Águila de sangre de los Vikingos

En las últimas cinco décadas, los Vikingos y mucho de lo que se sabe sobre su cultura han pasado por una especie de filtro de revisiones que atenuó su violenta fama. Previo a esto, las historias más comunes sobre los pueblos de Dinamarca y Noruega en el curso del Medioevo los presentaban como bárbaros sanguinarios que asesinaban, destruían y saqueaban a otros pueblos. Si no rendían culto a sus dioses paganos, seguramente podía encontrárseles navegando en sus barcos en dirección a saquear monasterios, violar mujeres y dejar su huella en la historia, como guerreros feroces y obstinados.

Ivar el Deshuesado

Sin embargo, la fama de los Vikingos empezó a cambiar desde la publicación de la obra “The Age of Vikings” de Peter Sawyer en el año de 1962 que redimió, por así decirlo, al pueblo vikingo. En la actualidad, muchos historiadores siguen divulgando la fama de estos hombres como guerreros despiadados, dedicados a ultrajar y asesinar, muchas veces parte de exageraciones que encubren el hecho de que fueron verdaderos comerciantes y exploradores. Las conquistas de los pueblos escandinavos son muy reconocidas – navegaron hasta el continente americano y algunos expertos incluso los señalan como agentes que impulsaron la economía, “víctimas de enemigos más numerosos”, y hasta (como lo sugirió un estudio de la Universidad de Cambridge) “hombres que preferían embellecerse a saquear”, que llegaban a portar dispositivos para remover el cerumen de sus oídos. “Se integraban en comunidades y aceptaban un sistema de propiedad en las naciones que invadían”, dice el arqueólogo Francis Pryor.

En realidad los Vikingos fueron responsables por la construcción de una civilización, poseían granjas y forjaban el metal con maestría. Pero, como señala Jonathan Jarrett, experto en historia de la Edad Media, la historia también tiene evidencia de que capturaban a miles de esclavos y que realmente merecían su reputación como temibles guerreros o mercenarios. Eran enemigos imparables y codiciosos, y durante su existencia condujeron a varios reinos estables y ricos un estado de colapso, como ejemplo tenemos a la Inglaterra anglosajona. Por lo general, esos mismos hombres que labraban el campo y forjaban el metal eran también los encargados de violar y matar – después de todo, era primordial la búsqueda de otras fuentes de sustento, sobre todo cuando sus tierras no les rendían lo esperado. Y finalmente, como apunta Jarrett, arreglarse y verse bien no estaba peleado con ser un guerrero brutal. Para ejemplo tenemos el caso de un vikingo llamado Olaf, the Flashy (Olaf, el Reluciente) que pereció en la batalla de Stamford Bridge en 1066.

Edmundo martir ilustracion

Para los historiadores que defienden a los vikingos como un pueblo “incomprendido”, siempre ha existido un problema a la hora de explicar sus inclinaciones – por lo menos en la forma en que se les retrata en las sagas y crónicas – por los sangrientos rituales de muerte. Entre los pobres que sufrieron las atrocidades de estas prácticas se encontraba Edmundo del Anglia Oriental – muerto en el 869 atado a un árbol tras ser brutalmente golpeado y después servir como objetivo para los arqueros daneses que “le arrojaron tantas flechas, que parecía un puercoespín”. Otro que sufrió la violencia vikinga fue Aelle de Northumbria, un rey que en el 867 experimentó el más terrible de los castigos que los vikingos idearon contra sus enemigos, un ritual conocido como el “Águila de sangre”.

En diferentes fuentes abundan los detalles sobre lo espantoso y sangriento que era este castigo. Sharon Turner (historia de los anglosajones (1799)) y Johann Martin Lappenberg (History of England under the Anglo-Saxon Kings (1845)) ofrecen las versiones más elaboradas sobre el ritual que implicaba diversas etapas.

En primera instancia, la víctima era atada de tal forma que quedaba inmóvil, bocabajo y con la espalda estirada; a continuación, la silueta de un águila con las alas abiertas se trazaba sobre la espalda con un trozo de carbón o con el filo de un cuchillo. Una vez hecho esto, las costillas eran fracturadas una por una valiéndose de un hacha, después, los huesos y la carne eran empujados hacia atrás con el objetivo de crear la forma de lo que se asemejaba a un águila con un par de alas emergiendo desde la espalda de la víctima. Según los testimonios, la víctima podía sobrevivir a esta atrocidad, pasando por un martirio que, en palabras de Turner, se veía “empeorado por la sal”, – frotaban sal de grano en toda la herida. Después, los pulmones eran expuestos y empujados hacia afuera del torso para extenderlos sobre las “alas”, lo que ofrecía a los testigos la ilusión de un aleteo a medida que el pobre torturado luchaba por respirar, hasta que finalmente la muerte hacía un acto de caridad y se lo llevaba.

aguila de sangre

Para el siglo XIX, muchos historiadores aceptaron que el Águila de sangre, además de ser un acto sumamente desagradable, también era algo muy real. Según John Michael Wallace-Hadrill, un eminente historiador de la época merovingia temprana: Halfdán, el hijo del rey Harald I de Noruega, y el rey irlandés Máel Gualae pasaron por esta experiencia. Para algunos historiadores, Edmundo del Anglia Oriental también habría sufrido el mismo destino.

Estos nobles vieron el fin de sus días a finales del siglo IX y los albores del siglo X, y se dice que por lo menos dos, Aelle y Edmundo, fueron ejecutados por Ivar el Deshuesado, uno de los vikingos más temidos de la época. Ivar fue hijo de otro vikingo también notable: Ragnar Lodbrok, el hombre que supuestamente encabezó el saqueó de París en el 845, y – según consta en una historia medieval islandesa titulada Ragnarssona þáttr – murió cuando su barco naufragó frente a costas del reino anglosajón Northumbria. Tomado prisionero por el monarca del lugar, lo habrían ejecutado de forma poco usual lanzándolo a una pozo lleno de serpientes venenosas.

Poniendo las cosas en contexto, parece que la horrible muerte de Aelle fue un acto de venganza, pues él fue el monarca que capturó y ejecutó a Ragnar Lodbrok. Al ejecutarlo de esta forma tan despiadada, Ivar vengó la muerte de su progenitor. Además, los vikingos mostraron su enojo por la muerte de Ragnar presentándose en Inglaterra con un vasto ejército en esa misma época. Ya que este ejército y la devastación que generó en el país fueron los motores que impulsaron algunos episodios claves en la historia anglosajona –como el ascenso al trono de Alfredo el Grande – no resulta nada sorprendente que muchos académicos admitan la realidad histórica de este feroz ritual de sacrificio.

Rey Aelle de Northumbria
Rey Aelle de Northumbria

Alfred Smyth, un controversial especialista sobre la historia de los reyes escandinavos en las Islas Británicas, fue uno de los defensores más prominentes del Águila de sangre. Para este historiador irlandés, la versión del pozo de víboras del rey Aelle de Northumbria parece una historia bastante exagerada (un argumento bastante lógico, pues en Inglaterra las serpientes venenosas no son muy comunes), mientras que el Águila de sangre es algo totalmente probable.

Resulta difícil argumentar que los detalles tan explícitos sobre esta carnicería hayan sido inventados por copistas medievales noruegos, pues los detalles explican con toda precisión en que consiste el Águila de Sangre y, de hecho, el término bloðorn (que se utilizaba para llamar al método) existe como concepto en el idioma nórdico antiguo para señalar una forma de justicia por mano propia.

Para sustentar su versión, Smyth hare referencia a la Saga de los Orcadenses – una narración histórica islandesa de finales del siglo XI obra de un autor desconocido –, en la que otro famoso guerrero vikingo, Earl Torf-Einar, aplica el Águila de sangre a su enemigo Hálfdan Piernas Largas “hundiendo su espada en la espalda y en la columna, rompiéndole las costillas y volteándolas sobre su espalda, y arrancando hacia afuera sus pulmones”. Smyth va un poco más allá al sugerir que las ejecuciones de Hálfdan y Aelle fueron un sacrificio para los dioses nórdicos, especialmente como un sacrificio por la victoria dedicado a Odín.

Evidentemente estas afirmaciones tienen algunos problemas, pues las fuentes del siglo IX y X en Escandinavia con escazas, muchas tardías y abiertas a las interpretaciones. Alex Woolf, autor de un acervo completo sobre la historia de Escocia durante este periodo, llegó a concluir que la Saga de los Orcadenses no es más que pura ficción, mientras que el destino de Máel Gualae no se conoció sino hasta siglos después. Según el Cogad Gáedel re Gallaib (La guerra de los irlandeses contra los extranjeros), escrito a finales del siglo XII, Máel Gualae habría muerto en el 859 “cuando su columna fue partida por una roca” – una descripción que Smyth insiste, significa una variación del ritual de ejecución que evoca al Águila de sangre. Pero la narración de otro cronista islandés, encontrada en Anales de los cuatro maestros, apunta a que Máel Gualae simplemente fue “alcanzado por una roca lanzada por los nórdicos”, algo que resulta igual de plausible.

escena navegacion vikingos

De hecho, la mayoría de los relatos sobre el Águila de sangre no aparecieron sino hasta bien entrado el siglo XII y XIII, relatos que estaban basados en sagas nórdicas islandesas, que por su parte fueron derivaciones de poesías de aquel periodo. Las Sagas se cuentan en forma de grandes historias, que resultan realmente atractivas para los historiadores pese a que ofrecen evidencia fragmentada sobre el periodo. Y como es difícil reconciliar las crónicas, estas terminan siendo menos creíbles que los registros históricos. Además, si excluimos a Halfdán Piernas Largas, a Máel Gualae y a Edmundo como víctimas del Águila de sangre, solo nos queda el rey Aelle como la única víctima histórica conocida de este método de ejecución ritual.

Finalmente, es importante citar la versión que Roberta Frank, una académica de la lengua inglesa y literatura escandinava, hizo para el English Historical Review. Para Frank, no solo es debatible la fuente original de la muerte del rey Aelle, también subraya que “el procedimiento del Águila de sangre cambia de texto en texto, convirtiéndose en un acto cada vez más lúgubre, pagano y ritualista al paso del tiempo”. También señala que las únicas fuentes sobre el Águila de sangre son trozos de poesía, sujetas a diversas interpretaciones.

Para varios expertos, el punto de enfoque es que el ritual del Águila de sangre es, y será, objeto de duda en cuanto a su verdadera existencia. Al menos hasta que alguna prueba documental sea descubierta.

bote vikingo madera

Visto desde este ángulo, no es de sorprender – mientras los académicos sigan tratando a los vikingos como granjeros que salían a pelear ocasionalmente – que nos obliguen a dudar de la realidad del Águila de sangre. Sin embargo, resulta probable que cuando el caudal del río de historia vuelva a crecer, como probablemente lo hará, nos sorprendamos una vez más al escuchar historias sobre guerreros escandinavos que sacrificaban a sus víctimas para dioses paganos. Fuente

7 comentarios en «Águila de sangre de los Vikingos»

  1. Vean Temporada 2 Episodio 8 DESHUESADO …..nace IVAR….. ya me volvi fanatico….. lo importante es la historio de como fueron mas alla de saguinarios….. buscando nuevas tierras..

    Responder
  2. El Aguila de Sangre: Que el torturado viviera aún un poco con las costilla afuera puede ser, pero extraídos los pulmones fuera de su saco y sin la asistencia del diafragma no cumplirían su tarea de ventilación y estos sacos aeróbicos colapsarían provocando la muerte del marrtirizado de forma casi inmediata.

    Responder
  3. Hay un libro bastante bueno sobre la cultura vikinga, es una novela historica, se llama Angus, El primer guerrero, el autor es Orlando Paes Filho . Ahi aparecen las atrocidades de Ivar El Sinhuesos y la conquista vikinga de Inglaterra. Tambien podrian ver la serie Vikings producida por History Channel en la 3ra temporada nace Ivar. Cronologicamente primero vean la serie y despues lean el libro, saludos!

    Responder

Deja un comentario