“¿Una manta?”, me resultó imposible ocultar el tono de decepción cuando observé a mamá entrando a la habitación con aquella deteriorada manta de retazos. “¿Y cómo se supone que esto me ayudará?”.
Relatos
Mi tío Roberto
Cuando tenía diez años de edad, mi tío Roberto falleció en un trágico accidente automovilístico. Me encontraba en el auto junto a él, acompañado también de mi tía Emilia, mientras nos dirigíamos al hospital. “Lo siento”, fueron las últimas palabras de mi tío.
Mi esposo tiene un doble malvado
“¡Yo soy el verdadero!”, me gritó el hombre que podría ser Matías. “¡No, yo soy el verdadero! El hombre al que juraste fidelidad frente al altar”, exclamó el otro que también podría ser Matías. Los observé con detenimiento mientras les apuntaba con la escopeta. En el mundo entero no se hablaba sobre otra cosa que no fuera la aparición de estos dobles, aunque nunca creímos que nos pasaría a nosotros.
El problema en un apocalipsis zombi no son los lentos
Irónicamente, lo peor del “apocalipsis zombi” no eran los zombis en sí. El problema es que eran demasiado lentos, tanto que hasta un niño gateando andaba más rápido que estos muertos vivientes. Aunque pensándolo bien, la peor parte eran todos esos locos aferrados a la idea de que este era el fin del mundo. Sin el más mínimo remordimiento de conciencia, mataban a cualquiera que consideraban infectado. Millones de personas completamente sanas murieron en manos de estos imbéciles.
Cien años tarde, demasiado tarde
Demoró años para que los científicos desarrollaran la tecnología necesaria para viajar en el tiempo, pero finalmente sucedió. Entonces llegaron las primeras pruebas con humanos. Estaba nervioso, pues me convertiría en la primera persona en viajar por el tiempo. Tras despedirme de cada uno de mis amigos y sonreír para las cámaras, ingresé a la máquina del tiempo.
Una noche de guardia convertida en pesadilla
Durante mi tiempo como soldado en la ciudad de Puebla, me enviaron a realizar una guardia a una casa abandonada dentro de las instalaciones militares. Era de noche, pero iba acompañado de otro elemento. La casa estaba muy alejada de las otras instalaciones, lo que la hacía un blanco fácil para posibles amenazas. Nos encomendaron cubrir dos turnos de cuatro horas cada uno. Entonces, decidimos que mi compañero haría la primera guardia mientras yo descansaba.