En plena Revolución francesa, en la década de 1790, apareció la primera red nacional de datos del mundo. Se trataba de un sistema telegráfico muy ingenioso que funcionaba gracias a la interconexión de varias torres, estructuras de roca como la que aparece en la siguiente imagen. Cada una de estas torres estaba coronada por una serie de brazos móviles de madera cuya posición correspondía a una combinación de letras y números.