Feliz aniversario

Él escuchó mientras irrumpía en la habitación. “Buenos días, amor. ¡Feliz aniversario!”. No hubo respuesta, solo unos penosos gruñidos. Despegó la vista de su libro y la observó con desconcierto cargando una maleta enorme. “¡No sabía que nos íbamos de viaje! Soy tan despistado”.

purgatorio

“No vamos a ningún lado, te dejo”, espetó la mujer. “Conocí a otra persona”.

Los labios del hombre esbozaron una sonrisa mientras cerraba el libro. “Vas a hacer una nueva vida con Ramón, ¿no?”.

La sorpresa resultó evidente en el rostro de la dama. “¿Pero qué rayos… cómo sabes su nombre? ¿Estuviste revisando mi teléfono?”.

Él solo sacudió la cabeza. “No tuve que hacerlo”, dijo mientras fruncía el ceño. “¿Estás segura de tirar tu matrimonio a la basura por un traficante? ¿Vas a dejar a un esposo que te ama por alguien de esa calaña?”.

Su mandíbula se relajó con aquella revelación. “¿Ya sabes lo de las drogas? ¿Estuviste hurgando entre mis cosas?”.

El esposo suspiró. “Ni siquiera fue necesario”.

“De todos modos ni me importa”, resopló ella. “¡Eres un hombre aburrido! ¡Necesito sentirme viva! Ramón me provoca todas esas emociones”.

“Pudiste mencionarlo antes”, la confrontó con delicadeza. “No debiste esperar hasta acumular toda esta aversión por mí. ¿Cómo iba a saber que no eras feliz junto a mí?”.

“Eso no hubiera cambiado nada”, sentenció ella. “¡Todavía me aburres hasta los huesos!”.

“¡Te ofrezco seguridad y un montón de comodidades!”, dijo él. “Muchas estarían encantadas de recibir todo lo que te doy”.

“¡Yo no!”, replicó la mujer mientras levantaba la maleta y se dirigía a la puerta.

Él solo se encogió de hombros. “Jamás llegué a conocerte del todo, ¿verdad?”.

Abrió de golpe la puerta principal y entonces se detuvo en seco. “Pero, ¿qué…?”.

Más allá del marco de la puerta no existía más que una profunda oscuridad. Un inusual resplandor de fondo suavizaba el espacio vacío acercando el tono a un color carbón. Ni siquiera soplaba el viento.

“¿Dónde estamos?”, preguntó mientras regresaba para mirar por la ventana, donde se revelaba una valla blanca de fondo y un jardín bien cuidado al frente. “¿Como es que puedo ver…?”.

Al abrir la ventana, la mujer encontró la misma oscuridad de la puerta. Sin embargo, la imagen de aquel bucólico jardín se mantuvo en el cristal.

La fémina se volvió con los ojos llenos de miedo. “¿Qué sucede?”.

Él sonrío con un profundo pesar. “Estás en el Purgatorio. Yo estoy en el Paraíso. ¿De verdad no lo recuerdas?”.

La mujer se quedó congelada, mirándolo sin decir una sola palabra.

“Me destrozaste con el divorcio”, confesó él. “Después de este día, bebí por tres meses hasta morir. Ramón te dejó por alguien más joven y terminaste en la calle. Te encontraron en un callejón, muerta por sobredosis. Apenas viví algunos días más que tú”.

La mujer se estremeció. “¿Entonces estamos muertos?”.

El asintió con tristeza. “Desde entonces intento rescatarte. Soy un imbécil, pero aún te amo. Una y otra vez intento evitar que vayas al infierno, pero todo esfuerzo ha sido en vano”.

Ella no dejaba de mirarlo en estado de shock. Él continuo.

“Durante todo este tiempo, jamás cambiaste de opinión. Has tomado la misma decisión autodestructiva una y otra vez”.

Ella analizó su entorno con evidente inquietud. “¿Por cuánto tiempo ha sucedido esto?”.

Él sollozó en voz baja. “Hoy se cumplen ciento veinte seis años”.

La mujer palideció y lo miró directamente a los ojos.

ulatekh

“Feliz aniversario, amor”.

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