Los muertos están entre nosotros… en Internet

Cuando asistí a la educación primaria tuve un compañero con el que entablé una amistad muy cercana, como sucedió con muchos otros de mis camaradas de aquella época. El tiempo pasó y por asuntos del destino perdí contacto con él, jamás volví a saber de su vida hasta hace unos días. Entre los amigos sugeridos pude ver una foto de mi viejo amigo y decidí entrar a dar un vistazo.

zombis

La Internet es muy curiosa: puedes entrar en la vida de una persona para “ver cómo está”, prácticamente sin que ella te invite, abra la puerta o te ofrezca un café. Entras y sales sin ser invitado y sin ser visto, como un fantasma. Volviendo al tema, entré sin tocar la puerta y… para mí susto, además de saber que estaba en Facebook, descubrí algo que me pareció un tanto improbable: había muerto.

Una montaña de mensajes nostálgicos de amigos y familiares era evidencia de que lo peor había sucedido. Al principio me costó creerlo. Me quedé allí, paralizado delante de su perfil, intentando asimilar que un viejo amigo se había ido. ¿Cómo pudo m-o-r-i-r? Jamás podré volver a tener una charla con mi camarada. Pero, también terminé descubriendo, a través de ese perfil, lo conmovedor que es enterarse de la muerte de alguien de esta manera.

Un colega de la preparatoria, que falleció hace algunos años, habría cumplido 28 primaveras antier. Y ninguna persona me recordó tal cosa, fue Facebook quien lo hizo. “Hoy es el cumpleaños de fulano. Felicítalo en su biografía”.

Lo más gracioso, y a la vez lamentable, de todo esto fue ver algunos incautos publicando en su perfil deseándole MUCHA SALUD Y MUCHOS AÑOS MÁS DE VIDA, sin saber que su vida ya se había agotado. Además de ellos, hubo otros incautos que se pasaron dejando mensajes cargados de dolor. Abrumado por la emoción de este colectivo, me vi tentado a escribir alguna cosa también, pero rápidamente me retracté.

Me fue imposible imaginar a mi colega, en alguna dimensión alterna, con un smarphone en el bolso, con un tono de Kill Bill sonando cada vez que recibía un mensaje por su cumpleaños. Confieso que aquella escena de mi fértil imaginación terminó por perturbarme. Finalmente deje que mi lado racional prevaleciera y pensé que aquella actitud, por menos nociva que fuera, es, cuando menos, inútil. Sin entrar en las amplias aguas del mar filosófico y religioso o del tema del cielo y el infierno, metafóricamente hablando, supongo que todavía no instalan Wi-Fi en el cielo y que el 3G todavía no tiene cobertura en el infierno… ni en mi casa funciona como debería.

alma

Recientemente supe el caso de un sujeto que, tras morir su novia, no tuvo mejor idea que entrar a su cuenta de Facebook y publicar mensajes de amor y de dolor con el perfil de la difunta, sin darse cuenta de lo macabro que resultaban sus acciones. Además, solía publicar fotos y responder a los mensajes de los amigos que publicaban el día de su aniversario (de vida y de muerte). Imagino lo incomodo que deber ser encontrar un mensaje de un muerto en el feed de noticias – debe ser como revivir constantemente ese sentimiento de pérdida, y ya mejor ni hablamos de los sentimientos de padres o hermanos.

Con el número cada vez mayor de usuarios muertos, Facebook creo un servicio especial: además de solicitar la eliminación de la cuenta, los familiares también pueden transformar el perfil del muerto en un memorial. Con dicha configuración, la página continúa exactamente como la persona la dejó, sin alteración alguna. Para hacer esta solicitud, es necesario rellenar un formulario en línea, comprobar el grado de parentesco y enviar un certificado de defunción.

Imagino que la mayoría de las personas ignoran que existe dicho recurso, pero también comprendo que, teniendo acceso o no a esta información, muchos aún se rehúsan a apagar estas cuentas, porqué finalmente terminan haciendo la función de un mural de recuerdos y homenajes póstumos. Un lugar donde – teóricamente – es posible visitar a aquella persona e “interactuar” con ella, rechazando su partida definitiva de nuestro mundo.

Ante los perfiles de los muertos, especialmente de aquellos con quien teníamos cierta cercanía, somos confrontados con la realidad de una vida sin dueño y eso para muchos resulta perturbador. Efectivamente los perfiles virtuales son manipulados por los vivos, que cuando dejan de manipularlos porqué dejaron de tener un cuerpo terrenal, nos encontramos en una paradoja: pese a la comprensión racional que tenemos de la muerte, la aceptación emocional tarda más en llegar e, inevitablemente, vemos una manifestación “viva” en aquella página virtual, pero sin conciencia. Es por esto que los perfiles terminan asumiendo una función para los recuerdos, permitiendo que nos “relacionemos para siempre” con ellos.

rostro

En cierta forma, para algunas personas, los perfiles de los muertos ocupan el lugar de las tumbas, extendiendo las ceremonias de despedida al mundo virtual, especialmente para aquellos que creen que la vida continúa después de la muerte. Para la mayoría de nosotros, independientemente de la creencia o religión, el velorio, el sepelio, los rezos o las misas no bastan como despedida, toda vez que después de estos rituales seguimos conectados con la persona a través del pensamiento.

La cuestión es: ¿los homenajes póstumos en una página de Internet pueden sustituir, por ejemplo, al acto de ir hasta un cementerio y presentar condolencias a la familia o llevar flores? ¿Hasta qué punto estamos logrando lidiar con la muerte, incluso si no tenemos la más mínima intención de enviar mensajes al más allá?

Sigo creyendo que el pensamiento positivo o la oración para alguien que está en otro plano espiritual son más eficientes que los mensajes en un muro de Facebook. Pero no puedo negar que, el acto de escribir a alguien que ya murió, sea a través de una carta, de un correo electrónico, un mensaje en las redes sociales o de cualquier forma, no deja de ser una forma de enviar un pensamiento, un sentimiento, una intención. Corresponde al remitente decidir si surtirá algún efecto positivo – en sí mismo – hablar a solas con sus dolores y nostalgias o manifestarlas en un espacio virtual.

La forma en que nos relacionamos con la muerte, que escapa del plano real y permea hasta el ciberespacio, ¿debe encararse como una nueva forma de vivir con el luto o debe servir como una alerta para empezar a pensar en una forma diferente (si es que existe) de hacer frente a la muerte? ¿De la misma forma que incorporamos nuevas tecnologías en nuestra vida diría, debemos adaptarnos a los nuevos – y extrañísimos – rituales de despedida virtuales o mantener la tradición? O, ¿por qué no mantener la tradición y acostumbrarnos a dividir el espacio cibernético con los muertos?

Se estima que existen entre 10 y 20 millones de perfiles en redes sociales de personas que ya no están entre nosotros. Con esto, es posible decir que los usuarios que ingresaron a la red social en las primeras décadas de este siglo (2000-2020) estarán en la edad crítica en 2065, ¿Te has detenido a pensar que, si llegas a vivir hasta aquella fecha (en las redes sociales también), cómo te sentirás viendo tu lista de amigos, la gran mayoría muertos? Al menos deprimido, ¿verdad?

facebook like mano cortada

¿Y qué vas a hacer? Terminas de leer esta publicación, vas a Facebook e intentas no pensar más sobre el tema, después de todo, ¿para qué pensar en algo tan lejano? ¿Y por qué sufrir tan anticipadamente?

Creo que compartir este tipo de preocupación con los amigos más cercanos, pareja y familiares es algo fuera de tema. Aparentemente, especialmente en la cultura occidental, la muerte nunca dejará de ser un tabú, un asunto a ser plenamente ignorado y evitado hasta la última instancia, como si no fuera la única cosa cierta de nuestra vida.

Pero, piensa conmigo: si la muerte es el único suceso sobre el que tenemos una certeza absoluta y, sin embargo, la mayoría de las veces no tenemos forma de saber cómo ni cuándo va a suceder, ¿por qué nos parece demasiado pronto para pensar en el tema?

Comienza a pensar en esto y, de ser posible, deja un testamento (o informa a alguien de toda tu confianza – con la esperanza de que no muera antes que tú) la forma en que quieres dejar las cosas por aquí cuando te vayas. ¿A quién pretendes dejar tus bienes materiales tras tu muerte? ¿Qué esperas que hagan con tus restos (ser enterrado, cremado, donar tus órganos)? Y, por qué no preguntarte: ¿Qué vas hacer con tus páginas en las redes sociales?

Si te incomoda mantenerlas, ante la duda, puedes tomar algunas precauciones desde ahora: 1. Bloquea el etiquetado automático en fotos, después de todo ya no estarás más aquí para ver como exponen tu figura; 2. Excluye de tus contactos aquellos perfiles que se usan con fines de propaganda (las tiendas, fiestas, antros, universidades, estéticas), nada que ver contigo el estar siendo invitado todo el tiempo a aquella fiesta de “barra abierta” a la que no puedes asistir, o para que te hagan un masaje reductor en el estómago que ya perdiste junto con el resto de tu cuerpo. Y 3. Bloquea las invitaciones para juegos, primero porqué si te gusta jugar, no te van a dejar en paz en el cielo (siempre y cuando ese sea tu destino) y segundo porqué si tú, así como yo, detestas estas invitaciones, no habrá ningún tipo de ventaja en estar muerto y ni así poderte librar de esta plaga.

Y si finalmente, después de todo esto, concluyes que el tema es muy mórbido y prefieres dejar que hagan lo que quieran después de que mueras (después de todo, ¿cuál es la diferencia?, ya estás muerto), pondera un poco más y piensa lo mucho que le facilitarás la vida a quien se haga responsable de administrar tu muerte. Si consigues ser lo suficientemente practico para esto, apuesto que, además de ser querido en vida, serás un muerto muy bien visto.

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10 comentarios en «Los muertos están entre nosotros… en Internet»

  1. Mi amigo falleció muy rápidamente después de 3 semanas que me dijo q le dolía el estómago.
    La verdad es que me saco un ped…. cuando ví en las sugerencias de amigos su perfil :-/ senti como si el me lo hubiera enviado.

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  2. Hace un tiempo publicaste una imagen q supongo q fue en las marcianadas! En esa imagen habia un ataud con alguien dentro y durante el velorio,los unicos presentes eran los padres del difunto y se preguntaban q como era pocible q no hubiera nadie si tenia mas de 2000 amigos en facebook,en realidad crees q deberia importar lo q la mayoria de tus “amigos” en fb digan? Yo nunca e sido fan d esas paginas y entiendo q hay parsonas q si lo hacen para acercarse d cierta forma a los seres q quieren, la mayoria es solo por agarrar atencion! No tiene caso q ponga ejemplos yo creo q todos saben a q me refiero… Un saludo y gracias por poner tantas cosas interesantes, pero facebook es solamente un circo y es solamente mi opinion personal.

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  3. El 12 de abril del pasado año falleció un buen amigo mío. Su cumpleaños fue en Julio y si, lo felicitaron sin saber que el ya nos había abandonado. Es.. desgarrador sinceramente.

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  4. no se puede llamar p-e-n-d-e-j-o-s a una persona que ignora que a la que le manda mensajes ya fallecio, si ellos lo ignoran no se les debe ofender

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      • Recuerda que las publicaciones “van desapareciendo” conforme otras aparecen. Seguro no la andaban stalkeando, y por eso no leyeron ese mensaje que dejó el esposo.

        Concuerdo en que las redes deben ser cerradas cuando la persona muere. Ya que sólo los verdaderos amigos y familiares, sabrán la verdad, y no hay necesidad de que ellos sigan atormentándose cuando les aparece una publicación en la que etiquetaron al difunto (cómo te pasó con tu amiga).

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  5. Una de mis mejores amigas murió a principios del año pasado, su cumpleaños era en junio, y no imaginas cuantas personas la felicitaron deseándole como bien dices, salud y años venideros. No saben lo doloroso que fue para las personas que estuvimos en sus últimos momentos y leer esos mensajes, discúlpame por la expresión, tan p-e-n-d-e-j-o-s.

    Ojala los zombies no seamos nosotros

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