En las proximidades de del pequeño poblado mexicano de Onavas, al sur de Sonora, arqueólogos descubrieron el primer cementerio prehispánico de la zona, con una fecha de antigüedad de aproximadamente 1,000 años.
Un cementerio exclusivo.
En el cementerio descansaban los restos mortales de 25 personas, 13 de las cuales presentaban una deformación craneal intencional y cinco mutilación dentaria, prácticas culturales muy similares a la de los grupos prehispánicos en el sur de Sinaloa y norte de Nayarit, pero hasta ahora, nunca vistos en Sonora.
Algunas de las osamentas llevaban adornos como brazaletes, narigueras, pendientes, colgantes hechos de conchas encontradas en el Golfo de California, y uno de los muertos contenía un caparazón de tortuga, cuidadosamente colocado sobre el abdomen. Sin embargo, los arqueólogos señalaron que las tumbas no fueron acompañadas por las ofrendas y contenidos esperados.