Quizá nuestros ancestros hayan tenido sus razones para construir estatuas gigantescas como ofrendas de paz y buena voluntad hacia los dioses. El artista y escultor Lorenzo Quinn parece encontrar inspiración en esta hipótesis, pues su serie de esculturas titulada “La Fuerza de la Naturaleza” aparentemente personifican este concepto.
En la ciencia ficción, los planetas están repletos de extrañas formas de vida, ambientes surreales y colores más abundantes que en carnaval de Brasil. Estos tipos de ambiente hacen que nuestros vastos paisajes verdes parezcan aburridos y monótonos. Sin embargo, cuando analizamos la historia de la Tierra, podemos descubrir que ese verde jardín que habitamos hoy algún día fue tan hostil y raro como los mundos de la ciencia ficción.
Existe una veloz tendencia por destacar al medio ambiente y a los animales en la publicidad. Con un lenguaje que aborda cuestiones globales, que no son nada fáciles de resolver, las campañas de propaganda nos sugieren que cambiemos nuestros hábitos negativos, reflexionando el proceso hacía un estilo de vida y comportamiento positivo.
La fotografía que supuestamente muestra al cocodrilo más grande capturado en la historia ha provocado una gran polémica en las redes sociales tras ser publicada en Imgur. La historia tras la imagen asegura que un cocodrilo macho de 8.6 metros de largo murió a manos de la polaca Krystina Pawloski en el río Norma, en el Estado de Queensland, en Australia, en el año de 1957.
Existe toda una diversidad de lugares interesantes y sorprendentes alrededor del mundo, y de algunos ni siquiera hemos escuchado hablar. Aunque el ser humano esté destruyendo grandes porciones de ecosistemas aniquilando en el proceso verdaderas maravillas, afortunadamente todavía nos quedan abundantes bellezas naturales en el planeta que podemos aprovechar para mantener el sentido del asombro.
El famoso explorador Vitus Bering quizá haya liderado la expedición científica más ambiciosa de la historia allá por el 1730. Con diez mil personas bajo sus órdenes, estuvo a cargo de explorar las vastas tierras de Siberia y el desconocido mar entre Siberia y Alaska. En 1741, se vio forzado a desembarcar en una tierra que posteriormente sería conocida como “isla de Bering”, donde murió. Entre su equipo se encontraba el médico y naturalista Georg Steller, que descubrió en las tranquilas aguas que circundaban la isla un mamífero enorme de tres toneladas, parecido al manatí, al que bautizó como vaca marina de Steller (Hydrodamalis gigas).
