El misterioso profeta de la Primera Guerra Mundial

Corría el mes de agosto de 1914 y una serie de eventos interesantes estaba a punto de acontecer. Andreas Rill, un carpintero originario de Bavaria, en Alemania, estaba destacado como soldado alemán en la región de Alsacia, en la frontera nordeste con Francia. La Gran Guerra ya había comenzado a disputarse, pero este hombre aún no había visto acción en las temidas trincheras del Frente Occidental.

viajero del tiempo

Rill y un compañero fueron designados a la vigilancia de un puesto en un camino en las proximidades de la localidad de Colmar. Las instrucciones eran muy sencillas: detener a cualquiera que pasara por el lugar después del toque de queda y hacer una verificación de su documentación. La noche se antojaba tranquila y sin mayores dificultades.

Cerca de la una de la madrugada, los militares escucharon el sonido de alguien que se aproximaba por el camino y se prepararon para intervenir. Un anciano vestido como un campesino descendía por el trecho resguardado, parecía desorientado y se detuvo sólo hasta que los militares apuntaron sus armas y le ordenaron que respondiera de donde venía y hacía donde se dirigía.

El hombre fue incapaz de responder al interrogatorio, y aunque comprendía el idioma de los soldados, aseguraba que no recordaba cómo es que había llegado hasta allí ni que hacía solo en aquellas horas.

En su famosa carta, Andreas Rill les contó a sus padres sobre el hombre.

andreas rill carta

“Hablaba francés, pero entendía el alemán. Nos aseguramos de que no representara un peligro, pero decidimos escoltarlo hasta el puesto con el fin de interrogarlo. Allí nos dijo algo que me dejó atónito: dijo que sabía lo que estaba por venir”. Después de todo, el hombre resultó ser el más enigmático de los prisioneros.

Durante el interrogatorio que se extendió por varias horas, el anciano de origen desconocido advirtió que no le importaba hablar, pero que haría algunas revelaciones sobre el futuro de la guerra y de Alemania.

“Era muy extraño, hablaba cosas sin sentido, pero aun así era imposible no poner atención a lo que decía”, escribió el soldado en la carta.

Relató que aquel anciano parecía una especie de “santo”, con mucha sencillez en sus modales y sabiduría en sus palabras. Su testimonió fue registrado y, según el soldado, el informe se envió a su superior inmediato. Lo que sucedió con dicho informe probablemente jamás se sepa, pero dado su contenido tan alarmante, probablemente fue destruido. Sin embargo, la narrativa escrita en la correspondencia personal remitida por Andreas Rill a su familia resulta nada menos que espectacular:

“Si el alto mando se enterara de las previsiones que el francés hizo respecto a los próximos años”, confesó el soldado, “ordenarían que abandonáramos las armas y que regresáramos inmediatamente a casa”.

Según el prisionero, la Guerra se extendería por un lustro y estaría marcada por batallas y horrores que nunca antes se habían presenciado en Europa. Al final, Alemania sería derrotada (en esto el profeta tenía razón), y sería una derrota muy dura, seguida de una gran humillación. Italia, que había iniciado la guerra como un aliado de Alemania, cambiaría de bando y la combatiría al final de la confrontación (lo que de hecho sucedió).

“Años más tarde, Italia, comandada por un tirano volvería a aliarse con Alemania en otra aventura militar y se mantendría a su lado hasta el amargo final, cayendo primero”, escribió Rill en la carta, reproduciendo aquello que el profeta les había narrado.

Y fue más allá en sus profecías:

“Tras la derrota en la Gran Guerra, un nuevo país será creado… y todos se volverán millonarios de un día para otro, pero el dinero no servirá de nada. Será más fácil quemar el dinero que acumularlo, pues nada podrá ser comprado con éste”.

El profeta hacía referencia al nacimiento de la República de Weimar y a la terrible recesión económica que devastó a Alemania en la década de 1920, cuando el valor del marco era devaluado diariamente y se hacían necesarios millones de marcos para comprar un simple pan.

Pero la historia sigue:

“Alrededor de 1932, un anticristo llegará al poder, y todo el pueblo lo seguirá como si se tratada del mesías enviado por el todopoderoso. Su gobierno será venerado y muchos ofrecerán su vida por él, pero su Imperio de mil años, no pasará de los nueve. En 1936, los preparativos para una nueva guerra tendrán inicio en Alemania y este tirano clamará por la unión de las naciones germánicas”.

Las predicciones de este profeta iban mucho más allá, incluso afirmaban que Alemania se haría de muchas victorias y que, al principio, ningún ejército haría frente a su poderío bélico. Se convertiría en una nación orgullosa que marcharía por toda Europa con victorias sucesivas – soberana y triunfadora. Pero al paso del tiempo, el destino jugaría en su contra, y luego, Alemania se vería combatiendo en dos frentes a múltiples enemigos. Al final, sería derrotada una vez más y todos sus líderes serían llevados a la justicia por las atrocidades y horrores perpetrados.

“Esto sucederá en un año en que los número 4 y 5 estén juntos, cuando la capital de Alemania será devastada, invadida y conquistada por extranjeros”. Los soviéticos tomaron Berlín en 1945.

En una segunda carta enviada por Andreas en septiembre de 1914, aproximadamente un mes después del encuentro e interrogatorio al misterioso profeta, él escribió:

casa andreas rill

“No puedo olvidar las profecías de aquel hombre. Siguen en mi cabeza, y dentro de mí, yo sé que él estaba diciendo la verdad. No puedo confirmar la veracidad de sus palabras, pero tomé nota y transcribo esa información para que ustedes sepan lo que me dijo y en que pongo mi fe”.

La segunda carta de Andreas dirigida a sus parientes hace mención del periodo de la post-guerra, cuando Alemania se vuelve el centro de una nueva disputa de ideologías antagónicas que marcaría la segunda mitad del siglo XX – la Guerra Fría. “Naciones extranjeras ocuparan Alemania, y dividirán a la nación en diferentes banderas”.

Afortunadamente, el profeta se equivocó en su siguiente previsión al afirmar que la Tercera Guerra sería disputada como consecuencia de la Segunda. Alemania sería el escenario de esta nueva disputa que duraría más de cuatro años y terminaría hasta 1952. Sobre dicha guerra, él menciona:

“Las montañas se pulverizaran con fuego, y entre los ríos Danubio e Inn, todo será devastado por una fuerza capaz de destruir cualquier rastro de vida. Los ríos se secarán y los puentes ya no serán necesarios para atravesarlos dado que no pasaran de simples riachuelos. Al final, los gobernantes de Rusia morirán y habrá tantos cadáveres en oriente que nadie será capaz de sepultarlos por décadas”.

Esta par de cartas escritas por Andreas Rill resultan nada menos que enigmáticas.

Los nítidos detalles de su transcripción son tan precisos que incluso contienen fechas. Al paso de las décadas, los documentos levantaron sospechas por parte de los investigadores que dudaron de su autenticidad.

peritos

Especialistas en criminología de la Universidad de Freiburg fueron los primeros en analizar la correspondencia escrita por Andreas Rill. En 1922, pocos años después de la Gran Guerra, éstas fueron examinadas por peritos. Éstos constataron que los documentos, en poder de los padres de Andreas, eran auténticos y que los sellos postales con fecha de 1914 no habían sido alterados o falsificados. Los documentos fueron devueltos a la familia Rill que se mudó a Suiza a mediado de 1926. Las cartas que contenían la transcripción del interrogatorio fueron conservadas como un tesoro familiar, sobre todo después de constatarse las profecías ahí contenidas.

En la década de 1950, las previsiones del misterioso prisionero francés se volvieron muy famosas y hasta nuestros días atraen la atención de investigadores que las consideran una prueba irrefutable de las facultades pre cognitivas de ciertos individuos.

 

¿Quién era el profeta?

Sería imposible determinar la identidad de tan enigmática figura, que supuestamente conocía el futuro de una forma tan acertada.

Algunos sugirieron que el profeta era un hombre acaudalado que vivió en el pueblo de Colmar en Alsacia, a inicios del siglo XIX. Llevaría por nombre Gerrard Albiers, y formaba parte de la tradicional masonería alsaciana. Poco o nada se sabe sobre Albiers, sólo existen rumores de que nació con un don para las visiones y que, de hecho, había hecho incontables profecías que terminaron por concretarse. Hacia el final de su vida, él habría donado todos sus bienes a los pobres para después retirarse a un monasterio capuchino.

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Y en realidad existe un monasterio capuchino en Sigolsheim, fundado en 1600, en la frontera entre Alemania y Francia a unos diez kilómetros de Colmar. Sin embargo, ahí no existe ningún registro del paso de algún Albiers por la orden en la época en cuestión.

Los investigadores sugieren la posibilidad de que el profeta haya cambiado su identidad. Un hombre conocido como Laicus Tertiarius, fue recibido a forma de invitación por el monasterio a mediados de 1913 y murió en el lugar a finales de 1918. Tertiarius era un sujeto sombrío, su edad era desconocida, según algunos tendría unos 40 años, mientras que otros afirman que ya alcanzaba los 80 cuando murió. Trabajó como jardinero en el monasterio y parecía tener un don especial para cuidar de las plantas. Lo consideraban un hombre tranquilo que se deleitaba con la vida en el campo y las largas caminatas. Aquellos quienes afirman que Tertiarius era el misterioso profeta, también aseguran que tenía episodios de confusión mental y que durante esos momentos hablaba sobre cosas del futuro y sucesos que aún no habían acontecido.

Desafortunadamente no existe documento alguno sobre Tertiarius, o una localización de su tumba. Su propia existencia es puesta en duda por muchos escépticos. Sea quien fuere aquel prisionero interrogado por Andreas Rill, su identidad sigue siendo un misterio.

Rill mencionó que el “profeta”, aunque de nacionalidad francesa, hablaba bien el alemán – lo que no es nada raro, ya que la región de Alsacia se sitúa exactamente en la frontera entre las dos naciones. El soldado nunca describió al hombre, pero se refirió a él, por lo menos en dos ocasiones, como “un viejo” o “anciano”. No existe ninguna otra mención de la apariencia del personaje, ni mucho menos su nombre. Rill escribió que el hombre estaba tan confundido que fue incapaz de decir cómo se llamaba.

Existe una hipótesis aún más fantástica para dicha teoría:

 

Un viajero del tiempo.

¿Podría ser que el profeta interrogado por los alemanes era un viajero del tiempo, aun confuso por la transición temporal? ¿Sería alguien del futuro que acabó experimentando un fenómeno de viaje temporal involuntario, llegando a Alsacia en agosto de 1914?

Algunos estudiosos de la parapsicología llaman la atención sobre este tipo de fenómeno en el que algunas personas simplemente desaparecen de una época y surgen en otra, ocupando el mismo espacio, pero un tiempo diferente.

Las cartas de Andreas Rill continúan en poder de sus descendientes, que actualmente viven en la ciudad de Basilea, en Suiza. Los documentos se presentaron por última vez en 1988 a la BBC en un programa sobre fenómenos sin explicación.

Andreas Rill murió en septiembre de 1915 en el Frente Occidental. Tenía 26 años.

Texto original: der unbekannte prophet

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8 comentarios en «El misterioso profeta de la Primera Guerra Mundial»

  1. Y lo que no copio pero le dijo a su familia fue que partieran para Suiza que iba a quedar al margen de la segunda guerra mundial y así salvarían sus pellejos…

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  2. lo de la tercera guerra está más claro que el agua. Churchill trató de convencer a Truman de atacar a la Unión Sovietica para obligarla a volver a sus fronteras anteriores todavia durante la guerra mundial. los datos estan aqui.
    defensa mexico activo foro 10 planes alternativos de la segunda guerra mundial que pudieron haber cambiado la historia

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  3. Qué interesante, me recordó por un momento a la película “Twelve Mokeys”.

    Lo de la parte de la tercera guerra, suena bastante interesante, quizás se trate de una bifurcación, ya saben por aquello de los multiversos, que tanto han tratado en marcianos.

    Gracias por el post Hery

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