Uno de los recuerdos que más vienen a mi memoria en la época en que hacia honores a la bandera en la escuela eran los típicos desmayos. Lunes por la mañana, el cansancio, el aburrimiento, el estómago vacío y a veces el sol justo sobre la cabeza eran la mezcla perfecta para terminar con uno que otro compañero perdiendo el conocimiento.
Cosa muy distinta ocurre en la milicia, dónde existió – o todavía existe, no sé – un código de honor que dicta que al momento de un desmayo, el soldado debe caer como fuera, incluso de bruces contra el suelo, jurando lealtad a la patria en ceremonias y eventos militares.