Todos los seres vivos, desde las bacterias hasta los especímenes más grandes del reino animal, pasando por plantas y protozoarios, emplean la misma molécula transportadora de energía. Es un combustible celular universal llamado adenosín trifosfato (ATP). Y ahora, un reciente estudio finalmente explica cómo esta molécula se convirtió en la moneda de energía para la vida.
Quizá no lo parezca, pero masticar es una tarea importantísima de la digestión. De hecho, la masticación gasta mucha más energía de la que imaginas y es posible que influyera en la evolución de los humanos. ¿Alguna vez te detuviste a analizar este proceso? La boca se abre y los dientes se cierran sobre el alimento. Una enorme cantidad de músculos se sincronizan para levantar la mandíbula una y otra vez. Mientras tanto, en el interior la lengua dirige la comida para que la trituren los dientes.
¿Has soñado con adquirir un kit de paneles solares que puedas instalar fácilmente en casa? En Alemania, una empresa empezó a comercializar un paquete de paneles solares con esas características. La novedad con este producto es que los habitantes de edificios lo pueden instalar sobre barandales y alimentar directamente sus aparatos eléctricos.
Hace doscientos años, las anguilas eléctricas sirvieron de inspiración en la fabricación de la primera batería. Actualmente, estos peces inspiran nuevas tecnologías allanando el camino para un mejor futuro. Para satisfacer la enorme demanda de energía portátil, muchos innovadores buscan una tecnología que reemplace a las baterías actuales.
¿Electricidad “ilimitada”, íntegramente ecológica y con un costo de producción ridículamente bajo? El concepto parece sacado de la ciencia ficción. Sin embargo, una empresa del Massachusetts Institute of Technology (MIT) asegura que es perfectamente posible si empleamos el magma terrestre como fuente de calor. Aprovechando apenas el 0.1% de su calor, tendríamos para satisfacer las necesidades energéticas de nuestra civilización durante 20 000 000 de años.
Las siguientes imágenes se obtuvieron gracias a la cámara termográfica de grado militar Selex Merlin, y resultan reveladoras. Oli Martin sirvió como conejillo de indias para mostrar en tiempo real como es que el cuerpo humano pierde calor en condiciones de congelación.
