En los incesantes intentos por expandir los horizontes de la exploración espacial, la comunidad científica volcó su atención hacia unos curiosos visitantes de nuestro planeta: las mini Lunas. Estos objetos celestes, que capturan la imaginación tanto de astrónomos como de entusiastas del espacio, prometen ser mucho más que una mera novedad astronómica. Representan la próxima frontera en nuestro empeño por conquistar el cosmos, ofreciendo un campo de pruebas sin igual para las tecnologías del mañana.
El espíritu de H. G. Wells y La Guerra de los Mundos sigue vigente. Para continuar con su búsqueda de vida en Marte, la NASA se preparó para una nueva etapa en la búsqueda de vida: el Laboratorio Científico de Marte.
Esta misión, originalmente planeada para 2009, pero que fue postergada hasta 2011, la llevará a cabo un explorador de última tecnología que recibe el nombre de Curiosidad (“Curiosity” en inglés). El explorador recorrerá la superficie del planeta desempolvando rocas, pero también vaporizándolas con un rayo láser, con el fin de tomar muestras y analizarlas ahí mismo. Al vaporizarlas, creará una nube de plasma que revelará su composición química.
El objetivo final, afirma Joy Crisp, del Laboratorio de Propulsión de NASA, es buscar moléculas orgánicas. “Queremos saber si el ambiente de Marte es, o ha sido, propicio para la vida“. Al decir de los líderes de la misión, las rocas marcianas contienen registros que datan de miles de millones de años acerca de la temperatura planetaria, el contenido de agua y la atmósfera.
A diferencia de los exploradores anteriores, Curiosity será capaz de recorrer distancias mayores; contiene más instrumentos y herramientas y un brazo robótico mejorado. Sin embargo, lo más importante es que esta unidad estará equipada con un laboratorio analítico y su función será más que simplemente la observación.
