Inyecciones de botox perjudican interpretación de emociones

Cuando percibes en el rostro de otra persona una expresión de felicidad o enojo, inconscientemente mueves los músculos del rostro para imitar esa expresión. Es un reflejo que envía señales al cerebro y facilita la interpretación de ciertas situaciones. Al menos es lo que propone la teoría del feedback facial, supuestamente originada con Darwin cuando investigaba los orígenes de las emociones.

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Suponiendo que la teoría es correcta, ¿qué sucedería si nos imposibilitan a imitar las expresiones faciales que observamos, aunque sea temporalmente? Por ejemplo, ¿qué pasa cuando alguien se inyecta botox en la frente para “corregir” el ceño fruncido? Es la misma pregunta que se hizo un equipo de investigadores en la Universidad de California.

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Y tras estudiar el fenómeno, encontraron que inhibir la habilidad de fruncir el ceño mediante inyecciones de botox afecta la forma en que el cerebro procesa los rostros emocionales.

Cómo perjudica el botox la interpretación de emociones en el cerebro.

En el estudio participó un grupo de diez mujeres de entre 33 y 40 años. A cada una se le inyectó botox en la zona glabelar, donde se encuentran los músculos responsables de fruncir el ceño. Posteriormente, se midió su actividad cerebral mientras veían imágenes de rostros que expresaban diferentes emociones.

Estos resultados se compararon con un registro previo de su actividad cerebral al apreciar las mismas imágenes. El estudio determinó que las inyecciones de botox alteraron la actividad en la amígdala, la región de nuestro cerebro responsable del procesamiento emocional. También registraron cambios en el giro occípitotemporal lateral, la parte del córtex temporal inferior que participa en el reconocimiento de rostros y objetos.

Otros estudios.

Al paralizar el movimiento del rostro con botox, aparentemente interrumpimos la modulación de la actividad entre la cara, la amígdala y el giro occípitotemporal. Además, este no es el primer estudio que demuestra que la aplicación de botox perturba la forma en que interpretamos las emociones.

En 2011, un estudio encontró que las inyecciones de botox en la frente y alrededor de los ojos se asocian con una disminución significativa en la percepción de las emociones. Esto comparado con personas que solo se sometieron a procedimientos que no afectaron el feedback facial, como el relleno dérmico.

Otro estudio encontró que las personas tardaban más en leer frases que contenían lenguaje emocional. Por otro lado, una tercera investigación concluyó que la incapacidad de fruncir el ceño puede ayudar a los pacientes que sufren de depresión.

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