¿Sabes lo que comes?

comida rápida

Vivimos en una sociedad que valora la conveniencia sobre la sustancia, lo que es cierto de innumerables formas, pero ninguna tan evidente como la forma en que comemos. Ser capaz de comer sobre la marcha y con poco o ningún esfuerzo o coste añadido en el extremo receptor es un atributo preciado de la vida en el siglo en que estamos. Por desgracia, esto se hace con poco conocimiento a lo que realmente sucede en las trampas de ese envoltorio de aluminio plegable o espuma de poliestireno. La verdad del asunto puede ser un poco más de lo que su estómago puede manejar (incluso si no haz ordenado una orden «extra grande»). Aquí están 10 aditivos cuestionables – y algunos francamente de miedo – que se pueden encontrar en la comida rápida, les guste o no.

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Duro de matar

Michael Malloy era un bombero de cincuenta años de edad, y un borracho a tiempo completo. Al igual que muchos en su situación, pasaba más tiempo bebiendo que trabajando, pero vivió en la década de 1930 en Nueva York y su hobby pasó a ser ilegal. Un cliente habitual en la taberna local, Malloy también se convirtió en la figura central en otro crimen: el fraude de seguros. La estafa: matar a alguien y cobrar su seguro de vida. Su papel: ser el tipo que muere.

veneno

Michael Malloy no era muy bueno haciendo este papel.

A finales de 1933, la Ley Seca habría llegado a su fin. Pero en enero, cinco hombres en el bar clandestino frecuentado por Malloy llegaron con un esquema para hacerse ricos rápidamente. El plan era sencillo: Malloy, un alcohólico sin hogar que parecía al borde de la muerte, sería el encargado de sacar tres pólizas de seguros de vida con los nombres de los cinco conspiradores como beneficiarios. Uno de los cinco, un hombre llamado Tony Marino, proporcionaría a Malloy todo el licor que pudiera beber, y algo más. Malloy, según el plan, tendría que ahogarse en el alcohol para finalmente morir.

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Pollos alimentados con arsénico hace décadas

pollos

No hay suficiente arsénico en el pollo como para matar a nadie, pero legalmente, las empresas y restaurantes pueden vender pollo a los consumidores americanos con concentraciones de arsénico de 500 partes por mil millones (50 veces más que la cantidad admisible de arsénico en el agua potable). El arsénico ha sido parte de la dieta de los pollos desde la década de 1940.

Es ingrediente de un aditivo alimentario llamado roxarsone que ayuda a que los pollos crezcan mucho más rápido y se vean menos afectados por los parásitos. En el año 2000, el 70% de todos los productores de pollos comerciales utilizaban roxarsone.

En respuesta a algunas de las preocupaciones sobre riesgos para la salud, muchos productores de pollo, desde entonces han dejado de utilizar arsénico, empresas como Tyson, Bell & Evans, Eberly y las granjas de pollos utilizados por McDonald y KFC (aunque las pruebas muestran que algunos de sus pollos todavía tienen rastros de arsénico). Por si las dudas y para estar seguros alguien que pesa 154 libras no debería consumir más de 2 onzas de pollo todos los días.

El el 18% del consumo total de pollo en México es importado, especialmente de Estados Unidos.

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