A estas alturas todos sabemos que algunos planetas son orbitados por satélites naturales comúnmente llamados lunas. Sin embargo, un par de astrónomos descubrió que estos cuerpos celestes de hielo y roca también pueden ser orbitados por objetos de menor tamaño, como si se tratara de “lunitas”.
Frank Borman se integró a la tripulación del Apolo 8 con un solo objetivo en mente: superar a los soviéticos en la carrera espacial. Si toda tu infancia soñaste (y aún guardas la esperanza) con ir al espacio, debes saber que la experiencia de viajar más allá de los límites de nuestro planeta no es tan buena como suponemos.
Júpiter ahora tiene 79 lunas. Entre la docena de satélites que se descubrieron recientemente, uno cuenta con apenas un kilómetro de diámetro y de un momento a otro podría colisionar con cualquiera de sus compañeros. El 7 de enero de 1610, cuando faltaban aún dos siglos para que México iniciara su lucha por la independencia de España, un hombre llamado Galileo Galilei dirigió un primitivo telescopio al cielo y observó algo… era un conjunto de lunas que orbitaban a Júpiter. Se trataba de los cuatro satélites más grandes: Europa, Ío, Calisto y Ganimedes.
A lo largo del tiempo se han presentado diversas teorías sobre la formación de la Luna, unas más aceptadas que otras, pero todas dejan cabos sueltos a la hora de explicar la formación de nuestro satélite natural. Sin embargo, una nueva propuesta parece llenar estas lagunas al postular que la Luna se formó dentro de la Tierra, cuando nuestro planeta estaba lejos de terminar su formación y básicamente consistía en una nube giratoria súper caliente de roca vaporizada con la forma de una dona, una fase conocida como synestia.
Si eres seguidor de las teorías de conspiración, seguramente has escuchado sobre el hacker escocés que logró vulnerar los sistemas del Pentágono, del Ejército, de la Marina, del departamento de Defensa de los Estados Unidos y hasta de la NASA. Se dice que este hacker descubrió en las computadoras de la agencia espacial imágenes que mostraban estructuras alienígenas gigantescas en el lado oculto de la Luna, así como naves en reposo y sobrevolando la superficie de nuestro satélite natural.
En la pequeña ciudad de Bisden nadie sale de casa después que oscurece. Mientras el Sol se esconde en el horizonte las persianas se cierran, las velas se apagan y las puertas son firmemente atrancadas. Para el momento en que la Luna nace, la ciudad entera parece un pueblo fantasma, el silencio y la oscuridad reinan con supremacía.
