Quoll, el pequeño marsupial que muere por tener sexo

El quoll (Dasyurus) es un pequeño marsupial de nariz rosada y motas blancas en el cuerpo. Su hábitat comprende buena parte del territorio norte australiano y es uno de los pocos animales que prefiere morir antes de perder la oportunidad de tener sexo. Según investigadores de la Universidad de la Costa del Sol (USC), la temporada de apareamiento de esta especie es tan corta y frenética que los machos mueren de cansancio.

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La investigación se desarrolló al norte de Australia, en la isla Groote Eylandt, donde se comparó la actividad sexual tanto de los quolls machos como de las hembras durante la época de apareamiento. A grandes rasgos, se encontró que los machos descansan un 8% del tiempo. Una diferencia sustancial respecto a las hembras, que descansan el 24% del tiempo.

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Por si fuera poco, los quoll machos se desplazan 13% del tiempo, a diferencia de las hembras que solo lo hacen el 9%. Un macho al que los investigadores apodaron Moimoi viajó más de 10 km en una sola noche para encontrar una compañera sexual. Para un animal carnívoro del tamaño de un gato, recorrer esa distancia en tan poco tiempo se considera un viaje épico.

El frenesí del apareamiento es tan intenso que, además de toda la energía gastada, el quoll macho simplemente no duerme. Por eso es que tienden a vivir solamente una estación reproductiva, mientras que las hembras atestiguan cuatro a lo largo de su vida. Joshua Gaschk, biólogo de la USC y líder del estudio, explica que la falta de sueño vuelve al marsupial más susceptible al ataque de depredadores o a la muerte por infección.

Además, sus reflejos se reducen y existe una mayor probabilidad de que mueran atropellados por automóviles.

El quoll y su frenética temporada de reproducción.

Uno de los quolls monitoreado durante el estudio recibió el peculiar mote de “Moimoi” en homenaje a un legendario jugador de rugby australiano. La última vez que Gaschk vio a Moimoi el animal se encontraba tan mal que ni siquiera podía caminar derecho. Generalmente, los quoll machos solo viven unos pocos días tras la época de reproducción.

En total, los investigadores capturaron a 13 quolls salvajes del norte (Dasyurus hallucatus). Y a cada uno le instalaron una pequeña mochila con un acelerómetro que permitió monitorear sus movimientos a lo largo de 42 días. Antes de regresarlos a su hábitat, los analizaron en el laboratorio. Esto último para que los investigadores pudieran clasificar los movimientos en diversas categorías. Por ejemplo, estado de “reposo”, “galope”, “caminata” y “limitación”.

El objetivo de este análisis era vincular la información obtenida con los registros del acelerómetro. De forma que los datos pudieran entrenar al algoritmo, por lo que la interpretación de las lecturas del acelerómetro se facilitó mucho.

Quoll marsupial

Reproducción suicida.

Curiosamente, varias especies de marsupiales exhiben este comportamiento suicida en el apareamiento. Animales que invierten toda su energía en una estación de reproducción para después perecer. Dicha estrategia reproductiva, también observada en los salmones, se conoce como semelparidad. En el caso de los peces, se sacrifican nadando río arriba para reproducirse una vez y seguir existiendo solamente un día.

Algunos expertos consideran que experimentar una única estación reproductiva es, de hecho, un mecanismo evolutivo para incentivar el compromiso de procrear. Es más, las especies que se reproducen una sola vez suelen tener varios descendientes en una única estación de apareamiento. En el caso de los quolls, las hembras suelen tener entre cinco y ocho crías por camada.

“Otra hipótesis que apoya la ‘reproducción suicida’ es que, con la eliminación de los machos, las nuevas generaciones tienen más recursos a disposición”, señala Gaschk. “En los quolls se trataría más de un deseo incontrolable. Una especie impulso promovido por la sincronización del ciclo de celo en las hembras de la población. Básicamente, en los machos surge la idea de que ese es el momento de procrear y que solo tienen que ir lo más lejos posible. Pues solo así lograrán maximizar la transmisión de sus genes a la próxima generación”.

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