Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte V

Pido disculpas por la demora de la semana pasada y esta pequeña actualización. Las cosas se han salido un poco de control por estos lugares y no estoy seguro de la frecuencia con que podré mantenerlos actualizados. De verdad, aprecio mucho su interés pero hoy tengo pocas historias para compartirles.

Hombre invisible terror bosque

 

Árbol navideño.

Uno de los bomberos que participaban en la operación de entrenamiento me contó sobre una extraña llamada que había respondido, supuestamente se trataba de rescatar a un niño de un árbol realmente alto. Me comentó que no le proporcionaron demasiados detalles, únicamente que se presentara al lugar para analizar la situación y prestar ayuda pues faltaba el equipo adecuado.

Lo habían solicitado pues el árbol era tan grande que los oficiales no se sentían seguros trepándolo. Antes de trabajar como bombero, se había dedicado a la tala de árboles, por lo que le resultaba fácil tomar su antiguo equipamiento y acudir a prestar auxilio.

Caminaron durante aproximadamente 3 kilómetros hasta que el equipo se detuvo en uno de los árboles más grandes del área. Se rio, se preguntaba cómo el niño había sido capaz de subir hasta la cima e hizo la vieja broma del gato en el árbol, pero el capitán se limitó a negar con la cabeza y le dijo que fuera por el pequeño. También le señaló que había algo extraño en aquella situación, pero no le específico nada.

Mientras subía por el árbol empezó a preguntarse si intentaban tomarle el pelo. “No había forma en que el niño pudiera haber escalado esa cosa. Era realmente enorme en la base pero a mitad del camino empezaba a hacerse más estrecho, por poco y me veo tentado a regresar varias veces pues no creía que ese tronco pudiera sostenerme”.

Pero siguió adelante, y cuando ya estaba en la copa observó un brillo azul entre las ramas. “Pude ver la camiseta del niño atrapada en una rama, lo llamé y le dije que se acercara a mí lo más que pudiera, pero no me respondió. Seguí moviéndome, llamándole y diciendo que no debía temer, que estaba en ese lugar para ayudarlo. Cuando llegué hasta él comprendí porque no me había respondido.

Distorcion copas arboles

Encontré al niño, o lo que quedaba de él, atrapado sobre una rama, y el hecho de que estuviera en ese lugar era pura suerte. Si hubiera estado en cualquier otra posición habría caído. Pero eso no importa, el niño había muerto desde mucho tiempo antes de terminar en ese árbol. No sé quién lo puso allí, cómo o porqué, pero se trataba de un maldito enfermo. Los intestinos de este pequeño salían por la boca y colgaban de las ramas.

La forma en que distribuyeron las tripas se asemejaba a las guirnaldas en los árboles navideños. Cuando lo vi más de cerca también me di cuenta que los intestinos se le salían por abajo, por la parte inferior de los pantalones. Sus ojos habían sido aplastados como esas pelotas anti estrés.

¿Has visto esos cuerpos que llevan flotando en el agua bastante tiempo, con el rostro hinchado y la lengua de fuera? Así estaba el pequeño. Lo recuerdo a la perfección pues había moscas por todas partes.

Creo que en ese momento estaba completamente en shock pues… compañero, simplemente empuje el cadáver con una vara. No sé porque lo hice… por poco y me corren a causa de esto. Pero, oye, querían que transportara al niño durante todo el camino de descenso sobre mis hombros, sosteniéndole las tripas para que no quedaran enredadas entre las ramas. Jamás habría podido. He visto muchos niños muertos, más de los que puedo recordar. Una vez encontré a un pequeño que se había escondido en una bañera llena de agua durante un incendio y fue cocido vivo, se transformó en una especie de sopa.

Pero esto… por alguna razón la simple idea de tocar ese cadáver me provocaba una sensación aterradora. Escuché cuando se impactó contra el suelo y creí que todos se volverían locos, pero todo mundo en ese lugar sabía que ya estaba muerto cuando me llamaron. No dijeron nada, no gritaron, no perdieron la cabeza o algo por el estilo.

En el momento en que puse un pie en el suelo me dirigí al capitán, le reclamé quién se creía para enviarme a buscar un niño muerto. Pero el hombre se limitó a decirme que no era de mi incumbencia y me dio las gracias por obtener la evidencia. Recuerdo lo que dijo pues me resultó extraño que se expresara de esta forma.

Bosque virgen

“La evidencia”, como si se tratara de un objeto. Como si jamás hubiera sido un niño que estuvo perdido y al que algo inexplicable le había sucedido. El capitán le ordenó al equipo que me retirara del bosque, pero él y otros dos hombres se quedaron en el lugar. Me pareció extraño, ¿por qué no quisieron ayudarme a bajar al niño? Intenté preguntar, pero los sujetos que me llevaban dijeron que no podían discutir un caso abierto”.

Le pregunté sobre lo que creía había sucedido con el niño, se quedó pensativo y demoró un buen rato en responder. “Habría dicho que se trataba de alguna lesión por aplastamiento, basándome en el estado en que encontré sus intestinos, pero en este tipo de lesión generalmente observas traumas y moretones en la piel. No había nada de eso en el niño, era como si una aspiradora le hubiera succionado las tripas. Incluso así, no presentaba ningún tipo de trauma o lesión. Absolutamente nada.

Eso me perturba. Y me perturba demasiado”.

 

Escaleras invertidas.

Uno de los veteranos estuvo leyendo mis publicaciones y reconoció las historias. Me conoce bastante bien y en el pasado hemos intercambiado experiencias. Me preguntó si podía compartir algo que había notado sobre las escaleras, y algunas ideas que tenía sobre el tema.

“Me siento contento de que hayas decidido compartir esto. Me parece importante que las personas tengan conciencia de lo que habita allá afuera, especialmente porque el servicio forestal hace un excelente trabajo encubriendo todo”. Le pregunté que quería decir.

Oscuridad en el bosque

“¿Qué quiero decir? ¿La falta de cualquier tipo de interés de los medios? ¿Ninguna clase de cobertura sobre los niños desaparecidos, cuerpos localizados o las enormes distancias de donde desaparecen? Hacen todo lo posible para que las personas sigan viniendo aquí, aunque no sea seguro. Es decir, siendo justos, no es que esto suceda todos los días. Pero los números siguen sumando, y vale la pena buscar e investigar. Especialmente sobre las escaleras. Me sorprendí cuando no mencionaste las escaleras invertidas”.

En ese momento no sabía de lo que estaba hablando, no recordaba que me hubiera contado sobre algo parecido. Incluso parecía algo incrédulo. “Hombre, no puedo creer que nunca las hayas visto. ¿Jamás te han hablado sobre estas?”. Me encogí de hombros y le pedí que me contara lo que sabía.

“Bueno, están las escaleras normales, esas que aparecen cuando estamos allá afuera. Sé que las has visto. Pero, a veces, me he encontrado escaleras al revés. Creo que es como estar en una casa de muñecas donde las escaleras son piezas independientes. Toma la pieza y colócala al revés. No las veo seguido, pero son extrañas, por decir lo menos.

Se parecen a esas filmaciones en zonas de desastre tras el paso de un tornado, cuando las casas quedan destruidas y objetos aleatorios se mantienen de pie. Resultan mucho más aterradoras que las normales, y no es fácil describir las razones. Intentaré recabar más información sobre estas”.

 

Un encuentro con el hombre sin rostro.

También mencionó la enorme cantidad de personas que han sido molestadas por el hombre sin rostro. Se puso realmente emocionado y me dijo que había visto algo parecido.

“Me encontraba en un entrenamiento hace algunos años. Estaba al interior de mi tienda en el campamento y escuché cuando alguien caminaba alrededor. Siempre nos advierten que no nos alejemos de lugar, ya lo sabes, entonces creí que se trataba de un novato que fue a orinar y no podría encontrar el camino de regreso. ¿Recuerdas a ese sujeto de nuestro grupo que hace algunos años por poco y cae de un peñasco?

Bosque arboles con cruces

Bueno, me pongo un poco paranoico ante la posibilidad de que esto pueda volver a suceder, así que me levanté para ver lo que pasaba. Me dirigí hasta el límite del campamento y grité, informándole que allí se encontraba el final de la base. Pero esta “persona” siguió adentrándose en el bosque, así que fui tras él.

Sabía que se trataba de una acción bastante estúpida, pero estaba un poco somnoliento y no quería tener que lidiar con un idiota herido. Lo seguí a través de un camino recto durante aproximadamente kilómetro y medio, y entonces se detuvo sobre el margen de un pequeño arroyo. Podía ver su forma pues el agua reflejaba bastante bien la luz de la luna, y parecía una persona normal.

Aparentemente estaba de frente a mí. Tomé mi linterna portátil. Le pregunté si se encontraba bien, si necesitaba ayuda, pero inclinó la cabeza como si no me hubiera entendido. Su respiración era bastante profunda e irregular, así que empecé a cuestionarme si se trataba de un sonámbulo. Me acerqué y le pregunté una vez más si estaba bien. Lo iluminé un poco con la linterna y algo no me pareció normal, entonces me detuve.

Siguió respirando de forma lenta y profunda, y me di cuenta que esto era lo que me incomodaba. Era como si tratara de fingir su respiración, de una forma bastante burda. Con cada inhalación los hombros se desplazaban hacia arriba y su pecho se expandía de forma exagerada.

Le grité que se identificara pero me respondió con un ruido inquietante. Dirigí la luz de la linterna hacia el rostro y no podía creerlo. Aquel sujeto no tenía rostro. No era más que un recubrimiento de piel lisa. Me asusté y esto provocó que la luz se moviera. Entonces lo vi dirigiéndose hacia mí, pero sin mover un solo músculo.

El hombre sin rostro

Realmente no sé cómo explicarlo, pero en un instante estaba sobre el margen del río y al otro a cinco metros de mí. No parpadeé ni desvié la mirada, parecía moverse tan rápido que mi cerebro no podía darle seguimiento. Tropecé, caí de espaldas y pude observar unos pliegues expandiéndose en la garganta de esa cosa.

Los márgenes de esos pliegues se estiraron hasta las orejas, su cabeza se inclinó hacia atrás y sonrió con la garganta. No había sangre, simplemente un agujero oscuro, y puedo asegurarte que esbozó una sonrisa con ese corte en la garganta. Me levanté y corrí lo más rápido que pude para regresar al campamento. No pude escuchar que me siguiera, pero jamás dejé de sentir que lo hacía muy de cerca, incluso cuando miraba hacia atrás y no podía verlo.

Sólo pude tranquilizarme cuando regresé al campamento. Habían hecho una fogata y corrí directamente hacia ella, me detuve y respiré un poco. Esperé y escuché con atención, intentando identificar si aquella cosa me había seguido. No pude escuchar nada más así que regresé a la tienda de campaña. Sé que parece algo extraño, pero fue tan surreal que parece una invención.

 

Un incendio en el bosque.

Una noche estábamos contando historias de fantasmas antes de irnos a dormir, simplemente para asustar y perturbar a los más miedosos del grupo. Casi siempre son los novatos, pero una mujer relató una historia que realmente se me quedó en la cabeza, y sé que lo mismo le sucedió al resto.

Ella aseguró que era verdad, pero así clasifican todas las historias sobre fantasmas contadas en torno a una fogata. Aunque de cierta forma creo que no se trataba de una invención. Sus expresiones coincidían con aquellas que sólo eventos realmente traumáticos son capaces de producir.

Cabalgando por el bosque

Nos contó que cuando todavía era una niña, en compañía de una amiga solía frecuentar un bosque que se encontraba en la parte trasera de su casa. Vivía al norte de Maine, donde existe una enorme área de bosques nacionales densos y deshabitados. Mencionó que los bosques de allá no se parecen a los de aquí. Son lugares completamente poblados por vegetación, y algunas áreas quedan completamente bloqueadas a la luz solar.

Ella y su amiga crecieron en ese lugar, así que no tenían miedo de estar solas, pero siempre procuraban tener cuidado con determinadas áreas. Siempre les indicaron que no debían alejarse a más de un kilómetro de sus casas. Los adultos jamás les ofrecieron una explicación para esto, pero la regla era tácita, y nadie se atrevía a ir tan lejos.

Junto con su amiga solían inventar historias de osos tan enormes como casas que venían de las profundidades del bosque, se asustaban, escondían y hacían gruñidos mientras una buscaba a la otra. Mencionó que cierto verano hubo una serie de tormentas terribles que terminaron derribando muchos árboles e incluso una tormenta eléctrica que provocó un incendio forestal en un bosque a varios kilómetros de su casa.

Los bomberos lograron controlar el fuego, pero cuando algunos de esos hombres regresaron “ya no parecían los mismos”. “Parecía que habían regresado de la guerra. Tenían una mirada de terror plasmada en el rostro. Mi amiga incluso comentó que parecían muertos vivientes. No sonreían, mucho menos hablaban, y la mayoría abandonó la ciudad apenas terminó el caos.

Les pregunté a mis padres sobre esto, pero me dijeron que no sabían de lo que estaba hablando. Una vez que nos informaron los bosques eran seguros otra vez, mi amiga y yo decidimos seguir la línea del fuego. No mencionamos a nuestros padres a donde iríamos y nos pareció muy emocionante estar desobedeciendo.

Caminamos aproximadamente 5 km o tal vez más, empezamos a ver árboles quemados y otras cosas. Recuerdo que mi amiga se puso realmente triste cuando localizamos el esqueleto de un ciervo atrapado bajo un árbol y prácticamente tuve que arrastrarla. Quería enterrarlo, pero le dije que no lo tocara pues sus cuernos eran extraños. No recuerdo porque, pero había algo extraño con ese animal y no quería que ninguna de nosotros estuviera cerca.

Tala de arboles y contaminacion

Entre más lejos llegábamos más cosas quemadas veíamos. No había ni un solo árbol de pie, era como estar en otro planeta. El verde había desaparecido del entorno, y el gris se encontraba por todos lados. Estábamos de pie en ese sitio, observando todo, cuando escuchamos un grito a la distancia. Entré en pánico, creí que se trataba de mi padre diciéndome que estaba loca.

Mi amiga se ocultó tras una gran roca pues no quería que la atraparan en ese lugar. Sus padres le habían prohibido ir al bosque, así que les mintió diciendo que iríamos al cine. Me oculté junto a ella y seguimos escuchando. Pude distinguir que la voz se acercaba, hasta que me di cuenta que estaba pidiendo ayuda. Creí que se trataba de alguien que se había perdido y que necesitaba orientación para regresar a la ciudad. Era algo que sucedía frecuentemente y yo solía ayudar a estas personas.

Pude ver que estaba siguiendo mi voz, así que continué gritando hasta que lo vi corriendo en mi dirección. Se acercó y entonces pude ver que tenía el rostro rojo. Le dije a mi amiga que me prestara la mochila, allí transportaba un kit de primeros auxilios. Emitió un sonido como si estuviera asustada, y preguntó si había visto el rostro de aquel hombre. Le dije que cerrara la boca y me dirigí a él.

Me detuve a mitad del camino y, cuando se puso frente a mí, pude ver que no tenía nariz, labios y una parte de su frente. Parecía que se los habían rebanado. Sangraba en exceso, y observé que una parte de sus calcetines también estaban manchados de sangre. Di un paso atrás, pero tenía miedo de moverme demasiado. Sentí como si me hubieran dado una descarga eléctrica y el hombre me empujó hacia atrás.

Empezó a balbucear, pero no podía entender lo que estaba diciendo, excepto por las preguntas del tiempo que llevaba desaparecido. Me preguntó que dónde estaba “su unidad”, pero simplemente moví la cabeza. Me observó, vio mi walkman y gritó. Siguió balbuceando y tocándose el rostro, y me di cuenta que no vestíamos ropas “compatibles”. Él vestía una especie de extraña chaqueta de tela gris y pantalones de vestir; esta chaqueta tenía botones grandes y detalles rojos. Seguí balanceando la cabeza y diciendo que no podía entender lo que intentaba comunicarme.

Abrí el kit de primeros auxilios, pero él volvió a gritar y dijo una cosa que pude entender a la perfección: “¡No me toques! Vas a hacer que regrese a ese lugar”. Después de esto emprendió la huida, y lo escuché gritar todo el tiempo. Cuando finalmente dejé de escuchar su voz, volteé y mi amiga estaba llorando.

No hice otra cosa más que emprender el camino de regreso a la ciudad. Durante todo el trayecto mi amiga no dejo de preguntarme quién era ese hombre, pero no le dije nada. Cuando llegamos a casa, le dije que jamás volvería a jugar con ella en el bosque. Aún somos amigas, pero no hablamos sobre el tema. Nunca.

 

Seguiré con las actualizaciones tan pronto como me sea posible.

 

Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V
Parte VI
Parte VII
Final

Quizá te interesa:

13 comentarios en «Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte V»

  1. Durante la guerra civil hubo uniformes grises con detalles rojos, pero éste personaje siendo del ejército confederado estaba muy al norte de E.U.

    Responder
  2. Siempre he pensado que tanto los bosques como los mares guardan enormes misterios y enigmas,algo ocurre en estos sitios que son inspiradores de tan magnificas anecdotas,
    buenisimo el post

    Responder
  3. muy buena historias espero mas sobre todo el tema de las escaleras muy interesante y el hombre sin rostro varios casos e leido no dejarlo de lado.

    Responder

Deja un comentario