En una relación saludable prevalece la disposición, de ambas partes, a compartir cosas. Puede ser algo tan banal como una goma de mascar, o cosas mucho más profundas como los sueños de un futuro juntos. Sin embargo, la experiencia dicta que hay ciertas cosas que debes reservarte sólo para ti: las contraseñas de servicios en Internet.
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