Historias perturbadoras de un psiquiatra infantil – Parte II

Para aquellos que siguieron la primera publicación, tengo información nueva sobre Miranda. Desafortunadamente no son buenas noticias. Un colega terapeuta le dio seguimiento a su caso durante algunos meses después que le dieron el alta en el hospital, pero realmente no hizo mucho progreso. Las acusaciones de abuso no fueron comprobadas, y su comportamiento siguió deteriorándose (gritaba obscenidades a su madre y continuó con las convulsiones no epilépticas) hasta que finalmente dejó de hablar por completo.

bebe con la mirada malvada

La última vez que vio al terapeuta planeaban llevarla a una Clínica Mayo para una evaluación más profunda. Mi colega jamás supo de ella después de eso. Si somos optimistas, quizá en Mayo encontraron la solución a su problema y por eso nunca tuvo que regresar a terapia.

Me siento motivado a compartir esta historia con ustedes, en vista de que a algunos les pareció muy sencillo el primer caso. Una vez más, nombres y detalles han sido omitidos para guardar el anonimato.

 

Caso número 2.

Evalué por primera vez a Jason cuando tenía 6 años. Se podría decir que venía de una familia increíble. Su madre laboraba como profesora y su padre era ingeniero. Parecían padres amorosos que habían criado a dos niños educados, muy bien centrados. Entonces tuvieron a Jason. He visto a multitud de niños que padecen agresividad. Usualmente se trata de algo impulsivo, circunstancial, una perturbación emocional que conduce a un acto violento de alguna clase. Pero no era así con Jason. Este niño era, debido a la falta de un término más específico, calculador.

Tomemos como ejemplo el episodio que llevó a sus padres a buscar ayuda profesional: la tarde de un jueves su hermana de 3 años, Amy, toma uno de sus juguetes y se niega a devolvérselo. Bueno, Jason no actuó en el momento. Esperó a que llegara el sábado para cobrar venganza, y fue en la primera ocasión que estuvo a solas con su hermana sin supervisión de un adulto.

Ambos se encontraban jugando en el patio frontal cuando la madre corrió al interior de la casa para atender el teléfono. La mujer los dejó apenas 30 segundos, pero cuando regresó Amy estaba inconsciente en la entrada de la cochera, sangrando de una herida en la cabeza. Jason se encontraba de pie sobre ella con el triciclo en las manos. La había golpeado en la cabeza con el mismo triciclo que sostenía.

niño observando el bosque

Camino a urgencias, la madre preguntó a Jason de forma franca porqué había hecho aquello. Tranquilamente y de forma práctica respondió, “ella tomó mi Batman cuando estábamos con la nana. Batman es mío”.

Esto no es ninguna novedad para mí. Todos los días llegan padres a mi oficina a contarme lo malos que son sus hijos, como nacieron simplemente para ser opositores y destructivos a pesar de su maravillosa labor como padres. El 99% de las veces ocultan la realidad. Evidentemente sin darse cuenta, los padres o maestros están haciendo algo para reforzar el comportamiento de estos niños.

Según lo que hemos podido encontrar existe abuso, falta de atención, una enfermedad subyacente, etc. Casi siempre existe una razón para que el niño sea “malo”. Jason fue el primer infante que traté y no encajaba en estos parámetros, simplemente parecía haber nacido de esa forma. Nació, íntegramente, sin la capacidad de sentir empatía. Esto me asustaba, pues significa que puedes hacer absolutamente todo correcto como padre, y al final terminarás criando a un futuro asesino serial. Quizás piensen que estoy siendo dramático, pero permítanme contar un poco más sobre Jason.

Cuando tenía 5 años pasó un fin de semana en casa de la abuela. Esta mujer era la típica anciana dulce y cariñosa, pesaba aproximadamente 45 kilos. Horneó un lote de galletas sin azúcar para el fin de semana con su nieto, y planeaba algunas actividades recreativas como resolver rompecabezas y colorear. El primer día todo fue según lo planeado, hasta que Jason probó una de las galletas después de la cena. La escupió en el piso, mirando directamente a la abuela a los ojos y amenazando “te cortaré la cara”.

La anciana se agitó bastante después de este episodio, y decidió llevarlo temprano a la cama en el cuarto de invitados. Esa noche, alrededor de las 3:30 de la mañana, la abuela se despertó repentinamente con el sonido de una respiración muy cerca de su oído. Cuando abrió los ojos, Jason se encontraba de rodillas a un costado de la cama, observándola mientras dormía con un rostro que no expresaba ningún tipo de emoción.

niño 10 años mirada malvada

Sorprendida y desorientada, intentó levantarse rápidamente y terminó cayendo al suelo. Se dio cuenta que no podía levantarse, así que le pidió a Jason que tomara el teléfono. La mujer observó indefensa la forma en que el niño la miraba desde arriba de la cama. No dijo una sola palabra, y tampoco hizo nada para ayudarla, incluso cuando empezó a llorar y suplicar. Tras algunos minutos observándola, se paró y caminó fuera de la habitación, cerrando la puerta tras de él.

La abuela se quedó en ese lugar quejándose del dolor el resto de la noche y la mitad del día siguiente. Finalmente, la madre de Jason llegó a casa por él en la tarde. Encontró a Jason viendo televisión mientras comía un tazón de cereal. La madre del niño pudo escuchar las súplicas que provenían de la habitación. La abuela fue llevada a emergencias con la cadera rota.

Cuando le preguntaron por qué no había alcanzado el teléfono a la abuela, Jason respondió “no me agrada. Sus galletas saben a arena”. Jason jamás volvió a ser invitado a la casa de su abuela.

Hay más ejemplos de las cosas perturbadoras que Jason hizo, pero la mayoría involucra animales y, siendo honesto, no tengo estómago para volver a contar cada uno de estos, así que vamos a resumirlo. Suficiente con decir que varias lagartijas, numerosos insectos, un hámster y un gato tuvieron un final bastante trágico en las manos de Jason. Y al menos estos son los que conocemos.

bebe demonio

Ha llevado una terapia intensiva durante los últimos 5 años, pero parece que no hay diferencia. De hecho, temo que lo hemos estado haciendo más peligroso. Es muy inteligente y ha aprendido a fingir las reacciones normales de los humanos así como las emociones que supuestamente debe experimentar. Se ha vuelto experto en ocultar el comportamiento que genera inquietud cuando está con otras personas. Se ha convertido en un pequeño sociópata encantador.

Aunque su madre crea que está mejorando y que ha abandonado sus hábitos, realmente ha perfeccionado la habilidad para ejecutar sus viejas costumbres sin que lo descubran. Me ha confiado que en realidad no siente nada. Observar el sufrimiento de otro humano o animal le resulta fascinante, y es la única cosa que le provoca interés pues todo lo demás en su vida le resulta inútil y aburrido. Trató de convencerme de que ya no mata animales, pero no le creo absolutamente nada.

Intento guardar las esperanzas con todos mis pacientes, pero estoy convencido de que Jason en algún punto del futuro empezará a asesinar humanos. Y absolutamente nadie lo verá venir, excepto yo.

11 comentarios en «Historias perturbadoras de un psiquiatra infantil – Parte II»

  1. wow, casi quede loca con el caso, aunque un poco perturbada tal vez…No importa, me encanto…Necesito una segunda parte…*por la dudas xD*
    *El caso numero 2, por si a caso xD*

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  2. Hubieran dejado el caso de la niña como estaba, este morro es psicopata y ya, digo, que feo jejeje y que miedo, pero como que es más “normal” que el caso anterior.

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