La Cabaña de Brunckow: un lugar siniestro en Arizona

La Cabaña de Brunckow es un misterioso lugar localizado en el Condado de Cochise, al sureste de Arizona. En medio de aquel descampado polvoriento, todavía es posible observar los cimientos de una antigua construcción. Incluso se aprecian algunos fragmentos de paredes devoradas por la maleza y los amargos recuerdos de lo que allí se vivió. Para el explorador inexperto, estas ruinas decrépitas no pasan de simples vestigios de un pasado olvidado, abandonado en medio del desierto.

La Cabana de Brunckow2

Sin embargo, esta cabaña tiene un pasado oscuro y aterrador que le ha valido un lugar en la historia de Arizona. Se trata de la Cabaña de Brunckow, un sitio maldito que muchos locales refieren como “el lugar más sangriento del Oeste”.

Expedición minera en el desierto de Arizona.

Esta historia comienza en la década de 1850, con la llegada a la región de la Sonora Exploring and Mining Company. Frederick Brunckow, un inmigrante alemán, se unió a la compañía para trabajar en la extracción de minerales en esta región del Oeste americano. En 1858, iniciaron las operaciones de extracción de oro y plata en una mina llamada San Pedro.

A Brunckow se le encomendó construir un pequeño campamento para que los trabajadores se asentaran en la región. Además de contratar mano de obra mexicana, el alemán convocó a un químico llamado John Moss, a sus primos James y William Davis, y al cocinero David Bontrager. Construyeron una aldea rústica pero funcional, especialmente cuando había que protegerse del clima, el ataque de animales salvajes y los embates de tribus hostiles.

la Cabana de Brunckow

Una modesta cabaña de adobe formaba parte de este campamento, estaba cubierta con techo de lámina y presentaba una chimenea que posibilitaba la ventilación de los víveres que en ellas se almacenaban. Los primeros meses fueron de mucho trabajo y abundantes recompensas para la exploración minera, pero en este sitio olvidado por Dios las cosas dieron un giro repentino hacia el horror y la oscuridad.

Masacre de los mineros en la Cabaña de Brunckow.

Según consta en los registros de la época, el 23 de julio de 1860, William Davis dejó el campamento para reabastecer los suministros en la ciudad más próxima. El viaje duraba tres días y la ruta incluía caminos de terracería plagados de peligro, por lo que el hombre llevaba un rifle por si se ofrecía. Se sabe que Davis llegó a salvo a la ciudad, pagó al proveedor los víveres y emprendió el camino de vuelta.

La tarde del día 26, finalmente divisó el campamento a la distancia. Sin embargo, rápidamente supo que algo andaba mal, pues la chimenea de la cabaña no escupía humo como de costumbre. Todo el asentamiento parecía angustiantemente tranquilo. William Davis se bajó de las mulas, las ató en un árbol próximo, tomó su rifle y se dirigió a pie al asentamiento.

asentamiento minero en arizona

Cuando finalmente llegó a la cabaña de adobe, encontró una escena infernal. El cuerpo de James, su hermano, yacía sobre un charco de sangre. Le volaron la cabeza con un disparo de escopeta a quemarropa. Sobre las paredes y techo de la cabaña incluso pudo observar fragmentos del cerebro. Al interior el lugar era un completo desorden, todas las gavetas estaban abiertas, los objetos tirados sobre el suelo y no quedaba uno solo de los víveres. Los habían saqueado.

Presencia siniestra.

Gritó el nombre de sus otros compañeros, pero nadie respondió. En ese instante, un intenso escalofrío se apoderó del cuerpo de William Davis. Sabía que debía ir a las otras habitaciones a buscar sobrevivientes, pero el miedo le impidió seguir recorriendo la cabaña. Eventualmente, el hombre confesó que sentía una sensación profundamente desagradable.

No como si el asesino lo acechara en el lugar, sino algo peor… una presencia siniestra que le helaba la piel y lo hizo salir de la Cabaña de Brunckow lo más rápido posible. William Davis recordó que un destacamento militar se encontraba unos 25 km del asentamiento, e inmediatamente se dirigió a la autoridad.

Un escuadrón de caballería lo escoltó devuelta al asentamiento y, en este viaje de regreso, localizaron el cadáver del químico John Moss en medio del desierto. Aunque le cortaron la garganta, todavía pudo andar unos 200 metros hasta que terminó por desangrarse.

El misterio de la Cabaña de Brunckow.

Tan pronto como llegaron al asentamiento, los soldados se desplegaron para buscar indicios de lo sucedido. Al poco tiempo localizaron el cadáver de Frederick Brunckow a unos cuantos metros de la entrada de la cabaña. Lo introdujeron parcialmente en un pozo minero y aparentemente le quitaron la vida con un pico.

Su cuerpo se encontraba tan severamente dañado que Davis solo logró reconocerlo por una marca de nacimiento que tenía en el brazo. La mitad del cuerpo estaba dentro del pozo y las piernas sobresalían de una forma macabra. Como si la tierra intentara engullirlo.

No encontraron indicios de los trabajadores mexicanos. Y también desaparecieron más de 3 mil dólares en mercancía. Aunque nadie sabía con certeza lo que sucedió, la principal sospecha era que los trabajadores robaron y mataron a sus patrones. Mientras los soldados seguían investigando el campamento, apareció David Bontrager, el cocinero.

ente siniestro

Reveló que escapó de aquella masacre perpetrada por los trabajadores mexicanos gracias a que vagaba por el desierto al momento del ataque. El cocinero se resguardó en las inmediaciones, pero jamás vio a los presuntos asesinos, cinco empleados del asentamiento y el capataz, un hombre llamado Jaime, escapar del lugar de la masacre.

Sucesos inexplicables.

Los soldados decidieron sepultar los cadáveres allí mismo e iniciar una operación de búsqueda para dar con el paradero de los asesinos apenas empezara a clarear. Estaban seguros de que se dirigían a la frontera con México, donde desaparecerían con extrema facilidad. Un grupo de siete soldados, un oficial y William Davis salieron de la cabaña con la alborada. En el campamento se quedó Bontrager y un soldado llamado Sam Knowles

Durante todo el día, la caballería siguió el rastro dejado por los asesinos. Pero, cuando estaban por llegar a la frontera encontraron otra escena infernal. Localizaron un campamento destrozado, con evidentes signos de lucha y violencia despiadada. Al buscar en las inmediaciones localizaron tres cuerpos brutalmente asesinados con garrotes, machetes y hachas.

Davis logró reconocer en aquellos tres cadáveres a los mexicanos que trabajaban en el asentamiento. Pero, de Jaime y los otros no quedó rastro. Ahora, la hipótesis apuntaba a que los criminales discutieron y terminaron matándose entre sí. Era de lo más común que algo así sucediera, pero ciertas cosas no encajaban en aquella escena.

Sucesos inexplicables

Por ejemplo, la mercancía robada quedó esparcida por el claro y William determinó que no faltaba un solo producto. Tal vez, los ladrones se pelearon por el botín y aquellos que sobrevivieron decidieron irse sin llevarse nada. Sin embargo, resultaba ilógico que dejaran las botellas de agua, suministros y alimentos que necesitaban para cruzar la frontera.

Aunque, lo más extraño es que no había un solo rastro del camino que siguieron. Los soldados buscaron en todo el terreno y parecía que se hubieran desintegrado en el aire.

Conclusión de la historia.

Sin un rastro que seguir, el pelotón decidió regresar al campamento y planear allí lo que harían a continuación. Sin embargo, al volver a la cabaña encontraron otra escena que los dejó boquiabiertos. Bontrager y el soldado Knowles se habían esfumado. Era como si la tierra se los hubiera tragado, pues el caballo seguía amarrado en el mismo sitio, la chimenea estaba encendida e incluso encontraron una taza de café sobre la mesa. Pero, de los hombres ni un solo rastro.

Por más violento, misterioso e inexplicable que resultó el asunto, las autoridades no podían hacer mucho. Emitieron una orden de búsqueda y captura contra el capataz y los obreros mexicanos, principales sospechosos de la masacre. También incluyeron un retrato de Bontrager. El soldado se trató como un desertor y su nombre se divulgó por todo el territorio.

Jamás localizaron a una sola de estas personas, y su paradero sigue siendo un misterio hasta nuestros días. Increíblemente, varios años después la Cabaña de Brunckow en el Condado de Cochise, en Arizona, sería escenario de otros acontecimientos espeluznantes. Pero, esa historia la dejaremos para después.

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