Los dinosaurios gobernaron la Tierra durante la Era Mesozoica. Un período que moldeó significativamente la expectativa de vida de los mamíferos modernos, incluidos los seres humanos. Resulta fascinante considerar cómo este dominio ancestral terminó limitado nuestra longevidad actual. Así lo explica João Pedro de Magalhães, reconocido profesor de biogerontología molecular de la Universidad de Birmingham.
Un equipo de bioingeniería encontró una forma de regenerar extremidades perdidas en una rana de uñas africana. Mediante la aplicación tópica de una sustancia en las regiones de amputación, los científicos promovieron el crecimiento de una extremidad «parecida a una pierna». Los pormenores del experimento se encuentran en una publicación de la revista Cell Reports.
Un equipo de investigadores japoneses describió dos especies de babosas de mar (Sacoglossa) capaces de arrancarse la cabeza y regenerar el cuerpo entero días después. Esta capacidad de regeneración es una de las más asombrosas vistas en el mundo animal hasta la fecha. Los pormenores del hallazgo se publicaron en un artículo del periódico Current Biology el pasado 8 de marzo.
Todo lo que nace, algún día, eventualmente tendrá que morir. ¿Cierto? Bueno… casi. Hemos aprendido a aceptar esta máxima como una verdad universal, un ciclo de vida que invariablemente se aplica a todos los seres vivientes.
Sin embargo, no todos los animales mueren porque haya un ciclo al final de la vida. Hay un animal, uno muy pequeño, que habita en cuerpos de agua dulce como los lagos, y que entra en la etapa de la madurez muy rápido, se reproduce en un periodo de tres o cuatro días y, contrario a otros animales que inician su reproducción a muy temprana edad, no muere. Este animal es la hidra.