Carta de la chica que te vio crecer – Creepypasta

Hola, la primera vez que te vi, estaba realmente sorprendida de poder hacerlo. Llevabas una pequeña tortuga en las manos a la que insistías en llamar Michelangelo, supongo que por el personaje de las Tortugas Ninja. Te recogiste el largo pelo castaño sobre la espalda y dejaste la tortuga en el suelo poniéndote de rodillas. Te emocionabas al verla desplazarse por el césped. Me recordó a mi gato y a la forma en que solía jugar con él cuando tenía tu edad.

Niña oliendo flores amarillas

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Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – FINAL

Esta es la última actualización que publicaré. Las cosas empezaron a ponerse feas a un ritmo que jamás imaginé. No sabía que escribir sobre las cosas que suceden aquí podría afectar mi vida en tantos aspectos, y ahora me doy cuenta que probablemente hice algo muy estúpido. Tal vez debí pensar más antes de hacerlo pero, honestamente, creí que simplemente se trataba de cosas que a alguien más le gustaría leer. No era mi intención llamar tanto la atención.

El lago ness

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Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte VII

Entre los temas que más me preguntan aquí, en la vida real, se encuentran cosas como The Rake, Wendigo y otros seres mitológicos de esa clase. Siendo honesto no puedo decir que sé mucho sobre ellos, pero en base a algunas lecturas básicas que hice, puedo suponer que escuché algunas historias ligeramente relacionadas con estos personajes. Seguramente has escuchado el antiguo proverbio de que las leyendas de esta clase surgen a partir de algún lugar o evento verdadero, pero como ya saben, siempre me tomo este tipo de cuestiones con algo de escepticismo.

Fantasmas en el bosque

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El monstruo bajo la cama – Creepypasta

Estaba recostado a solas en mi habitación esa vez que escuché la voz, profunda y crepitante, que provenía de abajo de la cama.

Monstruo bajo la cama

“Oye”, dijo la voz.

Intentaba convencerme de que aquello era producto de mi imaginación.

“Oye, muchacho”, repitió la voz.

Junté las rodillas contra el pecho y puse la cabeza bajo el cobertor en un intento por lograr que aquella voz se callara. Una gélida ráfaga de viento entró por la ventana y movió las persianas.

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