En los últimos meses, el avance tecnológico viene superando todas las expectativas. Hoy, ya no existe duda sobre su enorme potencial para transformar a nuestra especie. A causa de esto, muchos no dejan de preguntarse qué tanto cambiará nuestra vida ante tantos caminos por seguir. La nanotecnología, machine learning e Inteligencia Artificial son solo algunos de esos destinos que experimentaremos en los próximos años.
Algunos seres tienen la capacidad de superar el proceso natural de la muerte. Los animales biológicamente inmortales son capaces de vivir indefinidamente. Por supuesto, a menos que su existencia sea interrumpida por un depredador, enfermedades o cambios drásticos en su hábitat. Resultan de mucho interés para los científicos, pues podrían albergar el secreto para que los humanos alcancen la inmortalidad. O, como mínimo, pausar el proceso de envejecimiento.
¿Sería posible alcanzar la inmortalidad descargando nuestra conciencia y haciendo una transferencia mental? Desde que nos sabemos mortales, los humanos buscamos formas de extender la vida. Alcanzar la inmortalidad resultaría trascendental para nuestra especie. Por eso, a través de los siglos nos empeñamos en realizar toda clase de tratamientos y rituales extraños para dar con el elixir que nos permita vivir por siempre. Es cierto que extendimos nuestra esperanza de vida, pero la muerte eventualmente nos alcanza a todos.
Mi primer deseo fue un vaso con agua. Algo sencillo para cerciorarme de que aquel hombre envuelto en un aura brillante no era producto de una alucinación vívida. “Concedido”, dijo el genio mientras asentía con la cabeza. Instantáneamente un vaso lleno de agua se materializó sobre la barra de mi cocina. El cristal estaba frío al tacto, y el líquido refrescante mientras bajaba por mi garganta.
Corría el año 2080. Aún recuerdo con mucha claridad a la presentadora del noticiero replicando la información. Un grupo interdisciplinario de científicos había descubierto, casi por casualidad, el secreto de la inmortalidad. Y no sólo la inmortalidad celular. Con la inoculación de ciertas sustancias químicas en el cuerpo, literalmente adquirimos la incapacidad de morir.
En el siglo XVIII existió un personaje considerado por muchos la figura más extraña de todos los tiempos: el Conde de Saint Germain. El verdadero origen de este personaje y muchos datos sobre su vida jamás fueron comprobados, lo que hace que su existencia haya sido cubierta por un velo de misterio.
