Xipe Tótec, el dios desollado de la guerra

Hasta hace algunos años, se creía que Xipe Tótec o “nuestro señor el desollado” no contaba con templos para honrar su divinidad. Sin embargo, la visión sobre este oscuro dios de la guerra y fecundidad precolombino cambió radicalmente tras una serie de hallazgos en la zona arqueológica de Tehuacán-Ndachjian, en el estado de Puebla. Los arqueólogos estudiosos de los pueblos nativos de México finalmente localizaron su templo.

Xipe Totec el dios desollado1

De hecho, Xipe Tótec se consideraba una deidad menor. Probablemente, sus fieles se limitaban a pequeños grupos que le rendían honores y devoción. Y es que las descripciones sobre el dios desollado lo refieren como un ser extremadamente voluble, irascible y francamente espeluznante. Algunas hipótesis señalan que sería el patrono de los guerreros y/o soldados.

Principalmente por el hallazgo de armaduras, escudos y armas con simbología que remite directamente a Xipe Tótec. Aparentemente, la popularidad entre los hombres dedicados a la guerra se debía a que proporcionaba ciertos beneficios a cambio de adoración.

Xipe Tótec, el dios de la guerra.

En la época que se descubrió el templo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia señaló que se trataba de un hallazgo significativo. No solo por ser el primer templo dedicado esta deidad, sino porque se trataba de un terreno de dimensiones considerables ubicado en una zona de alta importancia histórica.

En las inmediaciones del templo también se localizaron los restos de una especie de cuartel o fuerte donde se concentraban los guerreros. Un hallazgo que refuerza la teoría de que Xipe Tótec guardaba un estrecho vínculo con aquellos individuos dedicados a la milicia. Sin embargo, la parte más sorprendente es que determinados símbolos localizados en el templo resultan muy parecidos a ciertos tallados de otras culturas.

Los arqueólogos localizaron una caja de piedra con tapa en la que se almacenaron pieles, tanto de animales como de seres humanos. También dos grandes estatuas talladas con la forma de cráneo. Existe una fuerte sospecha de que los sacerdotes realizaban sacrificios humanos para honrar a Xipe Tótec. Y que uno de los rituales implicaba desollar a las víctimas mientras aún estaban vivas.

El dios desollado.

Las representaciones de “nuestro señor el desollado” lo ilustran como un hombre grande, prácticamente un gigante, de cuerpo esbelto, sin piel y con los ojos llenos de ira. Una descripción realmente espeluznante. Aunque, la peor parte es que portaba la piel de sus víctimas decorada con tatuajes y accesorios confeccionados con huesos, piedras preciosas y sílex.

Xipe Totec representacion

Por donde caminaba dejaba pisadas sangrientas y una peste a muerte que lo acompañaba todo el tiempo. Las armas de Xipe Tótec incluían una pesada lanza de sílex y un cuchillo afilado del mismo material que empleaba para desollar a las víctimas. En ciertas representaciones también se le observa con una aljaba repleta de dardos listos para lanzar, típico de un soldado de su época.

Los rituales en honor a Xipe Tótec, conocidos como Tlacaxipehualiztli, eran un espectáculo grotesco, por decir lo menos. Los soldados escoltaban a prisioneros de guerra y esclavos ante los sacerdotes. Posteriormente, el cuerpo de las víctimas se pintaba de rojo y sobre sus cabezas se colocaban tocados de plumas. Tras separarlos en grupos, los obligaban a luchar como si estuvieran en una arena.

Sacrificios humanos en honor a Xipe Tótec.

La mayoría de esas personas sirvieron como sacrificios y sus pieles se retiraron con cuchillos de pedernal. El desollamiento ritual representaba la fertilidad y regeneración de la vegetación en la primavera. Posteriormente, los sacerdotes debían vestir la piel de los desollados durante al menos veinte días, lapso en el que se celebraba un festival anual que antecedía a las lluvias.

Culminado este periodo, la piel se destinaba a la fabricación de diversos objetos, incluidos tambores y otros instrumentos musicales empleados en los rituales. También es posible que quienes adoraron a esta deidad adoptaran ritos de paso, donde se retiraban partes de piel para ofrendar a la deidad como muestra de valor y respeto. Además, resulta plausible que les adjudicaran ciertas propiedades curativas a las pieles antiguas.

Tlacaxipehualiztli

Según los expertos, los Popolocas son el grupo étnico que construyó el templo, pues habitaron la región de Puebla entre los años 1000 y 1260. Este pueblo era temido por su cultura de guerra y porque solían diezmar pueblos vecinos para obtener recursos y esclavos. Desaparecieron sin dejar rastro alrededor del 1300, probablemente a causa de una enfermedad contagiosa.

Para el momento en que los conquistadores españoles llegaron a México, los Popolocas ni siquiera existían. Sin embargo, el recuerdo de su gente y de sus rituales aún estaba presente en la memoria de los pueblos nativos. Los conquistadores escucharon muchas leyendas aterradoras sobre este pueblo de guerreros y su dios, Xipe Tótec.

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