En un episodio que genera amplia controversia, Kenneth Smith, de 58 años, fue ejecutado mediante inhalación de nitrógeno en una prisión de Atmore, Alabama, en Estados Unidos. Este método, autorizado por la Suprema Corte del país, se presenta como una alternativa a la famosa inyección letal. La cual enfrenta obstáculos debido a la negativa de las empresas farmacéuticas a suministrar los insumos necesarios.