En el mundo hay gente que colecciona sellos postales, artículos de la Coca-Cola, libros y los casi obsoletos discos de vinilo, pero Richard Gibson, un hombre de 58 años, tiene una de las colecciones más extrañas y asquerosas del mundo.
Durante sus últimos 36 años de vida (comenzó cuando tenía 22), de forma casi religiosa ha guardado todos sus recortes de uñas en un frasco de vidrio.