Un chip sin interruptor de apagado

EnerTech anunció con bombo y platillos su último dispositivo revolucionario: el Chip WorkDay. Con este artículo, el cliente puede ir trabajar el día entero sin siquiera notarlo. Durante el horario laboral activa automáticamente una secuencia de sueño en el cerebro del usuario, y después controla sus músculos para que haga su trabajo de forma completamente inconsciente. Ahora, una persona puede invertir toda su energía en cosas que realmente importan: familia, amigos y pasatiempos. Jamás tendrán que volver a pensar en trabajo, excepto cuando reciban su salario.

marionetas

En cuestión de unos pocos meses este chip se volvió parte cotidiana de la vida. De hecho, algunas compañías lo entregaron de forma gratuita a sus empleados. Era un ganar-ganar: las compañías obtenían trabajadores más eficientes, y los empleados ya no debían estresarse por las actividades laborales. Difícilmente reconocerías a un trabajador inconsciente pues el chip se adaptaba a los patrones, de forma que podía conversar como si se tratara del usuario. Durante una época se consideró el sistema perfecto.

Tres años después de implementado el Chip WorkDay, la enfermedad apareció. Apodada «Enfermedad de la Llama Roja«, generaba una terrible combinación de tos con sangre y un intenso dolor que parecía fuego dentro del pecho. Se esparció como reguero de pólvora, y pocos meses después la mayoría de la población la padecía. Aunque todos estos enfermos no estaban en condiciones de ir a laborar, la programación automática de los chips los obligó a hacerlo. No contaban con interruptor de apagado, y provocaba que los usuarios abrieran cerraduras o rompieran puertas para ir al trabajo.

Al final, si la persona tenía o no el chip pasó a segundo término: todos murieron. Desde el instante que alguien tosía sangre por primera vez, sólo le restaban unos pocos días de vida. La enfermedad no discriminó entre jóvenes o viejos, y eventualmente cada ser humano sucumbió. Las cosas sucedieron tan rápido que los cadáveres dejaron de procesarse, simplemente los abandonaron en sus casas para que la descomposición hiciera su trabajo.

muertos vivientes

En la actualidad, por las calles de todas las ciudades del mundo se observan cadáveres ejecutando movimientos ensayados, como si se tratara de fantasmas. Los cadáveres de los baristas intentan obtener un pedido de clientes que no existen, aunque ya ni siquiera tienen lenguas. Manos con piel arrugada siguen trabajando en las fábricas produciendo aparatos para nadie. Los hombres de negocios observan a ambos lados antes de cruzar la calle camino al trabajo, aunque ni siquiera tienen ojos. Estos seres fantasmales quedaron atrapados en un extraño purgatorio: recibieron la muerte, pero no la paz.

Vigilando a estos fantasmas se encuentra ese 1% que acumuló todo el poder y las riquezas. Al interior de los elaborados bunkers se escucha el tintineo de los vasos, celebran porque nunca más tendrán que pagar a otro empleado. El Chip WorkDay no cuenta con interruptor de apagado, y fue diseñado así por una razón.

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6 comentarios en «Un chip sin interruptor de apagado»

  1. Muy buena historia, lamentablemente para los ricos los cuerpos de los muertos ya no hacen nada, porque si no, las empresas estarían llenas de estos zombies.

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  2. Wow this is a shockingly original futuristic zombie story. I seriously thought every zombie story and plot had been beaten to death and then beaten to death again every time it would try and come back to life haha, but you honestly really surprised me. Probably my favorite story I’ve read on here in months.

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  3. Muy buen relato.
    Me gustó la metáfora con el sistema en el que vivimos: creer que trabajar por dinero nos da la felicidad. Como traer la proverbial zanahoria amarrada a los hombros y que es inalcanzable.

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  4. Esta creepypasta no estuvo mal me gusto pero si me hace pensar mucho en que la maldad de la mente humana es más aterradora que todo lo salido del mundo paranormal

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