La respuesta a si estamos o no solos en el universo puede encontrarse justo bajo nuestras narices, o más literalmente, dentro de cada célula de nuestro cuerpo.
¿Podrían nuestros genes contener un “sello del fabricante” escrito hace miles de millones de años en otros lugares de nuestra galaxia? Si tal marca existe, puede tratarse de la huella de una civilización extraterrestre maestra que nos precedió muchos millones o miles de millones de años en el pasado. Como su legado, ellos podrían haber reformulado la Vía Láctea a su propia imagen biológica.