La dama en la habitación – FINAL

Los próximos cinco días observé a Raquel agonizando. Desde el exterior, observando el monitor, las cosas no parecían muy distintas a lo que había observado los últimos tres años. Raquel dormía, veía televisión, leía y pintaba. Sin embargo, al observar con atención se encontraban ciertas señales. Ella parecía tan tensa y cansada que dormía más de lo normal. Ocasionalmente, pero muy de vez en cuando, miraba directo a la cámara, me miraba a mí. Sólo entonces podía apreciar el miedo y la tristeza en sus ojos.

hombre observando una television con estatica

Por dentro…, por dentro me sentía como una casa en llamas a punto de colapsar. Al principio me negué a observar, realizar cualquier cosa que me dijeran. Salomón ni siquiera se enojó conmigo, simplemente no le daba importancia. Mencionó que, aunque prefería la cooperación y podía hacer mucho para que mi estancia en ese lugar fuera más cómoda, ni siquiera era necesario.

Si estaba en lo correcto, señaló Salomón con una leve sonrisa, el destino seguiría su curso, independientemente de lo que quisiera o creyera que elegí. Por otro lado, agregó, el video empezaría a reproducirse y no se detendría en los próximos cinco días. Dependía completamente de mi pasar todo ese tiempo volviéndola a ver.

Intenté resistirme, pero una parte de mí sabía desde el comienzo que terminaría haciéndolo. Tal vez encontraría alguna pista sobre la gran mentira de su muerte, o Raquel me enviaría otra advertencia sobre lo que tenía que hacer a continuación. Sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de volverla a ver. Y aunque mi corazón sabía que estaba muerta y todo en el video había sucedido mucho tiempo atrás, algo me decía que al observarla seguía junto a ella de alguna forma.

Le habían arrebatado todo su mundo cuando apenas era una adolescente, la habían encerrado durante años por el simple hecho de ser especial. Experimentaron con su cuerpo y la trataron como un objeto. La privaron de sus familiares, amigos y una vida normal. Y a pesar de todo eso, Raquel se mantenía hermosa. No sólo en el exterior, también en el interior. Había pasado años observándola, conociéndola de una forma tan íntima que muy pocas personas pueden presumir lo mismo de otra persona. Había observado su amabilidad y gracia en acción, incluso cuando luchaba contra los individuos que la habían recluido. Fui testigo de su fortaleza cuando la observé levantarse día tras día y jamás rendirse. Y experimenté la belleza de su alma a través de las pinturas, obras llenas de colores y… cuál es la palabra… maravillas. Logró pintar esas cosas con enorme cuidado y amor, pese a que su mundo la abandonó por completo.

Yo no la abandonaría. Observaría cada fragmento del video que pudiera. Intentaría grabar en mi memoria cada cuadro de ella. No para su estúpido proyecto. Para mí, y para ella. Tal vez no me quedaría mucho por hacer en la vida una vez que me encerraran o mataran, pero lograría hacer esta última cosa.

Raquel no moriría sola.

Lo vi prácticamente todo, deteniéndome únicamente para ir al baño o comer algo rápido hasta los últimos dos días. Pedí a los guardias que pausaran el video, pero negaban con la mano y decían que las órdenes de Salomón eran reproducirlo sin pausas hasta el final. El cuarto día fue un completo estupor. Ya había dormido un poco durante los primeros tres días, pero cuando me desperté al cuarto día, noté que pasaron varias horas. Sobre la cama había dos bandejas de comida: desayuno y almuerzo. Volví a observar la pantalla en pánico, preocupado de que hubiera pasado algo por alto, pero Raquel también parecía despierta. Me percaté que se llevó la mano al estómago cuando se levantó de la cama y sentí que mi propio estómago se revolvía. Estaba sufriendo. Raquel miró a la cámara e intentó sonreír antes de instalar un nuevo lienzo para comenzar a pintar.

tristeza en el rostro de una mujer

Era el segundo de tres cuadros que hizo en sus últimos días. La primera pintura era el interior de un cine antiguo desde la perspectiva de alguien sentado en la última fila. En la pantalla se podía observar la imagen de un mazo apoyado contra un muro de ladrillos. No entendí el significado, y me encontré a mí mismo revisando la pintura para descifrar algún mensaje o pista. Finalmente encontré algo, aunque tampoco lo entendí.

Raquel comprendió que ellos sabían lo que estaba haciendo con los cuadros y no quería que la detuvieran, pues estas últimas tres pinturas las instaló más cerca de la cámara. Con los ojos entrecerrados estudiaba detenidamente la pintura cuando me percaté de que los asientos abatidos en la siguiente fila mostraban placas de bronce en el borde delantero de los asientos. Aunque se mostraban invertidos desde la perspectiva de la pintura, el ángulo permitía leerlos.

2…43…26…89

No comprendía nada, pero los grabé en mi memoria, enfocando toda mi atención en la pintura hasta que finalmente la retiró. Incluso desde el principio noté que la pintura le quitaba mucha energía, y como había pintado durante tanto tiempo, me encontré a mí mismo hablándole, suplicando que fuera a descansar antes de recordar que su cuerpo estaba en la habitación de al lado. En ese instante casi me detengo, pero no. Tal vez ella no podía decir que le hablaba, o tal vez sí. De cualquier forma, hablarle no la lastimaba de ninguna forma y hacía todo este proceso un poco menos solitario y triste.

La segunda pintura, que empezó después que me desperté de una siesta de un par de horas, era aún más extraña que las otras. Parecía que estaba dentro de una habitación con paredes curvas hechas de raíces, y en el centro de la habitación una pequeña mesa hecha con el mismo material. Algunas de las raíces que circundaban la habitación eran de un rojo profundo, pero otras partes, como la mesa, parecían carbonizadas. Al mirar más de cerca distinguí la sombra de una persona sobre esta mesa, una silueta que sostenía entre las manos un bulto ovalado.

La analicé un buen tiempo, repasando una y otra vez la imagen en mi mente después que ella la quitara.

No le encontré sentido alguno. No era lo suficientemente inteligente y le estaba fallando.

Raquel durmió mucho después de esa pintura. Se levantó el quinto día, su último día, y volvió a trabajar. Esta vez pintada con premura, y aunque la observé estremecerse varias ocasiones, nunca perdió su mirada de determinación mientras imprimía los trazos en el lienzo. Cuando terminó, Raquel tomó la pintura y la mostró a la cámara, dándome una ligera y cansada sonrisa.

Miraba desde el porche de una casa en algún lado. Se encontraba en un lugar abierto, y la vista del amanecer y la tierra era maravillosa, pero en el primer plano de la pintura aparecían dos manos. Se aferraban con fuerza y los dedos entrelazados parecían brillar con tonos rojos y anaranjados a la luz de la alborada. Empecé a llorar mientras la observaba.

persona sentada al atardecer

En parte porque no sabía el significado y la desesperación empezó a crecer dentro de mí al pensar que los últimos esfuerzos de Raquel se habían desperdiciado. Pero también porque sabía que era el quinto día, y presentía que el final estaba cerca. Su final.

Pero, había algo más entre todo esto. La última pintura… a pesar de todas las cosas que atormentaban mi cabeza y oprimían mi corazón… me dio esperanza. Esperanza de qué, no lo sé. Pensé que, tal vez, el único mensaje que Raquel pretendía transmitirme en su último cuadro era que, en algún momento, en algún lugar, todo estaría bien.

Fuera del borde de la pintura vi movimiento en la habitación. Un equipo de gente ingresó a las prisas con equipo médico. Y entonces la imagen se volvió negra.

«Bien hecho, Tomás. Muy bien hecho. Durante los últimos cinco días de video registramos mil cuarenta y siete micro variaciones en el comportamiento de Raquel que creíamos se correspondían con tu comportamiento, tus reacciones y tu estado emocional mientras observabas el video. Al igual que antes, ustedes están sincronizados como si estuvieran en la misma habitación. Es algo digno de mención».

Me senté mirando a Salomón. Escuchaba lo que decía, pero no me importaba. Sólo quería que terminara. Independientemente de lo que pasara, quería que terminara.

Aclarando su garganta, continuó. «Por eso decidimos mover el implante de Raquel a tu cuerpo. Es una de muchas razones por la que está preservada. Este extraño objeto mostró signos de vida durante todo este tiempo, muy pocos, y por eso temíamos intentar una extracción. Tenemos la esperanza de que, dada tu conexión con Raquel, te acepte. Tal vez llegue a prosperar más en ti de lo que lo hizo en nuestra chica».

De repente me puse de pie, y si Salomón no hubiera levantado el arma me le habría echado encima. «No hables así de ella. Como si te importara. Te voy a matar».

El rostro de Salomón oscureció ligeramente cuando sus labios se adelgazaron. «No, no lo harás. Pero si las amenazas te hacen sentir mejor, adelante. Esto hará que las cosas sean más difíciles, no más fáciles».

Aterrorizado por un miedo profundo, me volví a sentar. «¿Qué es eso que me vas a poner?».

Aquel hombre me observó durante varios segundos antes de responder. «Dadas tus estúpidas e insignificantes rabietas, estoy tentado a no responderte. Pero soy una gran persona». Tras dejar escapar un pequeño suspiro, continuó. «Tomás, a veces es un árbol. Un árbol muy especial. Sospechamos que es el mismo árbol que Raquel pintó para ti en aquella ocasión, aunque no podemos asegurarlo, pues nunca lo hemos encontrado. Está muy bien escondido o puede ocultarse de aquellos que desea».

Me limité a mirarlo y contener mis ganas de matarlo. «De cualquier forma, tenemos la siguiente mejor opción. Un antiguo fragmento del árbol. Obtenido a un gran costo y sacrificio, y estudiado durante mucho tiempo sin resultados. Sin embargo, en los últimos años nos ha dado… señales, mensajes de que ese fragmento puede cultivarse en el suelo adecuado. Pensamos que ese suelo era Raquel, y aunque se desarrolló dentro de ella, murió antes de terminar el crecimiento necesario».

Inclinándose hacia el frente, sonrío. «Aunque… de muy buena fuente sabemos que tú puedes tener éxito en donde ella falló».

cirujano en un quirofano operando

Luché contra ellos cuando vinieron, pero todo fue en vano. Tiempo después desperté con un dolor sordo en el pecho y una pequeña, aunque ya cicatrizada, incisión en la parte superior del estómago. No sentía nada más allá de un pequeño dolor, pero sospechaba que esto cambiaría con el tiempo. Tal vez tendría más tiempo que Raquel, o quizá menos. Ya no me importaba. Sólo…

Espera, ¿qué fue eso?

Era una especie de voz suave… provenía de algún sitio, pero definitivamente no estaba en la habitación. Estaba en mi cabeza. Me invadió un torrente de emociones. Tal vez se trataba de la voz de Raquel. ¿Había encontrado la forma de quedarse en el árbol que pusieron dentro de mí?

No. Jamás escuché la voz de Raquel, pero sentía que no era de ella. Esta voz era tan delicada que apenas podía escucharse o comprenderse, asemejaba a la música proveniente de una habitación distante que se apodera de tu mente sin que te des cuenta. Era una… melodía, una especie de canción. Pero no era una canción de Raquel. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al darme cuenta que era la canción de esa cosa que pusieron dentro de mí.

Al principio tenía miedo, pero no duró demasiado. No intentaba hacerme daño. La habían atrapado igual que a mí. Y empezó a cantar, celebrando nuestra libertad.

Me levanté y caminé hacia la puerta, y al hacerlo las luces se apagaron. La puerta frente a mí hizo un clic, y al estirar la mano y girar el pomo en aquella oscuridad, la cerradura se abrió con facilidad. ¿Cómo era posible? Y si podía hacer esto, ¿por qué no ayudar a Raquel a salir? No hubo respuesta, pero tampoco tiempo. Escuchaba el sonido de las botas a la vuelta de la esquina cuando el resplandor de las linternas empezó a irradiar desde el otro extremo del corredor.

Me volverían a encerrar. Me encadenarían o sacarían esta cosa antes de que pudiera irme. Si tenía que escapar, debía ser ahora. La voz volvió a cantar, incitándome a entrar más profundo en la oscuridad, a correr hasta que estuviéramos a salvo.

La escuché y corrí.

Cada puerta abierta para mí, y cada giro me mantenía apenas fuera de su vista. Los individuos que me buscaban gritaban órdenes por la radio, preguntando si alguien sabía por qué el generador se había retrasado. Independientemente de la respuesta, los corredores de la instalación se mantuvieron en penumbras mientras los recorría completamente a ciegas, pero sin caer, perdido, pero sin ser encontrado.

Cuando llegué a la última puerta, la abrí y me encontré con una tarde brillante. Mis pulmones parecían arder un poco con la primera bocanada de aire fresco y no reciclado que respiré en toda la semana. Parpadeando, esperaba que la voz me diera instrucciones, pero se quedó en silencio. Cerré la puerta cuando el pánico empezó a amontonarse en mi pecho. Todo esto para que me atraparan porque no sabía a dónde ir. Estaba en la parte exterior de un edificio café en el medio de la nada. Había un camino que llevaba a la derecha, y a la izquierda había…

El bosque de Raquel, de aquel primer cuadro que hizo para mí.

Inmediatamente supe que se trataba del mismo bosque, y no sólo por su parecido con la pintura. Experimenté una extraña sensación que se sentía como magnetismo, como ese sentido que le indica a las aves hacia donde volar. Tras observar los alrededores, sentí que me empujaban cuando puse la vista nuevamente en aquel bosque. Era lo correcto. De alguna forma, sabía que era allí a donde tenía que ir.

Lo hice.

Había alcanzado la línea de árboles cuando escuché el sonido de hombres que venían del edificio. Pensé en esconderme, pero sabía que no era buena idea. Me atraparían. Y sentí un impulso todavía mayor por adentrarme más profundo en aquel bosque. Continué hacia el frente, corriendo a una velocidad imprudente, pero nunca tropecé a medida que avanzaba. Ocasionalmente escuchaba un sonido detrás de mí cuando se dispersaban para buscar, pero se fue debilitando mientras corría. Cuando pensaba que finalmente los había perdido, una tos seca surgió rápidamente a mi izquierda. Alguien se acercó sin que yo me diera cuenta.

pozo en el bosque

Aterrado, empecé a buscar un lugar donde ocultarme. Sólo encontré arbustos, árboles y… por allí. Un pozo. Pero no cualquier pozo, el pozo de Raquel, con los mismos muros desgastados de piedra gris, con la misma tapa de madera en ruinas. Experimenté un instante de feliz reconocimiento, pero al poco tiempo se desvaneció. ¿En qué ayudaba esto? Si encontraban el pozo lo revisarían, y no había forma de bajar sin lastimarme o quedar atrapado. Entonces una idea apareció.

Agachándome y ocultándome entre la maleza, me acerqué al pozo y empujé cuidadosamente la tapa. Al principio mostró resistencia, pero cuando empujé un poco más fuerte la madera se deslizó a un costado lo suficiente como para ver con claridad que alguien la movió. Eché un vistazo alrededor y regresé a los arbustos cuando escuché unos pasos suaves aproximándose.

«Debemos revisar aquí».

«¿Crees que bajó al pozo? Ojalá que no. Si lo hizo terminó con el cuello roto, y ahora es historia».

Observé a los dos hombres aproximarse. Ambos vestían una armadura corporal negra y portaban rifles de asalto. El mayor de los dos se encogió de hombros hacia el otro. «Si no verificamos, tal vez lo perdamos».

Con visible enojo, el más joven asintió. «Yo revisaré». Se aproximó al pozo y empujó la tapa de madera a un costado, causando que cayera al suelo. Al presionar un botón de su rifle, una linterna en el cañón encendió. Empezó a escudriñar el pozo mientras el otro observaba en todas direcciones. Me preocupaba que me descubriera si me movía, pero no podía esperar. Sólo debía mantener la calma. Pensar despacio y moverme rápido.

Esperaba escuchar sus gritos, o sentir cuando alguien me golpeaba la espalda, pero no sucedió. Cuando la luz de la tarde empezó a desvanecerse, los árboles se fueron adelgazando. Me aproximaba a un camino. Parecía una carretera pública normal, vi varios autos transitando ambos carriles cuando salía del bosque y subía por la colina hacia el asfalto.

La idea de pedir un aventón, especialmente tan cerca del lugar donde me habían encerrado, era aterradora, pero no tenía muchas opciones. Llevaba unos pants, una camiseta que me habían entregado y mis propios zapatos, pero ni un solo centavo, identificación o teléfono. Mi única oportunidad era intentar alejarme lo suficiente como para solicitar ayuda.

Salté un poco por el chillido de los frenos hidráulicos cuando un camión se detuvo a mi lado. La ventanilla del pasajero descendió y un anciano de cabello y bigote canoso se asomó para observarme.

«Parece que te perdiste, hijo. ¿necesitas un aventón?».

Observé la puerta del camión. Había un logotipo que decía «Construcción y Mudanza Martínez e Hijos». Abajo, una caricatura golpeaba una pared con un Mazo. Devolviéndole la mirada, le sonreí.

carretera en un bosque

«Sí señor, lo necesito».

Desperté varias horas después mientras estacionábamos en una parada de autobús en algún punto de Querétaro. Planeaba mantenerme despierto durante todo el viaje, pero bastaron algunos minutos para que el cansancio me rebasara. Miré a Oliver Martínez y el hombre me sonrío.

«Estoy cansado, pero tú estabas fundido. Tengo que cargar combustible, bañarme y conseguir algo de comida. Después de eso me voy a Guadalajara. Si quieres otro aventón, regresa en una hora. ¿Te parece?»

Asentí y le agradecí por el viaje cuando me bajé. Me sentía un poco aturdido por el sueño, pero en general estaba bien. Únicamente debía decidir si éste era el lugar indicado para pedir ayuda o debía seguir mi camino con el señor Martínez. Parecía un tipo agradable, y probablemente me ayudaría si pudiera, pero no quería poner en riesgo a más personas. Observando el entorno, me di cuenta que estábamos en un lugar muy apacible. Pensé en caminar por el lugar unos minutos para decidir lo que debía hacer.

Había recorrido tan sólo tres cuadras cuando observé unas luces parpadeando a la distancia. Era una sala de cine. Al acercarme, sentí un fuerte apretón en el pecho. Era el mismo cine que Raquel pintó.

«Hola. Bienvenido al Fénix».

El joven parado tras el mostrador parecía un poco más joven que yo, y aunque se mostraba amable, algo le preocupaba.

«Si vienes por la función doble de terror, me temo que la segunda película empezará en unos 30 minutos. Pero, puedo cobrarte la mitad si quieres verla».

Sacudí la cabeza e intenté no parecer tan extraño y loco como me sentía. «No, está bien. Yo… bueno, reconocí este sitio por la pintura que hizo una amiga. Así que entré a preguntar si sabías algo de ella».

El hombre frunció el ceño y se encogió de hombros. «Bueno, es raro». Sonrío y agregó, «es raro pero interesante, ¿cómo se llama».

Tragué saliva. «Su nombre es… bueno, era, Raquel Donovan».

Esperaba que mostrara algún tipo de sorpresa, enojo o cualquier otra emoción. Sin embargo, inmediatamente supe que el nombre no significaba nada para él. Se volvió a encoger de hombros. «Lo siento, no me suena. Te diría que preguntaras al dueño, pero esta semana se fue de vacaciones».

Asintiendo, pensé en qué otra cosa preguntar, algo que proporcionara importancia a este lugar como sus otras pinturas. «¿Hay algo único y especial con este lugar? ¿Su historia o algo por el estilo?».

El hombre sonrío. «Amigo, evidentemente no eres de aquí. Este lugar es muy aburrido. No me refiero sólo al cine, sino a toda la ciudad». Frunciendo el ceño, agregó. «La único que sé sobre la historia de este sitio es que aquí había una casa antes de incendiarse. Fue en la década de 1920 o 1930, cuando ni siquiera formaba parte de la ciudad. No puedo contarte nada más, pero te apuesto que es lo más interesante que ha sucedido aquí».

cine antiguo por la noche

La decepción me hizo suspirar. «Bueno. De cualquier forma, gracias». Me giré para irme cuando el joven me llamó.

«Hombre, siento no poder ayudarte. Si regresas, te daré un descuento para la película. La mitad. Si no estoy aquí, diles que Martín te ofreció el descuento».

Le hice señas con la mano y traté de sonreír mientras me dirigía a la puerta con gran pesar. ¿Por qué me trajiste a este lugar, Raquel? ¿Qué hay aquí que pueda ayudar?

Estaba fuera una vez más, observando los destellos en el anuncio del cine como si guardaran un mensaje secreto, cuando percibí un movimiento en una esquina de mi visión. Había un callejón que corría a lo largo del teatro y fui a echar un vistazo. Fuera lo que fuese, a la distancia una lámpara de seguridad proyectaba sombras a lo largo de la pared en el callejón, y estas sombras se movían.

En lugar de sentir miedo, me invadió una emoción cuando empecé a recorrer el callejón. Raquel me trajo hasta aquí, y debía confiar en que había razones para ello. Seguí observando hasta que…

Las sombras eran proyectadas por hojas movidas por un viento que no podía sentir. Al llegar al final del callejón, me encontré con un patio trasero tras el cine rodeado por una cerca, y justo al lado estaba el árbol de la pintura de Raquel, con toda esa corteza retorcida de un rojo profundo y las hojas verdes ondeando de un lado al otro por el viento nocturno.

Experimenté una sensación cálida en mi pecho mientras la melodía distante empezaba otra vez. Éste era el lugar. El árbol especial que no puede ser encontrado a menos que él te busqué a ti. Estaba en un pequeño lote cubierto de vegetación y rodeado por edificios. De alguna forma lo olvidaron una vez que aquella tierra se dividió y, a pesar de su ubicación, tuve la fuerte sensación de ser el primero en verlo en mucho tiempo.

Al trepar por la cerca, sentí un alambre dentado clavándose en mi pierna y rasgando la tela del pantalón al bajar. Sangraba un poco, pero apenas y lo noté. Ahora podía oler el árbol, y su aroma era exquisito, como ningún otro que hubiera olido antes. Al tocarlo, sentí que el canto se volvía más fuerte. En ese momento me sentí fuerte y sin temor, y cuando vi la luz emanando de sus raíces, no temblé, sonreí.

Había un túnel oculto bajo el árbol. Un túnel repleto de un agradable olor dulce que se parecía al del árbol, pero también era diferente. Y el túnel no estaba oscuro, no del todo. Brillaba con una luz dorada que parecía llamarme, incitándome a seguirla. La lluvia empezaba a caer cuando observé alrededor de aquel lote oscuro. Creí que dejaba atrás este mundo.

Y me di cuenta que ni siquiera me importaba.

El túnel siguió creciendo, ensanchándose suavemente lo suficiente como para que entrara sin agacharme. Las raíces del árbol continuaban allí dentro, tejidas entre las paredes de tierra a medida que avanzaba. Cuando miré hacia atrás observé que el túnel se había cerrado, pero no me sorprendió. El camino que tenía enfrente era lo único que importaba.

suelo con vegetacion y luces

Caminé durante lo que parecieron horas, pero nunca sentí cansancio o hambre. Y nunca me preocupé de estar perdido, aunque no tuviera idea de a dónde iba o dónde estaba. De hecho, una oleada de felicidad y emoción me invadió cuando doblé una esquina y observé algo frente al túnel. A medida que me acercaba se revelaba una pared de ladrillos, y justo cuando empezaba a pensar que había llegado a un camino sin salida, la pared se desvaneció, dando paso a una habitación oscura.

Me detuve en el borde del túnel, observando el piso de lo que parecía un sótano. Estaba vacío, pero la luz del árbol me permitió observar algo escrito en el suelo. Era el número dos. Sentí cuando mi pulso se aceleraba al recordar la pintura de Raquel con los asientos del cine, y entonces entré a la habitación.

Se trataba del sótano vacío de una casa, y al subir las escaleras y abrir la puerta encontré que la casa también estaba vacía. No había luces encendidas, pero la luz del Sol entraba por todas las ventanas y a la distancia pude escuchar pequeñas olas rompiendo en una playa. Quería salir y ver el lugar donde estaba, pero primero revisé la casa para ver si encontraba más pistas. No encontré nada. Además del número que habían dejado en el sótano, aquella residencia estaba completamente desprovista de cualquier señal de vida.

Al salir, mi nariz empezó a hormiguear por la brisa salada. La casa se encontraba a orillas de una playa en una pequeña isla desierta, y entonces reconocí aquella casa en la pintura de Raquel. Al dejar el porche, no encontré señal alguna de otras personas, pero no estaba solo. Pues instalado a cierta distancia de la casa, estaba el árbol.

Sabía que no podía tratarse del mismo árbol que vi en el lote abandonado, pero al mismo tiempo sabía que lo era. O al menos una parte distinta del mismo árbol que hizo los túneles y apareció en mi viejo mundo y en este lugar, donde sea que fuera.

Este pensamiento me invadió tan pronto como salí de la casa. Nunca creí estar en mi mundo. No exactamente. Observé una isla más grande a cierta distancia, y tal vez había gente en ella. Hoteles, aviones y automóviles. O quizás no, pues estas cosas podrían no existir aquí. De cualquier forma, mi intuición recién descubierta se fortalecía, y podría decir que… ¿cómo se llamaba? la estru… no, la textura de las cosas en este sitio era distinta de alguna forma, aunque fuera un poco. No estaba mal ni tampoco producía miedo, sólo era diferente.

Sin embargo, tras un par de horas explorando la isla y revisando la casa empecé a sentirme terriblemente solo, aunque el árbol estuviera cerca. Decidí volver al túnel y seguir adelante. La pared en el sótano se desvaneció cuando me acerqué a ella, y nuevamente ingresé a los túneles.

Al poco tiempo me encontré en la segunda versión de la casa. Al igual que la primera vez, la pared se desvaneció en el sótano, pero este no estaba vacío. Era una especie de taller, lleno de herramientas que no me resultaban familiares. Cuando miré al suelo observé el número «43». ¿Quién había hecho eso? ¿Y por qué?

Me disponía a explorar la casa, de forma más cuidadosa esta vez, pues parecía que vivía gente allí, pero quedé congelado. Apoyado contra la pared de ladrillos, junto a una pequeña pila de tablas, estaba un mazo. Lo recogí sigilosamente antes de regresar al túnel.

el arbol

Cuando era pequeño, antes que papá muriera, solía sorprenderme por lo maravillado que estaba con la cacería. Nunca lo acompañé y tampoco recordaba mucho lo que cazaba, lo que sí sé es que tenía un viejo sabueso desde antes que yo naciera. El perro sólo vivía para él. Bueno, para él y para corretear presas. Cuando Rocko percibía un aroma, era como si entrara en trance. Iba y venía de un lado a otro, y si no lo conocías parecía que estaba teniendo un ataque. Pero, Rocko siempre encontraba lo que buscaba.

Me sentía como Rocko. Me movía cada vez más rápido a medida que recorría este lugar. Sentía que rastreaba algo o viajaba entre recuerdos que no me pertenecían. Apretando el mazo con fuerza, escuché el zumbido creciente de la música distante en mi cabeza al doblar la última esquina, y luego el silencio.

Era otra pared de ladrillos, y al acercarme se desvaneció.

Otro sótano, aunque esta vez más pequeño. Contenía una mesa, un cofre lleno de ropa y una vieja cama de metal rota. Al otro extremo de la habitación, una mujer usaba las patas de metal de la cama para atacar el muro y todo lo que había detrás. Sentí que mi cabeza empezó a nadar cuando la miré desde atrás, y al girarse para verme, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y el miedo, sentí el mazo deslizándose de mi mano al tropezar contra la pared que se había hecho sólida. Apenas podía respirar, pero logré pronunciar una sola palabra.

«¿Raquel?»

La mujer me observó, su mirada pasó del temor a la cautela. Todavía levantaba parcialmente la pata de la cama en señal de advertencia. «Sí, ¿te conozco?».

Era ella, pero al mismo tiempo parecía diferente, como el árbol en la isla. Está Raquel era algunos años mayor, y aunque parecía confundida y estresada en aquel momento, sus ojos ya no parecían abrumados por la tristeza silenciosa que conocí observando a la otra Raquel durante todos esos años. Aun así, no sabía cómo responder a su pregunta y no parecer un loco. La observé por un instante, vacilante, cuando ella me hizo otra pregunta.

«Saliste del túnel del árbol, ¿cierto?»

Asentí, agradecido por algo que podía responder con facilidad.

Analizándome, me dijo: «¿De dónde vienes? Es decir, antes del túnel».

Mis mejillas se sonrojaron al intentar pensar en las palabras indicadas. «Bueno, vine de Monterrey. Quiero decir, allí empezó».

Ella sonrío por un instante antes de recuperarse e intentar parecer sería otra vez. «Bueno. Pero, ¿sabes cómo funciona el árbol? ¿cómo te enteraste del túnel? ¿cómo llegaste hasta aquí?

Suspirando, me froté la cabeza y empecé a contarle.

mujer atrapada

«Mira, sé que esto parece una locura, pero solía trabajar vigilando a una mujer atrapada en una habitación, y esa mujer eras tú, u otra versión de ti, y ella me pidió ayuda, aunque no pude ayudarla. Después me llevaron y descubrí que había estado muerta durante mucho tiempo, que me había visto en el futuro. Entonces me pusieron algo del árbol que había estado dentro de ella y luego escapé, y cuando pensaba a donde ir para encontrar el árbol a partir de las cosas que había pintado, de alguna manera terminé descubriendo el túnel y viajando a diferentes lugares. Estoy muy seguro de que los túneles conducen a mundos distintos, y en uno de esos mundos encontré este mazo. Entonces…».

«Espera. Maldición. Tómate las cosas con calma. Te vas a desmayar». Volvía a sonreír, aunque esta vez no intentaba ocultarlo. Miró por encima de lo que quedaba de la cama hacia donde estaba el mazo en el suelo. «¿Y has dicho mazo?».

*Golpe*

«Bien. Te creo».

*Golpe*

«Yo también he recorrido esos túneles. Mi ex novio me engañó haciéndome venir aquí para dejarme atada al árbol en su lugar».

*Golpe*

«Bueno, no me ató literalmente al árbol. Tomar su lugar como… ¿el compañero del árbol? En verdad no lo sé. Todo aquí es muy loco y no entiendo muchas cosas.

*Golpe*

«Pero lo que sí entiendo es que el malnacido me encerró aquí. Al principio, creí que podría derrumbar algunos ladrillos con el tiempo, pero no. En esta ocasión puso una capa de hormigón en el exterior. Buena jugada, Luis, Armando o lo que sea. Ahora lo recuerdo como el maldito que me encerró».

*Golpe*

«Esto tomará una eternidad».

Me acerqué y puse mi mano sobre el mazo. «Permíteme ayudarte un poco. Podemos turnarnos». Había retirado varios ladrillos, aunque el muro de hormigón apenas empezaba a mostrar pequeñas grietas. Yo sólo quería seguir mirándola, que me hablara, pero sabía que estaba cansada. Ella asintió a regañadientes y soltó el mazo. Antes de girar, volví a mirarla. «¿Cuánto tiempo has estado aquí?».

*Golpe*

Raquel frunció el ceño. «Es difícil decirlo con certeza, pero creo que 8 meses».

Dejé caer el mazo nuevamente mientras mis ojos se abrían. «¿Y cómo sobreviviste todo ese tiempo?».

En su ceño aparecieron surcos todavía más profundos. «Es el árbol. No me deja morir. Simplemente voy al túnel todos los días por un rato y nunca tengo tanta hambre o sed».

Entonces se me ocurrió una idea. «¿Por qué no has escapado por los túneles?».

Ella sacudió la cabeza con rapidez. «No, gracias. Ya tuve suficiente con visitar otros mundos. Algunos no resultan tan agradables. Y no quiero estar más atada a este árbol de lo que ya estoy. Sólo quiero salir de aquí, a mi propio mundo, y luego intentar librarme de mi conexión con este árbol para siempre». Raquel se encogió de hombros. «Eventualmente lo habría logrado con las malditas partes de la cama, pero quien sabe cuánto tiempo hubiera tomado». Ella volvió a sonreír. «Estoy feliz de que hayas venido con el mazo».

Al devolver la sonrisa, asentí mientras volvía a levantar el mazo. «Yo también».

*Golpe*

Ambos estábamos empapados en sudor cuando nos arrastramos por el agujero en el muro. Raquel me dijo que creía que su ex novio se había ido desde hacía mucho tiempo, pero no estaba segura, así que debíamos avanzar con cuidado. Sacando el mazo del sótano, nos dirigimos hacia las escaleras.

La casa estaba decorada pero tranquila, y no observamos señales de ninguna otra persona cuando caminamos hacia la puerta principal y la abrimos. Afuera, el Sol salía para anunciar un nuevo día, y una vez en el porche di un pequeño salto cuando Raquel me tomó de la mano y me dio un apretón. La miré.

el amanecer en el campo

No pude ayudar a la otra Raquel, pero tal vez ese nunca fue el objetivo. Pues ahora estaba convencido de que podía ver mucho más que otros lugares o el futuro. Había logrado ver otros mundos y posibilidades.

Como esta, hay otra versión donde se encuentra atrapada y necesita ayuda. También un lugar donde es una persona libre. Al final, incluso al saber que estaba muriendo, Raquel quiso que estuviéramos juntos y felices.

El Sol de aquella mañana pintaba hermosos colores en el rostro de Raquel, y al mirarla a los ojos vi lo mucho que se parecía a la mujer que vigilé, cuidé e intenté salvar. La mujer que, después de todo, me salvó. Quería contarle muchas cosas a Raquel, hacerle un montón de preguntas, pero todo eso vendría después. Apretando su mano, caminé con ella lejos de aquella casa.

Por ahora, para mí es suficiente.

Partes: I, II, III, IV

Una historia de Verastahl

Quizá te interesa:

15 comentarios en «La dama en la habitación – FINAL»

  1. Me vengo a dejar un comentario y me encuentro con estos.
    Me siento ofendido al ver los comentarios diciendo que no valió la pena leer hasta el final.
    Para mi fue una historia muy hermosa, aunque pensaba encontrar una historia de terror no me quejó.
    Eh leído muchas historias, tantas que no me acuerdo cuantas y puedo decir que esta es la mejor de todas.
    No miento cuando digo que esta es la primera vez que lloro en años.

    Responder
  2. ¡Carajo! Dijo Tomás, nada nos gusta… Al despertar y notar que el apretón que había sentido, antes de quedar inconciente, era el árbol, las raíces, que ahora lo harían prisionero. Quizás él era un buen trueque…

    Responder
  3. Al contrario de todos los que se decepcionaron con el final a mi me encantó, desde la parte en que atraviesa con otros mundos me pareció increíble.

    Mientras leí la parte en que se adentró al túnel del árbol puse el OST de inception para darle ambientación y whoa, fue genial, como una película de Christopher Nolan con la música de Hans zimmer. Simplemente léanlo y escuchen el OST… Y disfrutenla

    https://youtu.be/l65GN0Pk1-A

    Responder
  4. Muy decepcionante final. Muy mafufo, lento, largo, fantasioso y viajado. Esta como la serie de «LOST», «Walking Dead» y «Game of Thrones» – Empezaron muy interesantes y tuvieron finales inesperadamente decepcionantes que nada tiene que ver con la narrativa de la primera parte.
    -Mi final esperado era que Tomas terminara involucrado y atrapado en un experimento secreto del gobierno o alguna asociacion como los illuminati e igual de muerto desde hace tiempo como Raquel porque le descubireron un poder.

    Responder
  5. no entedi, quierian conquistar otros mundos? las partes del arbol se llaman solas? veia el futuro o veia otros mundos? como sabia del arbol si estaba encerrada? porque no hay mas gente si existen otras raquel que conocen el arbol?……..pero por 4 semanas me entretuve hasta saber que perdi el tiempo leyendo el final,

    Responder
    • Raquel salvó a una versión alternativa de ella misma en otra realidad. El árbol funcionaba como un portal y los túneles como caminos a esos otros mundos. Al principio solo podía ver el futuro, pero una vez que le injertaron el árbol adquirió la habilidad de ver otros mundos y otras posibilidades. No quería conquistar nada, sólo quería ser feliz (en otro mundo) con el narrador. El final también me decepcionó un poco, yo apostaba que despertaría en un tanque de criogenia junto a Raquel, y que a partir del escape todo fue una ilusión. En resumen, me gustó porque no es nada predecible y eso se agradece bastante.

      Responder
  6. Se acabo es todo a partir de ahora no me volveré a emocionar
    ¡¡Oh pasado mañana dará una maratón del programa que me gusta hurra no puedo esperar!!
    Pero ya en serio no se que le paso al creepypasta se volvió muy complicado y acaba en eso creo que fue un final muy malo para una historia que fue muy complicada y hasta difícil de entender

    Responder

Deja un comentario