La llorona (versión colonial)

La leyenda de la llorona es quizá la leyenda más difundida a lo largo y ancho de México, existen tantas versiones como comunidades que afirman haber escuchando alguna vez al fantasma de la llorona, esta es la versión colonial y una de las más antiguas de las que se tenga registro.

La llorona estatua

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La calle de La quemada

la calle de la quemada

Muchas de las calles, puentes y callejones de la capital de la Nueva España tomaron sus nombres debido a sucesos ocurridos en las mismas, a los templos o conventos que en ellas se establecieron o por haber vivido y tenido sus casas personajes y caballeros famosos, militares y gente de alcurnia. Este es el caso de la calle de La quemada, que hoy lleva el nombre de Quinta Calle de Jesús María, y según nos cuenta esta dramática leyenda, tomó precisamente ese nombre en virtud a lo que ocurrió a mediados del siglo xvi.

Se cuenta que en aquellos días, cuando regía la Nueva España don Luis de Velasco I, vivían en una amplia casona don Gonzalo Espinosa de Guevara y su hija Beatriz, ambos españoles provenientes de la Villa de Illescas. Poseían una gran fortuna que en muy poco tiempo se acrecentó gracias a los negocios y a la inteligencia del padre.

Las crónicas nos relatan que Beatriz era una mujer muy bella, siendo ésta un vínculo de atracción más que el dinero: veinte años de edad, cuerpo de graciosas formas, ojos glaucos, rostro hermoso y de una blancura de azucena, enmarcado en abundante y sedosa cabellera bruna que le caía por los hombros y formaba una cascada hasta la espalda de fina curvatura.

Se asegura que además de esas cualidades físicas, su alma era toda bondad y dulzura, pues gustaba de amparar a los enfermos, curar a los apestados y socorrer a los humildes por los cuales llegó a despojarse de sus valiosas joyas en plena calle para dejarlas en esas manos temblorosas y cloróticas.

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La calle de la mujer herrada

En la época de la Colonia, todavía en la ciudad de México, o mejor dicho la Nueva España, contaban con canales navegables por los que se transportaban. La siguiente historia se desarrolla entre los años 1670 y 1680 en la casa marcada con el número 3 de la calle Puerta Falsa de Santo Domingo, ahora número 100, en donde vivía un clérigo con una mujer. Como bien sabemos, los sacerdotes no pueden casarse ni vivir en unión marital con alguien; sin embargo, este hombre la tenía como su legítima esposa.

leyenda de la mujer herrada(1)

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