Nathan Coker: el herrero sobrenatural

A través del tiempo han aparecido multitud de historias de personas que parecen desafiar las leyes de la naturaleza. Historias que pasan de una generación a otra sobre individuos inmunes al dolor y los efectos destructivos del fuego. En el lejano Oriente, las historias de faquires y hombres santos que rutinariamente caminan sobre camas incandescentes de brasas sin sufrir el más mínimo daño aún atrapan la imaginación de propios y extraños.

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En el mundo occidental también tenemos impresionantes historias de seres que pueden lidiar con el fuego durante largos periodos de tiempo, aparentemente resultando ilesos. El más famoso exponente de este fenómeno probablemente fue un hombre llamado Daniel Dunglas, que fue observado en múltiples ocasiones mientras metía la cabeza entre las llamas de una chimenea sin efectos nocivos perceptibles.

La mayoría de estas personas tienden a ser gurús que se autoproclamaban médiums, videntes o artistas: personajes que de alguna forma beneficiaban, económica o moralmente, al individuo.

Daniel Dunglas
Daniel Dunglas

Sin embargo, existió un hombre que nunca se ajustó al molde, un humilde herrero inmune al calor y a las llamas de una forma sobrenatural. Lo más interesante de esto es que al protagonista de la historia le parecía de lo más normal, mientras el resto de los mortales observaba con pavor sus habilidades. Se cuenta que este hombre podía aplicar trozos de hierro al rojo vivo sobre su piel y hacer gárgaras con plomo derretido. Lo llamaban Nathan Coker.

Conocido popularmente como el “Herrero sobrenatural”, Nathan era dueño de un don milagroso: aparentemente su cuerpo era capaz de rechazar (o absorber) todo el calor que le aplicaban.

Nathan Coker vino al mundo en el año de 1814 en la localidad de Hillsborough, Maryland, Estados Unidos. Nació siendo un esclavo propiedad de Bishop Emery. Un abogado de apellido Purnell firmó un contrato con Emery para que le traspasara el título de propiedad de Nathan Coker al inicio de su adolescencia.

Purnell jamás fue un buen dueño, y maltrataba a Coker en multitud de formas. Muchas veces Coker pasaba hambre pues su dueño raramente le ofrecía comida suficiente para completar su dieta, hecho que lo llevó a hurtar comida de la cocina.

Fotografía puramente ilustrativa.
Fotografía puramente ilustrativa.

Sería durante estas incursiones a la cocina, obligadas por el hambre, que Coker se hizo consciente de su habilidad tan rara. Cuando describió aquellos ataques a la comida ajena, el hombre dijo:

“Retiro albóndigas del agua hirviendo, sin pestañear. Las personas se asustan cuando me ven hacerlo […] Tomé café hirviendo pues tenía prisa y me preguntaron como hacía aquello sin retorcerme de dolor. Yo les pregunté ‘¿hacer qué?’”.

Aunque al inicio Coker no había comprendido que era el único que podía realizar estas proezas, sus hazañas rápidamente se hicieron evidentes y lo condujeron a una nueva profesión: herrero. En la ciudad de Denton, Maryland, después de lograr librarse de Purnell, Coker terminó adquiriendo cierta popularidad por las demostraciones que sus clientes le solicitaban.

Nathan manipulaba el hierro al rojo vivo a mano limpia, recogía brazas e incluso metía la mano entre el fuego que fundía el hierro, como si nada pudiera afectar su piel.

Los periódicos locales empezaron a notar aquellos actos prodigiosos que se convertirían en noticia de primera plana durante mucho tiempo. Hasta el día de hoy no se sabe cómo terminó la vida de Nathan. Los últimos informes sobre su paradero se registraron en 1894, cuanto tenía 80 años.

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