Los asesinos seriales ejercen cierta fascinación en algunas personas, quizá por qué muchos eran sujetos poseedores de una inteligencia por encima del promedio, por qué tenían exitosas carreras profesionales y, hasta cierto punto, quizá por qué eran muy buenos en esconder de los demás su desprecio para vida ajena.
Las series de televisión, películas, documentales y la literatura también son factores que despiertan en determinadas personas una especie idolatría en relación a los asesinos seriales, algo que a todas luces resulta preocupante, pues a final de cuentas las personas capaces de cometer numerosos asesinatos y que normalmente no tienen ningún tipo de empatía por la vida ajena no deberían ser idolatradas.