Mi familia es perseguida por alguien (Parte II)

Long Lake es una pequeña ciudad repleta de cabañas donde las personas van a vacacionar, creo que no tiene habitantes fijos. Las personas que laboraban en el mercado y en el restaurant que se encuentran allí, generalmente provienen de una ciudad que se encuentra a unos 30 kilómetros. Pero a finales del verano, había muy pocas personas en el lugar.

rostro vigilante en los cielos

Cuando llegamos a la cabaña, nuestro vecino que conocíamos desde hacía ya tiempo, un anciano llamado Floyd que solía pasar las vacaciones allí junto con sus nietos, ordenaba sus cosas para regresar a casa. Supuestamente, había descansado 3 semanas ese año, 2 semanas más de lo habitual. Pero esta vez solo. Sus nietos ya se sentían demasiado grandes como para ir a pasar el verano a ese lugar. Me puse triste por Floyd, yo sabía lo mucho que le emocionaba pasar aquella semana en compañía de sus nietos.

Después de presentar a Roscoe a nuestro vecino de verano, nos despedimos de Floyd, que prometió volver el año siguiente aunque fuera solo. Mi esposa e hijos empezaron a descargar el auto mientras yo abría la cabaña. Al llegar a la puerta me detuve, miré hacia el lago y respiré una buena bocanada de aire fresco del campo. Sentí que un peso enorme salía de mis hombros, por el simple hecho de estar allí, por saber que no tendría que preocuparme todos los días por recibir un nuevo dibujo de mi hija por correo. Me sentía realmente en paz, aunque sólo fuera por algunos minutos. Sin embargo, aquella paz se esfumó en el momento en que abrí la puerta de la cabaña. Ya había sido abierta. Sí, cabía la posibilidad de que la hubiera dejado así el año pasado. No tenía motivos para sospechar de otra cosa, incluso con todo lo que había sucedido. El hombre misterioso no tenía forma de saber dónde se encontraba la cabaña, y era mucho menos probable que hubiera llegado hasta ese lugar. Durante el viaje vigilé con mucha cautela que nadie nos estuviera siguiendo. Sólo para asegurarme.

Abrí la puerta de la cabaña y el aire era pesado y húmedo. Había una fina capa de polvo en todos los objetos del interior, amplificada por los rayos del Sol que atravesaron las ventanas. Todo estaba dispuesto exactamente como el año anterior. Respiré con más tranquilidad, aceptando el hecho de que probablemente fue mi culpa esa preocupación momentánea. Caminé hasta la habitación principal y me dispuse a encender la luz. Mi familia ingresó a la cabaña, mis hijos tenían los ojos enormes por la emoción. Corrieron a la otra habitación donde había una litera, e inmediatamente empezaron a pelear por quién se quedaría arriba. Mi esposa regresó a la calle para tomar las maletas y mochilas restantes, mientras yo abría el suministro de agua. Saber que la energía eléctrica y el agua estaban funcionando como debería, me trajo cierta paz espiritual; eso indicaba que nadie las había usado a últimas fechas, así como la evidencia del polvo en los muebles.

rostro sepierntes terror

Todo sucedió con normalidad el primer día. Limpiamos la casa y dejé el corte de la maleza para el día siguiente. Anduvimos en bicicleta y nos divertimos con juegos de mesa. El día siguiente, llevé a mi familia a un punto al otro lado del lago donde solíamos llevar a los niños todos los años. Había un pequeño playón en el lugar, que funcionaba como una playa con pequeños embarcaderos que mi hija ya era capaz de brincar junto con mi esposa, mientras que mi hijo se ubicaba al borde del lago intentando atrapar los peces con las manos. Hicimos perros calientes y comimos bien, nos quedamos allí hasta el atardecer. Mi plan era cortar la maleza cuando regresara, pero cuando nos estacionamos en la pequeña área verde que usábamos de garaje, noté que la maleza estaba recién cortada. Una vez más mi corazón fue a parar al estómago.

Mi esposa comentó que algún vecino nos debió haber hecho el favor y siguió con sus cosas. Observé alrededor y ninguna otra cabaña tenía la maleza cortada. Sabía perfectamente quién había hecho aquello. Bueno, no exactamente quién, pero lo sabía. Quedé realmente confundido sobre los motivos que llevaban a este acosador a perseguirnos. Hasta ahora nos había entregado un perro que se convirtió en un miembro más de la familia y después cortado la maleza de la cabaña. Una parte de mí estaba ponderando simplemente aceptar lo que pasaba, pues parecía inofensivo. Y dicho sentimiento no hizo más que aumentar cuando no sucedió nada el día siguiente. Pero entonces llegamos al cuarto día.

Eran aproximadamente las 7 de la mañana cuando mi esposa le abrió la puerta a Roscoe para que saliera a hacer sus necesidades. Ató su correa a un poste hecho especialmente para él, y después regresó a la casa para preparar el desayuno. Roscoe era un perro inteligente, en ese poco tiempo que pasó con nosotros le enseñamos a hacer algunos trucos. Uno de esos trucos era ladrar cuando estaba listo para regresar a casa. Mi esposa preparó el desayuno, yo levanté a los niños y nos sentamos para comer. Fue hasta que terminamos de desayunar que Katie preguntó por el perro. Qué extraño, pensé, no había ladrado para señalar que estaba listo para entrar. Creí que estaba por allí explorando y divirtiéndose bastante en la naturaleza. Le dije a Katie que mamá lo había sacado y que iría a buscarlo. Nada pudo prepararme para lo que vi cuando salí de la cabaña.

Roscoe se encontraba en el suelo con la garganta grotescamente cortada, un corte tan absurdo que casi estaba decapitado. Después del corte en la garganta había otro en forma vertical que llegaba hasta sus testículos, cada uno de sus órganos fue extraído y dispuesto al lado de su cuerpo sin vida. Su sangre había hecho un charco bajo su pequeño cadáver. Por poco y vomito. Corrí hasta el perro y miré sus heridas. Rápidamente me di cuenta que las habían hecho con una lámina filosa, no había forma de que fuera el ataque de otro animal. Antes de hacer cualquier cosa, corrí al interior de la casa y le indiqué a mi familia que no saliera ni viera por las ventanas. Regresé a la calle antes que pudieran preguntarme algo.

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Mientras las lágrimas me corrían por las mejillas empecé a cavar una tumba para Roscoe. Gentilmente lo puse sobre la tierra y acaricié su oreja una última vez. Realmente me agradaba, sin importar de donde había venido. Llené la tumba de tierra y después regresé la pala al sótano. No sé cómo no lo noté cuando fui a buscar la pala, pero en una de las paredes del sótano había algo escrito, aparentemente con la sangre del perro.

“Buen Perro”.

Borré el mensaje antes de volver a la cabaña. Me senté con mis hijos y les dije que mientras estábamos dentro de la casa otro animal, uno mucho más grande que Roscoe, había peleado con él lastimándolo al punto que tuvo que ir al cielo de los perros. Mi esposa y mis hijos lloraron, yo tampoco pude contenerme. Nadie podía creer que acabáramos de perder al miembro más nuevo de la familia. Al poco tiempo ordené a todos que arreglaran sus maletas, pues aquel no era un lugar seguro con un animal tan peligroso rondando. Ellos respetaron mi decisión, y en el transcurso de una hora ya estábamos en la carretera.

Nos detuvimos en una estación de gasolina a la salida de Long Lake para recargar, comprar algunos bocadillos y usar el baño antes de iniciar nuestro viaje de 4 horas. Todos ingresamos juntos a la tienda de conveniencia y, por fortuna, fui el primero en salir. Observé, a través de las puertas transparentes de la tienda, que había una nota colocada en el parabrisas de mi coche. Corrí hasta allá con la esperanza de tomarla antes que mi esposa la viera. Tuve éxito e inmediatamente miré alrededor para ver si veía a alguien. Nadie. No había una sola persona en ese lugar. Ni siquiera un carro saliendo de allí, y nadie a pie que pudiera ver. Incluso le di la vuelta a la estación de gasolina y después revisé al interior de la tienda también, y no encontré a nadie que no estuviera allí dentro antes. Quería solicitarle a los empleados que me mostraron los videos de seguridad, pero me di cuenta que el lugar no tenía ninguna cámara. Además, no quería que mi esposa se enterara sobre la nota que acababa de recibir.

Esperé a que mi hijo saliera del baño y les dije a todos que me esperarán dentro de la tienda. Entré al baño, abrí el sobre y de su interior saqué un papel doblado por el medio. Era un dibujo de nuestra casa, uno que Katie había hecho una semana antes de que empezáramos el viaje. Me acuerdo de esto porqué lo puse sobre el refrigerador con un imán después que lo terminó, pero él lo había tomado para integrarlo a su colección. Allí se retrataba a nuestra familia en la piscina del patio. Había sido alterado con el dibujo del mismo hombre hecho bruscamente, oculto atrás de la cerca, con varios regalos a sus espaldas. Otra vez había un mensaje escrito al reverso de la hoja. “Somos una familia feliz :)”.

cara oculta invisible tenebrosa

No sabía qué pensar sobre ese dibujo. Habíamos usado esa piscina en múltiples ocasiones aquel verano, incluso después del primer incidente cuando me encontraba 100% alerta. Estaba seguro que no había nadie espiándonos. Lo único que pude pensar fue que el hombre había usado la piscina para representar el lago en que habíamos estado el día anterior, y que la cerca eran los árboles que rodeaban al cuerpo de agua, desde donde pudo habernos vigilado. Como fuera, doblé el papel, lo puse en mi bolso y salí con mi familia del lugar. Para regresar a casa tomé rutas​secundarias y algunos atajos que no estuvieran en el camino principal, hecho que confundió bastante a mi esposa. Le dije que era para probar algo en el carro, pero obviamente era una forma de asegurarme que nadie nos estaba siguiendo. Otra vez, no encontré ninguna evidencia.

Cuando llegué a casa lo primero que hice fue cubrir la piscina y prohibirla por el resto del verano, algo que causó enojo en mi familia. Inventé una mentira sobre el aumento en el nivel del agua durante nuestra ausencia; algo que no tenía mucho sentido pero que terminó sirviendo a mis propósitos.

Quería contarle a mi esposa lo que estaba sucediendo. Realmente lo deseaba, pero en ese punto creí que le había ocultado tantas cosas que me reclamaría no por el hecho de que estuviéramos siendo perseguidos, sino porque le ocultaba los hechos. Entonces me lo seguí guardando para mí. Yo era el protector de esa familia, y tendría que hacer honor a ese cargo. No era algo con lo que no pudiera tratar solo, me dije a mí mismo. Aunque pensándolo bien, lo mejor hubiera sido pedir ayuda.

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