que habrá pasado con su hermana?, será cuestión de seguir investigando en los diarios australianos.

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  3. las mujeres deberian morir en la menopausia, nadiq uiere ver a viejas locas y marchitandose a tu lado por el resto de tu vida en un matrimonio sin sentido.

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    • Imagino que tu comentario es inspirado en base a la mujer, que en algun momento te alimentó y brindo cariño y aricias a tu existencia, repleta de frases de amor al mismo tiempo que crecías… sí me refiero a esa mujer : “vieja loca marchitada” (como tu la describes) que te dio la vida. Uno no se expresa así de las mujeres !!

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