¿Has tenido algún apodo que simplemente odias? Probablemente no sea tan malo como piensas, al menos si lo comparas con estos peculiares apodos reales. Si merecían o no los epítetos que se les dieron, corresponde a la historia confirmarlo o negarlo. Pero una cosa es cierta: en la Edad Media los hombres perfeccionaron el arte de los apodos y se aseguraron de que tuvieran un extraño sentido del humor y una marcada ironía.
Monarcas
¿Cómo era la vida de un faraón?
Básicamente con muy pocos lujos y con mucha devoción a sus dioses. A pesar de vivir en un palacio, de tener varias esposas y de disponer de esclavos y siervos, un faraón no desperdiciaba su poder en fiestas y orgías. En lugar de eso, permanecía constantemente concentrado en actividades administrativas y ceremonias religiosas.
Considerado como la reencarnación del dios Horus, la deidad más importante del panteón egipcio, el líder tenía un poder vitalicio que era transferido a su hijo más viejo. A pesar de esta regla, diversas guerras y disputas internas entre familias nobles modificaron los linajes reales y las dinastías, lo que abrió un espacio para que las mujeres se hicieran con el trono, como sucedió con Cleopatra.