Claudio Vieira de Oliveira nació en Monte Santo, Bahia, en Brasil y tan pronto como dio el primer respiro fuera del vientre materno, los mismos médicos que lo habían traído al mundo lo condenaron a muerte.
Se le aconsejó a la madre dejar que el niño muriera – después de todo, aparentemente no tenía posibilidades de seguir con vida. Pero, pese a esa perspectiva tan cruel, Claudio es hoy un vivo ejemplo de superación.