Verdades ecológicas que nadie quiere escuchar

Los árboles jóvenes no limpian la atmósfera.

Son las 7:00 de la mañana. Tenía puesta la alarma para las 7:35 pero me he despertado gracias a las obras. Una nueva avenida, podría ser la M60, pasa delante de mi casa atropellando el sueño ajeno y decenas de árboles. Claro que hay quejas, que talan los árboles, que el CO2, que la desforestación… Pero no hay problema. Por ley, los ayuntamientos tendrán que plantar un ejemplar por cada año de edad que tenga el árbol talado.

Recuerdo la promesa de Zapatero cuando en plena campaña aseguró que plantaría 45 millones de retoños y la de Rajoy, que subió la apuesta a 500. Entonces me despierto por completo, cojo un mapa de España y pienso… Si nuestro país tiene un área de 504 millones de metros cuadrados, Rajoy debería plantar un pino, cada metro cuadrado y Zapatero uno cada poco más de 10 metros. Aún en plena ciudad. En el metro y en los estadios de fútbol (aquí el presidente tendría que transplantar unos 100 árboles). Afortunadamente la política de repoblación arbórea se cumple… La cuestión se plantea en si es efectiva.

Un árbol comienza a absorber CO2 solo a partir de los 20 años. Hasta entonces emite más de este gas (que no es tóxico para el hombre, pero sí dañino para el clima) del que ha absorbido. Esto quiere decir, según nos comenta Joan Feliu, ingeniero de montes, que ha trabajado en el Instituto Forestal Europeo, que “el efecto no es inmediato: la realidad es que 4 árboles de 5 años no absorben el mismo CO2 que uno que ya tiene más de 20”. A partir de ese momento se hace cargo de unos 750 kg de CO2 hasta llegar a los 55 años.

Al morir vuelve a soltar a la atmósfera todo el gas que ha acumulado. Un estudio del gobierno de Canadá confirma que sus 205 millones de hectáreas de bosque emiten más CO2 del que absorben debido a los gases que genera la madera que se pudre en él. ¿La solución? Comprender que los árboles pueden ser parte del problema y que, como en un Tetris, cuando modificamos un parámetro, otro se resiente. Porque todo está conectado. Incluso nosotros.

Las vacas ecológicas contaminan mucho más.

Yendo hacia el trabajo (en tren, lógicamente) cruzo kilómetros de campo donde cientos de vacas pastan sin pausa. Pero en lugar de la imagen bucólica solo veo contaminación. Una vaca emite al año 150 kg de metano. El 95% a través de sus eructos. Esto se debe a la fermentación de la materia orgánica que se produce en sus cuatro estómagos. De acuerdo con un reciente censo de la UE, España cuenta con unos 7 millones de cabezas de ganado vacuno (sí, unos 105 millones de kilos de metano en forma de eructos).

Y esto es el 8% de las vacas que hay en Europa. Debido a que es imposible (por ahora) ordeñar a delfines y ballenas para abastecer a la población mundial, el dilema de la vaca no tiene solución. Pero es interesante saber cuánto contribuyen nuestro apetito carnívoro y nuestra sed láctea al calentamiento global. La Base de Datos para la Investigación de la Atmósfera Global de Emisiones asegura que un 12,5% de los gases que afectan al clima son causados por los productos agrícolas. Aunque esta cifra parece altísima hay un matiz que acostumbra a ser ignorado cuando se habla de emisiones de CO2: ese 12,5% corresponde a los gases emitidos con la intervención directa o indirecta del hombre.

¿Hay otra fuente de emisión de CO2? Pues sí, la naturaleza. De hecho la Madre Tierra genera el 95% de los gases de efecto invernadero según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. El otro 5% se divide así: industria (16,8%), extracción y procesamiento de combustibles fósiles (11%), transporte de combustibles (14%), estaciones generadoras (21%), tratamiento de residuos (3,4%), uso de la tierra y quema de biomasa (10%), residencias, comercios y otras fuentes (10,3%). El resto son eructos, de nuestras inofensivas amigas: las rumiantes.

Un kg de metano calienta 23 veces más la Tierra que un kg de CO2.

Más vale coche viejo que híbrido por estrenar.

Si tuviera un híbrido, como el Toyota Prius, podría haber venido al trabajo con él y contaminar menos. O podría venir con un viejo Seat y emitir menos CO2 aún. Para fabricar un Prius se necesitan unas 25.200 millones de calorías. En cada litro de combustible hay cerca de 7 millones de calorías. Por lo tanto, el Prius ya antes de salir a la calle ha consumido el equivalente a más de 3.000 litros de gasolina.

Si pensamos en esta energía en términos de emisión de CO2, el Prius no habrá pagado su deuda ecológica hasta que haya realizado unos 70.000 kilómetros. El chollo es comprar un Prius…en 5 años. El Peugeot 308 y el Nissan XTrail generan igual cantidad de CO2 180g CO2/ km

El fuego controlado tiene su lado bueno.

Sigo en el tren. Y al paisaje de vacas le sigue un bosque de pinos que parece centenario. Está protegido y nadie lo ha tocado desde, supongo, su nacimiento. Es bello, mucho, pero tanto como una tea a punto de arder. Lo cual puede que no sea tan malo. Y no lo digo yo. Lo asegura José Antonio Vega, director de un grupo del Centro de Investigación Medioambiental en Pontevedra: “Hay millones de hectáreas en todo el mundo que sobreviven gracias a su adaptación al fuego. La percepción del fuego está cambiando mucho.

Tan malo es no quemar nunca, como hacerlo con una frecuencia excesiva impidiendo que la planta madure sexualmente. Entre los ecologistas hay una visión muy intocable de los ecosistemas, que no se corresponde con la realidad. Lo que se preconiza es la no intervención absoluta y eso en algunos ecosistemas no ayuda a su conservación. No intervenir puede causar un incendio más peligroso.” Otro especialista en gestión del fuego tiene una opinión similar a la de Vega.

Armando Gonzalez Caban, que pertenece al Laboratorio de Investigación de Fuegos Forestales del suroeste del Pacífico, en California. Caban sostiene que “hay varios ecosistemas que dependen del fuego para subsistir y que se han desarrollado con él. En el sur de España, por ejemplo, sucede esto. Y dichos ecosistemas existen en todo el mundo, en California, en África, en Europa. La realidad es que a menudo un incendio pequeño puede quemar todo el matorral y renovar un bosque entero. El sistema del chaparral, típico del sur de Estados Unidos, se puede incendiar hoy y en dos o tres meses se ha regenerado por completo. Necesita el fuego.”

Desde hace poco los científicos están cambiando nuestra visión del fuego. Aunque no tanto como para abrazarlo.

El aire acondicionado no es tan malo como la calefacción.

Del tren paso al metro. Observo que aún no hay árboles pese a las promesas electorales. Vamos apretados como sardinas en lata y en celo. El calor es agobiante, claro; el aire acondicionado brilla por su ausencia. Recuerdo entonces la medida tomada por el grupo Acciona. Esta empresa española ha decidido disminuir entre 1ºC y 2ºC la temperatura de climatización de sus oficinas en época estival con el objetivo de reducir el consumo estacional de energía.

Este ahorro equivale a las emisiones de CO2 de un coche que recorriera África de Norte a Sur 20 veces. Cada grado reduce un 5% el gasto energético. ¡Bravo!… Pero ¿qué ocurre en invierno? Enfriar una habitación siempre es más eficiente que subir la temperatura, pues se requiere mucha menos energía para ello. De hecho, según datos del IDAE, casi un 50% menos: por cada grado que se reduce en la calefacción el ahorro es del 7%.

En este sentido las cifras son tan altas que de acuerdo con datos del satélite ambiental Envisat de la Agencia Espacial Europea la mitad de las emisiones de CO2 en Europa son producidas por los sistemas de calefacción que utilizan fuentes de energía (gas, carbón y electricidad) más contaminantes que el aire acondicionado (solo electricidad).

El Amazonas nunca fue el pulmón del planeta.

Es cierto que el Amazonas concentra el 30% de la biodiversidad del Planeta y que regula el clima. Pero no es su pulmón. Esto es una función de los océanos y en particular de unos organismos mínimos: el fitoplancton. Estos bosques marinos generan, entre otras, moléculas de monóxido de iodo y bromino que se unen al ozono (tres atomos de oxígeno, O3) y le roban uno, dejando sólo en O2: oxígeno.

Gracias a esto, los océanos son responsables de la generación de cerca del 50% de nuestro oxígeno, al tiempo que restauran la capa de ozono. Por si esto fuera poco, un reciente estudio del Woods Hole Research Center de Massachusets, revela que, en el Amazonas, el cambio de selva a pastos reduce en un 10% las emisiones de N2O, un poderoso gas de efecto invernadero que genera la misma selva, necesaria para el ecosistema, pero que no es la única salvadora.El Amazonas nunca fue el pulmón del planeta.

China no es la culpable del cambio climático, sino la solución

Aunque podría ocurrir (que todos los chinos salten a la vez y el cambio climático se diluya) aún no ha sucedido. El gigante asiático es líder respecto a emisión de CO2, principalmente debido a que consume los dos tercios de todo el carbón del mundo. Pero pensar que China es la despreocupada nación que más está alterando el planeta, es pretender desembarazarse de una patata caliente. En el mercado mundial de la energía solar, España consume un 23% de los insumos y Alemania un 43%.

Y ¿quién es el mayor productor de células fotovoltaicas? Pues sí, China, que produce el 35% del total. Pero eso no es todo. Steve Sawyer, director del Consejo Mundial de Energía Eólica asegura que, para el 2010, China producirá suficientes molinos como para generar 10 gigawatios de energía: la mitad de la capacidad que tenía nuestro planeta entero el año pasado. Conforme con que son uno de los grandes generadores de contaminación, pero en breve, en casi todas las energías alternativas, veremos la etiqueta: Made in China.

La comida orgánica y la dieta vegetariana no son tan buenas como piensas.

Entro en un restaurante que se anuncia como vegetariano. La sugerencia del chef es la ensalada de verduras de la huerta traídas desde Murcia. Y aquí comienza mi lucha interna. Yo les juro que quiero ser verde, pero es que no hay caso, no me dejan. Es verdad que los alimentos orgánicos no utilizan pesticidas ni hormonas. Pero esas medidas tienen un coste. Una vaca orgánica produce un 8% menos de leche que sus amigas hormonadas, así que son necesarias 25 vacas “verdes” para dar tanta leche como 23 de sus congéneres “industriales”.

Lo cual si las cuentas no fallan serían 300 kg más de metano en la atmósfera por año (ver mito número 2). Pues sí, las cuentas fallan. Porque una vaca ecológica al alimentarse de productos verdes emite un 16% más de metano. Así, la leche orgánica no solo precisa más vacas (igual a más metano), sino que cada una de esas vacas emite también más gases nocivos. ¿Y su carne? Pues tres cuartos de lo mismo. Primero, las reses que han sido cebadas hasta llegar al cielo de la carne orgánica, necesitan más tiempo para el engorde y eso significa más tiempo de polución.

Y su alimentación, de acuerdo con la Organización de la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas, les lleva a producir casi el doble de metano que un ganado menos verde. Por suerte los vegetales no generan nada de este pernicioso gas. No, pero sí producen CO2. Indirectamente,es verdad, pero lo hacen. Primero los fertilizantes orgánicos generan cosechas de menor rendimiento, de modo que es necesaria más tierra.

Y como son muy pocos los productores orgánicos y muchos los consumidores, los bienes tienen que viajar largas distancias en camiones con cámaras frigoríficas que emiten más CO2 por una fruta que quizás se encuentra en el mercado local y, aunque no tenga la etiqueta de orgánica, puede que sea más verde que su prima.

16% más de metano genera una vaca “orgánica” que una normal

Las ciudades son más verdes que el campo.

Gracias a los edificios inteligentes, las ciudades podrían ser los próximos espacios verdes. Después de un día de trabajo debería volver a mi hogar, en el campo. Pero la realidad es que a menudo mudarse a las afueras no significa ser ecológico. De hecho el campo consume en España el 75% de los recursos del agua y los hogares sólo el 15% (el resto se lo lleva la industria). Pero no solo en consumo de agua gana la ciudad.

En toda España el uso del metro ha subido entre abril del 2007 y el mismo mes de este año, un 17%, mientras que el uso de trenes solo aumentó un 5%. Cada vez más, los urbanitas utilizan medios de transporte no contaminantes y hasta hay iniciativas para que el transporte urbano sea más ecológico a través de las bicicletas. Barcelona ha instalado un sistema de alquiler de estos vehículos que permiten retirar una bici en un parking y devolverla al finalizar el día, en otra parte de la ciudad.

A esto se le une que en las ciudades cada vez hay más edificios ecológicamente eficientes que gestionan su propio tratamiento de aguas, climatización y energía. Mitos ecológicos hay muchos, quizás porque, como dice Al Gore, hay verdades incómodas. Y mentiras cómodas.

Revista Quo No. 132

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4 comentarios en «Verdades ecológicas que nadie quiere escuchar»

  1. creo q cada uno tiene su opinión, pero tenemos q aceptar q la acción del hombre ha deteriorado el planeta y seguimos hechando la culpa a los pequeños, cómo puedes comparar una vaca con las acciones de las empresas trasnacionales y los desperdicios q arrojan. dejemos de hecharle la culpa a otros y asumamos q vivir en el capitalismo depredador nos está acabando. la revita quo apesta por su poca credibilidad: dónde están las citas de las investigaciones mencionadas

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  2. Muy buen texto, pero tambien no estoy muy agusto de eso que las ciudades son mas verdes que el campo…por favor!!! Estan hablando de paises de primer mundo, y que pasa con los demas??? Esa tecnologia solo es un sueño para otros paises tercermundistas.

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  3. Muy interesante el texto.
    Lo de las vacas ya lo había leído en algún otro lado, y el último punto de “Las ciudades son mas verdes que el campo” no me parece del todo cierto (por el momento), ya que los edificios inteligentes aún no son comunes, mucho menos de este lado del charco donde la tecnología se demora en llegar.

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