Hay todo un consenso de superstición sobre las casas abandonadas y los tétricos espacios que guardan entre sus paredes, pero casi nunca nos detenemos a pensar en la belleza que desprenden por su constitución y forma. Por lo general, estos lugares abandonados son una fuente de verdadera melancolía al pensar que lo que vemos, alguna vez fue un lugar habitable, lleno de personas, felicidad y propósitos.
Muchas personas recurrimos a la música cuando nos sentimos tristes, nos encanta torturarnos con canciones que, cuanto más nos hagan llorar, más disfrutamos. Pese a que el ser humano hundido en un estado de melancolía y tristeza tenga la costumbre, por autocompasión, de evocar cosas aún más lúgubres y taciturnas, ¿alguna vez te has preguntado por qué?
Christian Hopkins tiene 20 años y encontró en la fotografía algo más que una afición, una manera de hacerle frente a su enfermedad. Hopkins sufre de depresión aguda desde hace 4 años y la manifiesta de diversas formas. Una de ellas es a través de estos retratos surrealistas y melancólicos que el joven va creando.
No es el primer caso de personas que utilizan el arte como una vía de escape para ciertos problemas en su vida, ya que es una de las mejores maneras de expresar emociones. Pero resulta especial y sorprendente la forma en que este joven lucha contra la depresión, imágenes que transmiten una gran vulnerabilidad, letargo y soledad (haciéndonos reflexionar con que podría ser cualquiera de nosotros).