La triste historia de Laika, el primer animal en órbita

El reconocimiento de haber sido el primer ser humano en entrar al espacio exterior pertenece al cosmonauta ruso Yuri Gagarin. Sin embargo, no fue el primer terrícola en navegar la Vía Láctea. Pocos años antes de que Gagarin hiciera historia entrando en órbita en 1961, los rusos embarcaron en una misión suicida a una perra callejera apodada Laika, que se convirtió en el primer ser vivo de la historia en orbitar al planeta Tierra.

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Sello artístico ruso, Laika en el Sputnik 2 – Vintageprintable1/Flickr

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6 historias embarazosas del espacio

Desde el primer instante en que los humanos se dieron cuenta que aquellos puntos luminosos en el cielo nocturno eran astros, soñaron con viajar entre las estrellas. Tras 10 mil años de ingenio y sacrificio, la verdad es que no hemos llegado muy lejos. Básicamente nos limitamos a viajar al “garaje” de la Tierra.

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El misterio de los 3 cosmonautas que murieron sonriendo

El día 30 de junio de 1971, la nave espacial soviética Soyuz 11 comenzó a desplegar su sistema de aterrizaje automático después de permanecer 24 días en el espacio. El equipo en tierra estaba satisfecho, a pesar de que en los últimos minutos había perdido contacto con la tripulación: Viktor Patsayev, Georgi Dobrovolski y Vladislav Volkov. En ese momento tendría lugar uno de los misterios más debatidos de los años 70.

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Hechos que probablemente ignorabas sobre la vida en el espacio

Durante un día en el espacio se experimentan 16 amaneceres.

En una órbita terrestre baja, el sol sale y se pone cada 90 minutos. Por este motivo es muy difícil para los astronautas dormir bien y esto se debe a la ausencia de un día normal (con un ciclo diurno y uno nocturno). Para contrarrestar esto, los administradores de la Estación Espacial Internacional, establecieron para los astronautas ciclos de 24 horas basados en el calendario terrestre. Los relojes a bordo de la EEI se establecieron en Tiempo Medio de Greenwich (GMT).

En el espacio los astronautas crecen entre cinco y ocho centímetros.

Sin la fuerza de compresión de la gravedad, la columna vertebral se expande y crece en altura, por lo general entre 5 y 8 cm. Lamentablemente, esta altura extra puede traer complicaciones que suelen incluir el dolor de espalda y problemas nerviosos.

Los astronautas no roncan.

Esto sucede porque la gravedad juega un papel dominante en la generación de apneas, hipopneas y los ronquidos. La NASA ha registrado que miembros de la tripulación que roncaban habitualmente en la Tierra dejaban de hacerlo bajo los efectos de la microgravedad.

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