La vida en las grandes ciudades ha sido uno de los principales temas de la reflexión intelectual desde el siglo XIX, cuando el estallido de la dinámica urbana ya empezaba a parecer irreversible, a un ritmo casi completamente opuesto a la existencia no industrializada que por tantos años había perseguido la humanidad.
Una de las principales diferencias entre una y otra forma de vida es, entre muchas otras, la falta de espacio habitacional, la reducción significativa de los sitios destinados a servir como un hogar. Los apartamentos destinados para el trabajador y su familia, el burócrata, y todos los empleados de ingresos moderados que no pueden permitirse el lujo de algo más grande, son la expresión arquitectónica de un modo específico de existencia en el mundo, hábitos y prácticas condensadas en metros cuadrados de superficie, en un número de habitaciones, en el tamaño de la cocina, del baño o el dormitorio.