Entre los individuos como entre las naciones, las cosas se ponen un poco más alegres cuando se escapa de los umbrales de la pobreza. Sí, es verdad, a medida que nos hacemos más ricos tendemos a ser más felices. Pero solo hasta cierto punto. A un determinado nivel de riqueza – cuando nuestras necesidades básicas están completas – las personas dejan de incrementar su felicidad. Es decir, el dinero hace la felicidad, pero no siempre.