La casa en la colina

La casa en la colina siempre resultó motivo de especulación para los habitantes del pequeño pueblo cercano. Se decía que estaba encantada y que ninguna familia duraba más de seis meses viviendo allí. Pero cuando los Fernández se mudaron, parecía que todo sería diferente.

La casa en la colina1

Ramón y Ana Fernández eran una pareja joven y feliz, con una hija de seis años llamada Sally. Compraron la casa en la colina porque era grande y asequible, y porque Ramón pensó que sería genial vivir en una casa embrujada. Pero cuando llegaron, Ana no estaba segura de que fuera una buena idea. Había algo extraño en la casa, una atmósfera pesada y la sensación de que estaban siendo observados.

Los primeros días pasaron sin incidentes, pero pronto comenzaron a notar cosas extrañas. Puertas que se abrían solas, ruidos extraños en la noche, y Sally decía que veía a un hombre en su habitación por la noche. Ramón intentó tranquilizar a su esposa, diciendo que era solo su imaginación, pero incluso él empezó a sentir que algo no estaba bien.

Un día, mientras Ramón estaba en el trabajo y Sally en la escuela, Ana decidió explorar la casa por su cuenta. Descubrió una puerta oculta detrás de un estante en el sótano, y cuando la abrió, se encontró en una habitación secreta. Allí encontró una caja de madera en el centro de la habitación, y cuando la abrió, observó un antiguo diario.

El diario pertenecía a la mujer que construyó la casa hacía más de cien años. En él, hablaba de su esposo abusivo y de cómo lo había asesinado y ocultado en esa misma habitación secreta. Pero lo más aterrador era la revelación de que la mujer hizo un pacto con el diablo para mantener la casa, y que ahora estaba atrapada allí para siempre.

Ana estaba aterrorizada, pero decidió no decirle nada a Ramón. En su lugar, investigó más sobre la historia de la casa y la mujer. Descubrió que el esposo abusivo era un afamado artista circense, y que diversas familias terminaron enlutadas poco después de mudarse a la casa en la colina. Ana estaba segura de que el espíritu del esposo muerto era responsable de estas tragedias, y que la mujer seguía atrapada en ese lugar a causa del trato con el diablo.

Mientras tanto, Ramón comenzó a tener pesadillas horribles sobre la casa y su historia. Bebía más de lo habitual, y se volvió distante con su esposa e hija. Ana estaba desesperada por salvar su matrimonio y familia, así que decidió deshacerse de la caja y el diario. Pero cuando regresó a la habitación secreta, encontró que la caja ya no estaba.

Ana supuso que Ramón encontró la caja y la tiró, pero cuando le preguntó, él se negó a hablar del tema. En su lugar, decidió que la única forma de deshacerse del espíritu que los atormentaba era quemar la casa. Ana trató de detenerlo, pero Ramón estaba decidido. Compró gasolina y le prendió fuego.

La casa ardía mientras Ana y Sally miraban desde afuera, horrorizadas. Ramón se quedó en el interior, y Ana sabía que no había forma de que pudiera sobrevivir a las llamas. Sin embargo, cuando los bomberos finalmente sofocaron el incendio, no encontraron ningún cuerpo en el interior.

pacto con el diablo

Ana estaba desconcertada. ¿Dónde estaba Ramón? ¿Cómo escapó del fuego? En ese momento recordó el diario y a la mujer que había hecho un trato con el diablo para mantenerse en la casa. Empezó a temblar, convencida de que Ramón había hecho un pacto similar para escapar de la muerte.

Unos días después, recibió una llamada de la policía. Localizaron a Ramón vagando por las calles, confundido y desorientado. Lo llevaron al hospital, donde Ana pudo hablar con él. Ramón no recordaba nada de lo que pasó en la casa antes del incendio. No recordaba haber encontrado la caja y mucho menos hablar con Ana sobre la historia de la casa.

Ana sabía que algo estaba mal, pero no tenía idea de cómo averiguarlo. Decidió que la única forma de descubrir la verdad era investigar más sobre el trato que Ramón hizo con el diablo. Contrató a un médium para que la ayudara, pero no encontraron ninguna pista.

Unos meses después y con la casa ya restaurada, Ana se despertó en mitad de la noche por un ruido extraño. Cuando se levantó para investigar, encontró a Ramón en la sala de estar, mirando fijamente hacia el armario. Cuando le preguntó qué estaba haciendo, Ramón se volvió hacia ella con los ojos oscuros y sin vida.

“Él está aquí”, dijo Ramón en un tono frío y monótono.

Ana retrocedió, aterrorizada. No sabía quién era “él”, pero sabía que era algo malvado y peligroso. Intentó hablar con Ramón, pero él la ignoró y siguió mirando fijamente al armario.

Ana intentó escapar de la casa, pero las puertas estaban bloqueadas y las ventanas no se abrían. Quedó atrapada en la casa con Ramón y “él”. Trató de luchar, pero fue inútil. Completamente bajo el control de aquella entidad maligna, Ramón la condujo a la habitación secreta, donde la encerró con la caja y el diario.

Ana sabía que moriría allí, pero no estaba dispuesta a rendirse sin luchar. Encontró un cuchillo en la caja y comenzó a tallar una inscripción en la pared de la habitación. Era una invocación para el diablo, pero no para pedir su ayuda. Sino para hacer un trato.

Ofreció su alma a cambio de la vida de su hija. Sabía que era una apuesta arriesgada, pero no tenía nada que perder. Y para su sorpresa, el diablo aceptó la propuesta.

Cuando Ramón y “él” regresaron a la habitación secreta, encontraron a Ana inconsciente en el suelo. Pensaron que estaba muerta, pero cuando se acercaron para comprobarlo, Ana se levantó y los miró con una sonrisa retorcida.

El diablo cumplió su parte del trato. Sally estaba a salvo, pero Ana condenada a pasar el resto de su vida atrapada en aquella casa de la colina, en compañía de Ramón y “él”. Pero no se arrepentía de su decisión. Sabía que había hecho lo correcto para proteger a su hija.

mujer fantasma hermosa

Con el tiempo, Ana se convirtió en una especie de protectora de la casa. Mantenía a Ramón y “él” a raya, asegurándose de que no dañaran a nadie más. A medida que pasaban los años, la leyenda de la casa se desvanecía, y los nuevos propietarios nunca se dieron cuenta de la presencia de Ana.

Pero cuando Sally creció y tuvo hijos propios, la historia volvió a cobrar vida. Una noche, mientras visitaba aquella casa donde desapareció su madre, Sally escuchó ruidos extraños y vio sombras moviéndose por las paredes. Se asustó y empezó a pensar en su madre, pero Ana le aseguró que todo estaba bien.

“Siempre he estado aquí para protegerte, hija mía”, le dijo Ana con una sonrisa.

Sally se dio cuenta de que su madre había hecho un trato con el diablo para protegerla a ella y a su familia. Pero en lugar de sentir miedo, se sintió agradecida. Sabía que su madre hizo lo necesario para mantener a su familia a salvo, incluso si eso significaba quedarse atrapada en la casa para siempre.

Y así, la casa de la colina siguió en pie, con su historia oculta a los ojos del mundo. Pero aquellos que se aventuraban demasiado cerca de la casa podían sentir la presencia de Ana, protegiéndola desde su prisión eterna en la casa embrujada.

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