Sexo en el país de nunca jamás

No se trata de inocentes historias sin sentido, sino de valiosas herramientas que ayudan a construir la personalidad. Los cuentos de hadas son piezas clave en el desarrollo infantil de la sexualidad.

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Sexo en el país de nunca jamás

Si uno pone atención, no resulta complicado encontrar alusiones al sexo, veladas o directas, en los relatos fantásticos para niños. De hecho, las primeras versiones de Caperucita Roja, entre ellas la de Charles Perrault (1697), incluyen una escena en la que el lobo invita a Caperucita a meterse con él en la cama de la abuela; ella se desnuda poco a poco preguntándole qué hacer con cada prenda que se quita (“Arrójala al fuego porque ya no la necesitarás”, contesta el canino seductor) y, luego de este streaptease, acepta la invitación. Una vez en la cama los dos, desnudos, inicia el famoso diálogo de “Qué brazos tan grandes tienes, lobito”… “Son para abrazarte mejor”… En los siglos posteriores, autores como los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen se encargarían de depurar los contenidos de los cuentos con el ilustrado fin de proteger las susceptibilidades de los infantes.

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