Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte IV

Hola camaradas, regresé del entrenamiento y tengo historias realmente muy interesantes para compartir hoy. Hay suficientes como para dividirlas en dos fragmentos, siendo éste el primero. Me encantaría publicarlas todas de una sola vez, pero aún no tengo la oportunidad de escribirlas todas. Nada extraño sucedió mientras estuve fuera, aunque un novato tuvo un incidente que me pareció relevante. Pero vayamos al grano, pues estoy seguro lo que están esperando son las historias. Atribuiré cada parte de la historia a la persona que me la relató bajo un nombre clave.

Silueta entre los arboles de un bosque

 

K.D.

K.D. es una veterana del servicio de rescate que lleva aproximadamente 15 años en la corporación. Se especializa en los rescates sobre montañas a grandes alturas, y por todos es sabido que es una de las mejores en su área. Fue una de las personas que mostró mayor entusiasmo de contarme sus historias, y como nos tocó participar juntos en los ejercicios, terminó relatándome cuatro casos que realmente se quedaron grabados en mi memoria.

Lágrimas de hielo.

El primer caso lo contó cuando pregunté por las llamadas más traumáticas que le había tocado atender. Balanceó la cabeza un poco y me confesó que las peores llamadas suelen suceder en las montañas, pues en estos lugares existe una mayor probabilidad de que sucedan accidentes desagradables. Hace alrededor de cinco años se suscitó una serie de desapariciones en uno de los parques donde trabajaba.

Lo recuerda como un año bastante malo, de los peores que ha tenido en su carrera. Cada 48 horas se acumulaban aproximadamente 30 centímetros de nieve, y algunas avalanchas terminaron matando a varios alpinistas. Advirtieron a las personas sobre mantenerse en las zonas seguras del mapa, pero evidentemente siempre existen aquellos tercos que no escuchan las indicaciones.

Familia en la noche bosque fantasma

En un caso particularmente aterrador, una familia entera murió pues el padre decidió que tenía mayor experiencia que los empleados del parque, y los condujo a una zona restringida particularmente peligrosa. Tenían experiencia practicando deportes en la nieve, y K.D. supone que se adentraron en una zona cubierta de nieve que parecía sólida, pero en realidad no era así.

Esta plataforma de nieve suelta terminó cediendo con el peso y la familia rodó aproximadamente 100 metros por una pendiente. Al poco tiempo llegaron a una zona rocosa y los padres murieron al instante. Uno de los niños también pereció, pero dos hijos sobrevivieron. Uno resultó con las costillas y una pierna fracturada, mientras que el otro estaba prácticamente ileso salvo por algunas contusiones y un tobillo torcido.

El niño que sobrevivió dejó a su hermano en ese lugar y se dirigió a buscar ayuda. K.D. dijo que el niño no pudo caminar más de 800 metros antes de ser alcanzado por una tormenta. Se detuvo para intentar encontrar refugio, o quizá sólo para descansar, pero terminó muriendo congelado.

Supieron de esta familia gracias a unos testigos que los vieron dirigiéndose a esta zona, y K.D. fue la que encontró al niño que murió congelado buscando ayuda. Me contó que ese día había empezado a nevar, apenas lo suficiente como para dificultar la visión, pero no para imposibilitar la caminata en el área. Vio una silueta sentada en la nieve frente a ella, y se dirigió a este lugar lo más rápido que pudo.

Bosque inquietante nevado

En detalle, mi colega me relató cómo en un principio se acercó y vio que se trataba de un niño, un pequeño que había muerto en una de las posiciones más lamentables en las que ha encontrado un cadáver. El pequeño se había quedado sentado con las rodillas dobladas sobre el pecho. Sus brazos se encontraban curvados alrededor de sus rodillas y la cabeza escondida en su chamarra.

Cuando retiró la chamarra para observar el rostro, se dio cuenta que el pequeño había muerto llorando. Su rostro estaba torcido, y las lágrimas se habían congelado en sus mejillas. Me contó que le resultó dolorosamente obvio darse cuenta que el niño se encontraba profundamente aterrado cuando sucumbió ante la hipotermia y, como madre, eso le rompió el corazón.

No se cansó de repetirme que esperaba el padre estuviera ardiendo en el infierno.

Rastros en la nieve.

Otra historia traumática que me contó, y se quedó en mi mente, le sucedió cuando apenas era una novata. Su equipo recibió una llamada sobre un experto alpinista que no había llegado a casa el día anterior. La esposa estaba convencida de que algo malo le había sucedido, pues jamás había faltado a su hogar. Fueron a buscarlo y tuvieron que escalar algunas partes muy desafiantes. Alcanzaron una zona relativamente plana, y K.D empezó distinguir un rastro de sangre en la nieve.

Fantasmas flotando en el bosque

Siguió el rastro y se encontró con pequeños trozos de carne. No estaba segura de qué fragmento del cuerpo se trataba, pero entre más avanzaba, más iba descubriendo. Dio seguimiento al rastro de sangre y tejidos hasta una zona protegida sobre un peñasco, y finalmente descubrió al alpinista. Mencionó que había demasiada sangre, más de la que alguna vez hubiera visto en la vida.

Lo encontró tirado boca abajo, con un brazo estirado hacia el frente, como si hubiera muerto arrastrándose. Se aproximó un poco más y pudo ver que el hombre había sido destripado, del estómago provenía la carne que siguió en el rastro. El hombre tenía un piolet enterrado en uno de los costados de la cadera, estaba cubierto de sangre.

Evidentemente, jamás tendrán certeza de lo que sucedió, pero me contó lo que imaginó: el alpinista intentaba escalar hasta la zona más próxima, valiéndose del piolet para subir. Probablemente encontró un fragmento suelto y cayó. En la caída, o tal vez en el aterrizaje, quedó empalado por el piolet y fue destripado.

No es una persona a la que le moleste mucho este tipo de escena, pero algunos de los compañeros que la ayudaron a retirar el cadáver terminaron vomitando cuando movieron el cuerpo y una buena parte de los intestinos brotó.

El hombre difuso.

Le mencioné que estaba interesado en conocer cualquier experiencia que hubiera tenido con personas que desaparecieron por completo. Sus ojos se iluminaron al instante, se acercó a mí y susurró: “¿quieres escuchar una historia loca?”. Empezó a contarme sobre un caso que sucedió cuando apenas empezaba y tuvo gran repercusión mediática.

Una familia se encontraba en una zona de cultivo en las cercanías del parque. Iban con dos niños, ambos menores de 5 años, y en algún momento uno terminó desapareciendo. Se organizó una búsqueda gigantesca, y los equipos simplemente no lograron dar con rastro alguno.

Se trataba de otro caso en el que un niño desapareció sin dejar rastro, como si jamás hubiera estado ahí. Los perros eran incapaces de olfatear algo. La búsqueda se extendió durante aproximadamente 2 meses, pero eventualmente terminaron cancelándola.

Bosque denso oscuridad

Casi medio año después, la familia regresó al lugar de donde había desaparecido el pequeño para dejar flores en un monumento que habían levantado en su honor. Mientras ponían las flores en el lugar, perdieron de vista un par de segundos al otro niño que también los acompañaba ese día, tiempo suficiente para que desapareciera sin dejar rastro.

Obviamente, los padres quedaron devastados. Ya es lo suficientemente terrible perder a un hijo, pero perder dos debe de ser un dolor inimaginable. Una vez más, se organizó una búsqueda enorme, una de las más grandes en la historia del estado. Aproximadamente 300 voluntarios se dedicaron a buscar al pequeño en cada centímetro del parque. Pero, otra vez, ningún rastro.

La búsqueda se extendió durante aproximadamente una semana y las personas llegaron a buscar incluso kilómetros más allá del parque donde había desaparecido. Entonces, alrededor de dos semanas después un voluntario que seguía colaborando encontró al niño a casi 25 kilómetros del área de búsqueda designada.

En un primer momento creyeron que el niño estaba muerto, pero realmente estaba vivo y en perfectas condiciones. K.D. y su equipo salieron a rescatar al niño y cuando arribaron al lugar no podían creer que ese fuera el niño desaparecido.

No estaba sucio, su ropa estaba impecable y no parecía traumatizado en ninguna forma. El voluntario aseguró haberlo encontrado sentado sobre un tronco, jugando con unas ramas atadas a una cuerda vieja. K.D. le pregunto dónde y con quién había estado durante esas dos semanas, y el niño respondió que con el “hombre enmarañado”.

Vision borrosa en el bosque

K.D. es una de las personas que creen fielmente en la existencia de pie grande, así que se entusiasmó bastante y volvió a preguntar qué había querido decir con enmarañado. ¿Había querido decir peludo? Pero el niño le respondió que no, no se trataba de un hombre peludo. Este personaje era un “hombre difuso”, el niño estaba describiendo a un sujeto borroso “como el efecto que se produce en la vista cuando se entrecierran los ojos”.

Les contó que el hombre había salido de los árboles y lo llevó hasta el bosque. Dijo que había estado durmiendo dentro de un árbol hueco, y que el hombre difuso le había dado frutas para comer. K.D. le preguntó si el hombre le había parecido malvado, si lo había asustado, a lo que el niño respondió: “no, no me asustaba. Pero no me gustó que no tuviera ojos”.

K.D me comentó que regresaron con el niño a la base, donde un policía lo estaba esperando para llevarlo a la ciudad e interrogarlo sobre los acontecimientos. Tiene una vieja amistad con el policía que interrogó al niño, y supo que al oficial le repitió que el hombre lo había mantenido en un árbol, y que cada vez que tenía hambre le proporcionaba frutas. Le dio permiso para recorrer un claro muy preciso, pero cuando intentó ir un poco más allá, el hombre difuso se volvió loco y gritó bastante alto, pese a que no tenía boca.

Hombre de negro con mascara en lago

Cuando el niño se asustaba durante las noches, el hombre difuso “se hacía más brillante” y le entregaba un conjunto de ramas. Le dijo que lo había dejado ir pues no era el “tipo indicado”. Y a partir de entonces no pudo, o no quiso, hablar más sobre el tema. Los policías se quedaron llenos de dudas, y se reinició la búsqueda por su hermano, sin ningún resultado. El niño no tenía idea de donde se podía encontrar su hermano.

Amnesia temporal.

La última historia de K.D. fue sobre algo que le sucedió cuando se separó de su grupo de entrenamiento aún siendo una novata. Se encontraba aprendiendo conceptos básicos en una zona bastante explorada de la montaña, cuando le llegó el llamado de la naturaleza. Durante la pausa para comer, se alejó unos 50 metros del grupo. Voy a relatarlo exactamente como me lo dijo.

“Fui a hacer pipí, y apenas terminara, volvería con mi grupo. Pero no había recorrido ni un metro cuando me di cuenta que no tenía idea de donde me encontraba. Es decir, literalmente no tenía ni idea de donde estaba. Si me hubieran preguntado, ni siquiera hubiera sido capaz de responder el estado donde nos encontrábamos. Era como si una amnesia repentina se hubiera apoderado de mí. Estaba completamente perdida y sin idea de lo que tenía que hacer.

Bosque aterrador

Pero entre más me quedaba en ese lugar, más confusas se hacían las cosas, así que empecé a caminar. Mientras caminaba, las cosas no hacían más que empeorar, hasta que se llegó el momento en que no tenía idea de lo que hacía en las montañas. Apenas salí de la nieve, una voz en mi cabeza me decía repetidamente ‘todo está bien, sólo debes encontrar algo para comer. Encuentra algo para comer y estarás bien, solamente sigue caminando y encuentra algo para comer. Comer. Comer’.

Así que empecé a buscar cualquier cosa que pudiera comer, y te juro que jamás había sentido tanta hambre en mi vida. En ese momento, creo que me hubiera comido cualquier cosa que me pusieran enfrente. Había perdido la noción del tiempo, así que no tenía ni idea de cuánto llevaba en ese lugar, hasta que distinguí una voz real que venía directo hacia mí.

Me dirigí a la voz y vi a otro de los oficiales, parecía asustado. Corría hacia mí, preguntándome si estaba bien y que demonios hacía en ese lugar. Lo más aterrador fue que, mientras mi compañero corría, busqué en mi cinturón el cuchillo de cazador. Ni siquiera era capaz de razonar mis acciones, lo único que me pasaba por la mente era que debía comer. Si no comía en ese instante, jamás volvería a estar bien, sólo tenía que comer.

Cuando me observó haciendo esto reculó al instante. Gritó que arrojara el cuchillo, que no tenía intenciones de lastimarme, y aquellas palabras me trajeron de vuelta. De repente, tuve conciencia del preciso lugar donde me encontraba y puse el cuchillo en su lugar. Corrí hacia él y le pregunté cuánto tiempo había pasado, creyendo me diría que había desaparecido no más de media hora. Pero entonces me dijo que desaparecí durante 2 días.

Bosque tenebroso con niebla

Atravesé dos picos y prácticamente terminé del otro lado de la montaña, si hubiera seguido adelante, me hubiera enfrentado a casi 300 km de tierra salvaje. Jamás me hubieran encontrado. Mi compañero no podía creer que aún estuviera viva, evidentemente yo no sabía qué pensar. Desde mi perspectiva, no había pasado el tiempo. No le dije nada, simplemente regresé con él al punto de encuentro y me regresaron a la base para ser transportada en helicóptero al hospital.

Cuando llegué al hospital, practicaron toda clase de exámenes e intentaron averiguar lo que había sucedido. En la mejor de las hipótesis, concluyeron, había pasado por un extraño estado de fuga, parecido a una amnesia temporal. Pero la verdad es que no lo sabemos. Nunca más me sucedió, pero te lo voy a confesar, desde entonces jamás he regresado a ese lugar sola.

Cuando las personas quieren tomar distancia para hacer sus necesidades, les digo que es preferible orinar en la nieve a terminar dos días perdida en una montaña helada”.

 

E.W.

La siguiente persona que aceptó relatarme sus experiencias fue E.W., un antiguo entrenador que actualmente trabaja como paramédico. Ocasionalmente asiste a la reserva para ayudar, pero no participa como voluntario de tiempo completo como lo hacemos nosotros. Es especialista en encontrar niños perdidos, y parecía que tenía una especie de don cuando se trataba de ir a los lugares a donde se habían escondido.

Es una auténtica leyenda entre los veteranos más experimentados. Una noche se sentó a mi lado para cenar y terminamos intercambiando historias. La mayor parte de las historias que me contó fueron casuales, pero cuando tuvimos la confianza de llegar a relatar nuestras llamadas más extrañas, le platiqué de un amigo que había subido por una de las escaleras.

Se incomodó un poco y me preguntó si había escuchado de un niño que había desaparecido del parque hacía varios años. No tenía idea de lo que hablaba, así que se ofreció a contarme esa historia.

Desenlace inesperado.

Buscaban a un niño de 11 años llamado Joey que se había esfumado en las proximidades de un río. Evidentemente, la primera hipótesis que surgió era que se había ahogado, pero cuando llegaron los perros siguieron el rastro lejos del río, a una zona del bosque bastante densa. Cuando buscamos a una persona procuramos distinguir algún tipo de patrón.

Neblina sobre la carretera en el bosque

El equipo se dio cuenta rápidamente que un patrón muy extraño empezaba a surgir. Los perros olfateaban el olor de Joey en sitios alternados, no en trazos continuos. Evidentemente, esto no tenía mucha lógica pues un niño no habría sido capaz de saltar de un lugar a otro sin dejar algún tipo de rastro atrás. E.W. y su compañero encontraron un sitio donde había estado el niño, y en ese mismo lugar había unas escaleras a 50 metros de distancia.

Le dijo a su compañero que fuera a verificar en las proximidades de la escalera, pero éste se rehusó. Le dijo a E.W. que jamás se acercaba a las escaleras que encontraba y que aunque se tratara de algo rutinario, no debía fingir que era algo normal.

Mejor esperaría en ese lugar mientras E.W. iba a revisar. E.W. me confesó que en ese momento estaba muy molesto, pero entendió al sujeto y no le insistió más con el tema. “Caminé hasta la escalera. Era pequeña, parecida a las escaleras de un sótano. Realmente no tenía ninguna opinión sobre este fenómeno así que no sentí miedo ni nada. Creo que soy como el resto, prefiero no pensar demasiado en el tema. Como sea, fui hasta ese lugar y pude distinguir que había algo tirado en la parte inferior, era una especie de figura ondulada.

Mis oídos se pusieron atentos, pues siempre mantienes el optimismo, y estábamos seguros de que encontraríamos a este niño vivo, pues apenas hacía unas horas que había desaparecido.

Pero, inmediatamente supe que se trataba de él, y ya estaba muerto. Lo encontré en posición fetal bajo uno de los escalones, sosteniéndose el estómago. Aparentemente había pasado por un dolor indescriptible cuando falleció, pero no vi rastro de sangre por ningún lado, a excepción de unas gotas que escurrían por sus labios. Inmediatamente informé a todos mis compañeros del hallazgo, y afortunadamente fuimos capaces de recuperar el cuerpo.

Fantasma en el medio del bosque

Aquella pobre familia quedó devastada. Los padres no podían explicarse como era que estaba muerto si había desaparecido hacía muy poco tiempo. Además, fuimos incapaces de encontrar alguna causa obvia de muerte, lo que terminó empeorando las cosas. Creí que tal vez había ingerido algo venenoso, pues sostenía su estómago con fuerza cuando lo encontré, pero sólo se trataba de una teoría. Ya es difícil aceptar que tu hijo ha muerto, y apuesto a que es mucho peor que un idiota intente adivinar lo que pasó.

Se llevaron el cuerpo y me propuse no pensar más en el tema. Odio encontrar niños fallecidos. Me encantaba mi trabajo, pero es una de las razones que me hicieron abandonarlo. Tengo dos hijas y tan sólo de pensar en que puedo perderlas de esa forma…”.

Empezó a sollozar un poco. No soy bueno cuando se trata de las emociones, y siempre me ha resultado extraño ver llorar a un hombre adulto, así que no supe que hacer. Pero eventualmente recuperó la compostura y siguió adelante.

“Los forenses no siempre nos informan la causa de muerte. No es parte de nuestro trabajo saber este tipo de información. Pero tengo un amigo que trabaja en la oficina del alguacil y generalmente me platica cualquier información sobre la que preguntó. Sin embargo, en este caso recibí una llamada de él aproximadamente una semana después del incidente. Preguntó si recordaba al niño, obviamente le respondí que sí.

Extrañas escaleras en el bosque

Me platicó que algo muy extraño había sucedido en ese caso. Me dijo: ‘Amigo, creerás que estoy loco, pero el médico legista no tiene idea de lo que pasó con este niño. Jamás antes vio algo parecido’. Cuando el médico abrió el pecho del niño, no pudo creer lo que tenía enfrente. Sus órganos se habían convertido en una especie de queso suizo.

Había agujeros perforados a través de casi todos los órganos, incluso en el corazón y los pulmones. Su estómago, el colon, los riñones e incluso los testículos presentaban estos agujeros. Pero la piel del niño no presentaba ni un solo rasguño, ni una sola herida de entrada o salida. Era como si lo hubieran acribillado a balazos por dentro. Nadie tenía idea de lo que había pasado.

Este amigo me preguntó si había escuchado hablar de algo parecido, o si había presenciado casos semejantes en el pasado, pero yo estaba tan sorprendido como ellos. Lo último que supe fue que el juez había determinado como causa de muerte “hemorragia interna masiva”, pero jamás supieron lo que realmente aconteció.

Nunca he podido olvidar a este pequeño. Ocasionalmente tengo pesadillas sobre el caso. Jamás les permito a mis hijas que vayan al bosque solas, y cuando van conmigo nunca les despegó la vista”.

Terminamos de cenar y nos dirigimos a nuestras tiendas de campaña. Antes de separarnos, me puso una mano en el hombro y me miró de cerca. Me dijo que había cosas malas en el bosque. Cosas a las que no les importa si tenemos familias o vida, mucho menos lo que podamos pensar y sentir. Me dijo que tuviera cuidado, que siempre mantuviera la distancia.

No tuve la oportunidad de hablar nuevamente con él, pero esta historia me dejó marcado.

 

P.B.

P.B. se encuentra en el servicio de rescate desde hace algunos años. Nos tocó formar equipo en una simulación de búsqueda y casualmente conversábamos sobre lo mucho que nos gusta nuestro trabajo, las cosas que habíamos visto y así sucesivamente. Le mencioné que tenía cierta curiosidad por las escaleras y que me interesaba saber un poco más sobre el tema.

Me miró como si tuviera ganas de decirme algo, pero sin la certeza total de hacerlo. Finalmente, me dijo que apagara la radio.

El misterio de las escaleras.

Hace aproximadamente 7 años salió a responder una llamada, acompañado de un novato. Fueron a una zona del parque donde se habían suscitado varias llamadas de eventos extraños: historias sobre luces en el medio de los árboles, misteriosas desapariciones, ruidos inexplicables, etc.

El novato estaba completamente asustado, según las palabras de P.B., “no dejaba de hablar sobre el hombre cabra”. Hombre cabra esto, hombre cabra aquello y, tras algún tiempo, finalmente le dijo que debían temer a lo que sucedía aquí, en el mundo real, que lo mejor era superar todo eso sobre el hombre cabra. El novato quiso saber de qué cosas estaba hablando, pero se limitó a decirle que siguieran adelante.

Guardian escaleras bosque

Caminaron un poco y observaron una escalera aproximadamente 10 metros adelante. El novato observó con sorpresa. “¿Ves?”, le dijo. “Esta es la clase de cosas a las que debes temer”. El novato le pregunto qué diablos hacían las escaleras en ese lugar y, por alguna razón, le contó la verdad. Pudo haberse metido en muchos problemas por hacer esto, y podría meterse aún en más problemas por repetírmelo a mí.

Me dijo que le parecía un sujeto agradable y que lo mejor era que dejara de pensar en el tema. Que me detuviera antes que fuera demasiado tarde. Me dijo que me diría lo que sabía, con la condición de que jamás revelara una sola palabra. Le prometí que no diría nada, y una vez más revisó que nuestros radios estuvieran apagadas.

“Las escaleras están aquí desde que existe el parque. Hay registros de hace décadas donde se les describe. En ocasiones las personas interactúan con ellas y no pasa nada. Pero otras veces… mira, realmente no sé cómo hablar sobre esto, pero algunas veces cosas muy malas suceden.

Vi a un hombre al que se le cayó una mano cuando llegó al escalón más alto. Extendió la mano para tocar la rama de un árbol, y todo sucedió tan rápido… en un instante su mano estaba en su lugar y al otro había desaparecido. La herida estaba completamente limpia. No pudimos encontrar la mano y este hombre casi se nos muere.

Escaleras montaña neblina

En otra ocasión, una mujer tocó uno de los escalones y un vaso sanguíneo en su cabeza terminó explotando. Literalmente explotó, como un globo lleno de agua. Simplemente se desplomó y lo último que dijo fue ‘creo que algo malo me está pasando’. Azotó como un saco de papas, muriendo incluso antes de llegar al suelo. Jamás olvidaré la forma en que la sangre le inundó los ojos. Lo vi todo y no había nada que pudiera hacer para ayudarla.

Les advertimos a las personas que no se acerquen, pero nunca falta el idiota que lo hace. Y si nada malo les sucede directamente, siempre hay algún tipo de repercusión maligna. Los niños desaparecen prácticamente cuando estamos a punto de localizarlos, o alguien aparece muerto en una zona segura del parque al día siguiente. No sé por qué, pero siempre algo malo sucede”.

Me miró como si quisiera decirme algo más. Y finalmente reanudo la conversación. “¿Alguna vez notaste como no puedes encontrar la misma escalera dos veces?” Asentí, esperando que continuara. Pero se quedó callado, de pie a mi lado, y eventualmente empezó a contarme una historia sobre uno de los siervos más grandes que había visto en el parque.

No volví a tocar el tema, y no lo presioné para que me siguiera contando historias. Al día siguiente se retiró del entrenamiento, aparentemente se fue antes de la puesta del sol afirmando que se sentía mal. Nadie tuvo noticias de él desde que se fue.

Dejaremos esto aquí. La próxima semana intentaré publicar la próxima parte, aunque en esta época suele haber un poco más de trabajo.

 

Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V
Parte VI
Parte VII
Final

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8 comentarios en «Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte IV»

  1. Año 2022 casi y enganchadísima a estas historias. Han pasado 3 años…desde entonces tendrás nuevas anécdotas que contar!! Por qué no las retomas? Son FASCINANTES a la par que aterradoras y enigmáticas.

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  2. ya ha pasado una semana y aun no hay capitulo 7m7 me muero por la curiosidad.
    Me encantaria platicar con alguno de usedes sobre las cosas mas extranas y terrorificas que les han sucedido.

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  3. Me han hecho entusiasta del estas lecturas, creo que no solamente en el bosque suceden cosas inexplicables a todos en algún lugar, edad oh circunstancia, nos ha pasado algo que tenemos en nuestras memorias guardado a lo cual no hay explicación alguna.
    saludos a todos.

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  4. Muy bueno, aunque un poco ansiosa de descubrir de una vez el misterio de las escaleras. Menos mal que en mi país (Cuba), no hay muchas zonas boscosas a las que ir, además de que tampoco tenemos costumbre de ir a acampar. Gracias Hery, hasta el próximo jueves.

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