Infografía con las rutinas de los grandes creativos de la historia

Es bastante común que cuando imaginamos a los escritores, pintores y compositores nos hagamos una imagen de estos quemándose las pestañas, saltándose las comidas y trabajando como si no hubiera mañana en búsqueda de inspiración. ¿Será?

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Bueno, al menos estamos seguros de que no es ni era así para todos, Tchaikovsky y Charles Dickens, por ejemplo, eran bastante dormilones. Ya Immanuel Kant hacía de su vista al bar toda una costumbre diaria. Y Auden, Milton y Beethoven mantenían horarios de trabajo precisos. Quien revela todas estas curiosidades es la infografía Creative Routines, donde se catalogan los rituales diarios de algunos de los genios de nuestra civilización.

Si eres un artista, quizá esto pueda servirte como una referencia. Especialmente si eres de aquellos que toman una siesta después del almuerzo y siempre se sienten culpables, Thomas Mann y Charles Darwin adoraban echarse un coyotito.

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Después de dormir, Kant gustaba de tomar un té suave y fumar de su pipa, ofreciendo para sí mismo un periodo de meditación. En seguida, leía hasta la hora de clases. Dio cátedras de lógica entre otros cursos durante 40 años y fue un profesor extraordinario. Luego de las clases, Kant habitualmente iba hasta un bar, donde pedía carne y vino, la única comida fuerte de su día. Seguía un periodo de caminata, de visitas y de lectura antes de volver a la cama.

 

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Maya Angelou en sus años mozos solía despertar y tomarse un café, antes de salir a dar un paseo diario. Seguido de estos venían largas horas de trabajo, siempre en cuartos de hoteles o moteles. Cuando finalmente terminaba, Angelou releía su trabajo hasta que llegaba la hora del baño, de preparar la cena y de releer nuevamente lo que escribía durante todo el día, esta vez para su marido.

 

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Mozart, después de dormir, gastaba un corto periodo de tiempo en vestirse e inmediatamente después comenzaba a componer. Luego venían las clases, el almuerzo y algún convivio social hasta que llegaba la hora de componer nuevamente o de tocar en algún concierto. Cortejar a Constanze, su mujer, era una tarea diaria de este genio, que aún se hacía de un poco de tiempo para componer hasta muy noche, a veces hasta la 1 de la mañana. Mozart solía levantarse habitualmente a las 6 de la mañana.

 

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Después de una larga noche de sueño, Beethoven se levantaba para prepararse un café, un ritual que se tomaba muy enserio. Determinó que la medida ideal serian 60 granos por taza, muchas veces, contándolos uno a uno, para tener la certeza de que era la cantidad idónea (sí, los genios también tienen manías como nosotros, los simples mortales). A esto le seguía un largo periodo de composición, hasta que llegaba la hora del almuerzo, acompañado con vino. Solo después de tener el estómago lleno, Beethoven hacía una larga y revigorizante caminata, llevando siempre un lápiz y unas hojas de papel musical en el bolso. Después, se detenía en una taberna para leer el periódico, le seguía una cena sencilla, un vaso de cerveza y una pipa.

 

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Thomas Mann era un hombre extremadamente organizado en lo que respecta a horarios: despertar, tomar café, baño, escribir durante unas horas hasta el almuerzo, lectura, siesta, té con la familia, lectura de artículos y críticas literarias, un paseo y cerraba entre invitados, lectura o grabaciones de gramófono.

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Darwin acostumbraba a dar un paseo matinal antes de tomar su desayuno a solas. Después, se concentraba profunda e ininterrumpidamente en su trabajo, leía su correspondencia, escuchando a su esposa Emma dar lectura a las cartas escritas para la familia. Más trabajo antes de la hora del almuerzo y un tiempo para sacar a pasear a “Polly”, el fox terrier de la pareja. Almuerzo, tiempo para leer el periódico, escribir algunas cartas y echarse una siesta. Después de esto, la tercera caminata del día, afinar detalles de su trabajo y hacerse de un tiempo para el ocio y la pereza, descansando mientras Emma leían alguna novela romántica. Por la noche, Darwin comía un huevo acompañado de té, jugaba al backgammon con Emma y hojeaba algunos libros científicos. Para volver a dormir, el poeta, filósofo y naturalista, se quedaba en la cama resolviendo problemas.

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Infografía: fastcocreate.com

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