Fantasmas en casa (Relato de Terror)

La siguiente historia trágica y terrible también es real. Usted alguna vez escuchó algunos de los detalles en La Mano Peluda y nosotros realizamos una investigación especial, hasta las ultimas consecuencias. La historia comenzó 20 años atrás, cuando los miembros de una familia juntaron sus ahorros, compraron un terreno en las afueras de la ciudad y poco a poco fueron construyendo una casa que constaba de seis departamentos en que se instalaron los padres y cada uno de los cinco hijos, ya casados.

fantasmas saliendo de un contenedor

Por alguna razón en esta casa se jugó a la ouija y a partir de esa jornada todo en ella cambió y a los miembros de la familia les empezó a ir mal. En lo económico, su posición decaía paulatinamente sin que se conociera el motivo, y la salud de sus habitantes se veía afectada a partir de nada en especial.

Al paso de los años las cosas fueron de mal en peor, pero lo que más preocupaba a la familia era no saber la procedencia del radical cambio en sus vidas. En dos décadas murieron cinco miembros de la familia, inexplicablemente, y cada vez más se presentaban en cada uno de los seis departamentos fenómenos paranormales y enfermedades que tenían a esta gente al borde de la desesperación.

Tres de las seis familias que habitaban la casa ya no dormían, porque de alguna forma la desgracia se cargaba más hacia ellas y ciertas situaciones extrañas les ocurrían con mayor frecuencia que a las demás, y esas situaciones eran cada vez peores. Les movían las camas cuando dormían, les tiraban los trastos de la cocina, constantemente aparecían sombras o permanecía un insoportable olor a podrido, por lo que decidieron irse a vivir a otro lado y la mitad de la casa quedó deshabitada.

Convencidos de que todo lo que sucedía podía ser consecuencia directa de que hubiesen invocado algo malo mediante la ouija, y con la necesidad imperiosa de recuperar la paz en sus vidas, cierto día solicitaron la ayuda de un sacerdote, con la intención de que celebrara algunas misas en el lugar y librara así a la casa de aquello extraño que había dentro. Días después un religioso de un templo cercano llegó a la casa acompañado por un miembro de estas familias, pero se detuvo en el zaguán y exclamó:

—Aquí hay algo muy malo y muy poderoso. Voy a consultarlo con mis superiores. Y no entró a la casa.

Semanas más tarde llevaron una bruja, quien aseguraba que podría liberar ese lugar de cualquier situación mala. Acompañada de su hija de aproximadamente 12 años comenzó a realizar una limpia. Detectó que debajo de la escalera que conducía al primer nivel se encontraba una puerta dimensional por la cual penetraban malos espíritus que provocaban situaciones raras en la casa; indicó además que eran muy fuertes, por lo que tendría que realizar varios ritos. Cuando terminó la primera de las limpias, al recoger sus cosas y retirarse su hija se empezó a comportar de forma extraña.

Tenía la vista fija, no respondía a los llamados de su madre mientras iba hacia debajo de la escalera. Por más que su madre intentaba detenerla, ella no hacía caso, ante la mirada de varias personas que habitaban el lugar, hasta que de plano la madre la golpeó en la cara e hizo que reaccionara. Cuando la niña volvió en sí, desesperadamente comenzó a llorar y le explicó a su mamá que una fuerza extraña que por un momento se apoderó de su voluntad la llamaba para que fuera debajo de la escalera.

La bruja dijo a los presentes que ahí existía algo superior a sus dones y lo mejor sería que buscaran otra persona que los ayudara, pues ella no volvería. Tomó de la mano a su hija y salió de la casa. Posteriormente recibí una llamada de Carlos, un miembro de la familia que me contó lo anterior. Le propuse que viera que nos permitieran hacer una investigación y la familia aceptó. Dos días después salimos de la emisora y, como ya es costumbre en estos casos, no encontrábamos la calle, a pesar de que el conductor de la camioneta conoce bien la ciudad y sus alrededores, pues todos los días acude a diferentes puntos.

Es curioso que cuando vamos a lugares donde hay hechos sobrenaturales nos suceda lo mismo o bien encontremos obstáculos. Los parasicólogos afirman que es la forma de proceder de algunas energías cuando se enteran de que podrían ser expulsadas.

Por fin arribamos a la casa. Acudimos una doctora en sicología —que además tiene amplios conocimientos de parasicología—, el maestro So ham —un hombre que ha dedicado casi toda su vida al estudio del mundo sobrenatural—, Ignacio Muñoz —uno de mis productores— y yo. Nos recibieron varios miembros de la familia. Carlos, el joven que me contactó, todavía no llegaba del trabajo. Y así comenzó la investigación y la transmisión en vivo.

Los parasicólogos, después de hacer algunas preguntas a los habitantes, procedieron a realizar un reconocimiento de la casa. Era una construcción de dos niveles, con un amplio estacionamiento y al fondo uno de los seis departamentos; al lado izquierdo, una escalera que conducía al primer nivel. Minutos después los parasicólogos me indicaron que precisamente debajo de la escalera se encontraba una puerta dimensional por donde podrían estar entrando y saliendo energías de varios tipos y niveles. La doctora me indicó que me parara debajo de la escalera y sintiera este pórtico.

Una sensación extraña se hizo presente en mí al estar en ese punto de la casa. Era difícil respirar, una impresión de angustia y un ligero frío recorrieron mi cuerpo. De pronto, extrañamente, sentí que me clavaban una aguja en el centro del corazón. Puse mi mano en el pecho y al hacer un gesto de dolor la doctora me preguntó si me pasaba algo. Respondí que no, que tai vez eran mis nervios, pero ese dolor y la sensación de tener algo clavado en el corazón me empezaba a preocupar, ya que nunca he padecido males cardíacos. Más tarde le dije al maestro So ham lo que me ocurría y procedió a explorarme energéticamente.

Me dijo que tenía una astilla clavada en el pecho y que un ser de oscuridad la había puesto en mí, y en forma espiritual procedió a retirarla. Tal vez sea difícil creerlo, pero en cuanto hizo esto el maestro So ham, el dolor desapareció. Todo esto era grabado con una cámara de video por Ignacio, e increíblemente, al revisar la grabación al final del caso, nos dimos cuenta de que cuando sentí la punzada la cinta registró que en mi pecho, a la altura del corazón, había una mancha alargada que parecía una sombra.

Lo curioso es que cuando me movía y mi brazo pasaba varias veces por ese punto, la aparente sombra quedaba debajo y, como sabemos, una sombra no puede quedar debajo de otro cuerpo interpuesto frente a ella, necesariamente se tiene que reflejar en él. También notamos que después de que el maestro So ham retiró la astilla, la sombra desapareció en el video.

Los parasicólogos detectaron espiritualmente un ente, al que describieron como grande y poderoso, por lo que iniciaron un ritual acompañado de oraciones, algunas en latín y arameo. Encendieron varias velas y cercaron con ellas el área cercana a la escalera, y entonces bajó significativamente la temperatura y el detector de energía que llevaban consigo registraba actividad. Me acerqué para describir en mi trasmisión lo que estaba sucediendo. El clima era tenso y para asombro de los presentes se escuchó un estruendo terrible: a escasos centímetros de la doctora y de mí se estrelló una alacena de metal que había caído de la azotea.

Gracias a Dios no nos golpeó, pues nos habría causado lesiones graves o tal vez la muerte. De inmediato subimos a la azotea el maestro So ham y yo, pero no había nadie, sólo unas cajas con botellas y dos sillas maltrechas. No era posible que quien hubiera arrojado el mueble huyera, porque en caso de que hubiese corrido a esconderse en la casa fácilmente nos hubiéramos percatado de su presencia; además, era imposible que saltara a otra casa, porque no había casas contiguas con dos niveles. Sólo se podía escapar de la azotea con ayuda de una escalera, que por supuesto no se podía retirar y ocultar en unos segundos y sin hacer ruido.

Extrañados, bajamos nuevamente a donde se hallaban los demás y una persona de la casa nos dijo que ese mueble tenía como un año arrumbado en la azotea. En ese instante llegó Carlos, con quien platiqué unos minutos. La doctora y el maestro So ham subieron al primer nivel y mencionaron que cercaban cada vez más al ente. Recomendaron que nadie subiera, por lo que marcaron la zona con una hilera de velas al inicio de la escalera. Justo en ese momento entró a la casa la señora Teresa, familiar de las personas que allí habitaban, y me llamó la atención que sacara de un frasco un líquido que se untó en el cuello y la cara.

La saludé, le pregunté acerca de la botella y me indicó que contenía un bálsamo especial. Al dirigirse a la escalera le señalé que esa zona estaba restringida por los parasicólogos y me respondió que no importaba, ya que ella tenía el don y podía ayudar. Apenas subió dos o tres escalones, se detuvo y comenzó a lanzar gritos aterradores.

—¡Ahí está! ¡Se me quiere meter! ¡Ayúdenme, por favor!

Al mismo tiempo, desesperadamente descendía, con gestos de miedo y angustia. La tomé del brazo y traté de tranquilizarla y pronto bajó el maestro So ham a ver qué ocurría. Al enterarse habló con la señora y le explicó el riesgo de permanecer cerca del ente. Los familiares sacaron una silla al patio y sentaron a la señora, quien después de lo ocurrido quedó con cara de estar sumamente impresionada, sudaba y casi no articulaba palabra.

Yo continué la transmisión en espera de los que los parasicólogos dieran su comentario respecto del caso. Más tarde explicaron que, efectivamente, se encontraba un demonio de gran nivel, pero también el espíritu de una bruja que en vida fue experta en artes oscuras, y que ambos tenían atrapadas varias almas a las que torturaban. Seguramente alguien los había llamado, quizá con el juego de la ouija.

Pasaron quince minutos y la señora Teresa seguía con una notable expresión de horror. Sus hermanas intentaban reanimarla. Yo me acerqué a preguntarle si ya estaba bien.

—Aquí está y se me quiere meter —dijo—. Hagan algo, por favor. Y señalaba el primer escalón.

Le indique que quitara inmediatamente ese pensamiento de su mente y se dirigiera a Dios. Y llamé nuevamente al maestro para que la tranquilizara. El parasicólogo la tomó de los hombros y, mirándola a los ojos, le dijo:

—Mira, Tere, respira profundo, ten calma, todo va a estar bien. Pide a quien le tengas más fe que te proteja y no pienses más en eso.

Impresionantemente, la cara de doña Tere empezó a cambiar. Sus ojos se tornaron rojos y brillantes, acompañados de unos gestos de cólera, y hablando con voz ronca y cavernosa le gritó al maestro.

—¡Conmigo no van a poder! ¡Me llamaron y nunca me voy a ir de aquí! Y en forma perversa se carcajeaba.

Inmediatamente los familiares de la señora corrieron al otro extremo del patio, mientras el lugar era invadido por un extraño frío. El chofer que nos acompañaba salió despavorido y llamé a la doctora. Los dos parasicólogos empezaron a orar en latín y arameo en voz alta, a la vez que le ordenaban al demonio que saliera del cuerpo de la señora, en nombre de Dios. Doña Tere gesticulaba en forma muy marcada y emitía gritos, gemidos y palabras en otra lengua. Yo me encontraba en medio de los tres, lógicamente impresionado por lo que estaba sucediendo.

Entre oraciones y gritos, repentinamente se le inflamó el cuello a la señora, abrió una gran boca y, ante el asombro de todos, lanzó un alarido ensordecedor. Pero no con una sola voz. Los presentes fuimos testigos de que de la boca de doña Tere salían más de diez voces. Sé que es difícil de creer, pero surgían al mismo tiempo. Después del esfuerzo enorme, la señora cayó desmayada. Los parasicólogos seguían orando, mientras los que estábamos en el lugar permanecíamos callados y sorprendidos. La angustia de los familiares se hacía presente cada vez más, les preocupaba mucho lo que estaba pasando con la señora y presenciaban atónitos la terrible escena.

Pasaron unos 20 minutos, la señora volvió en sí y comenzó a llorar. El maestro indicó a los familiares que a doña Tere se le había metido un ser oscuro, pero ya se había ido, y explicó que como acababa de entrar al cuerpo fue relativamente fácil sacarlo. Los familiares corrieron hacia doña Tere para abrazarla y calmarla, y ella se mostró desconcertada por que no recordaba nada de lo sucedido. Los parasicólogos advirtieron a los presentes de que no cruzaran la zona que habían restringido, porque aquello aún no terminaba.

Más tarde, informaron que las almas que estos seres atormentaban habían encontrado la luz y estaban en el plano de existencia que les pertenecía. Al espíritu de la bruja y a los seres de oscuridad los habían confinado al lugar que les correspondía y la puerta que 20 años atrás había sido abierta al fin estaba cerrada y así quedaría mientras no la volvieran a abrir.

Como a la una treinta de la mañana nos retiramos de ese lugar. Una de las cosas que más me agradan de mis radioescuchas es la gran preocupación que manifiestan ante casos como éste; afortunadamente se comportan como si fuéramos una gran familia.

Camino a la emisora me puse en contacto con mi productora Georgina Avilez, quien me informó que había recibido un gran número de correos electrónicos y llamadas telefónicas de gente que manifestaba su preocupación por doña Tere y había unido sus oraciones para que ella dejara de sufrir. Créanme que hacer esto por una persona a la que ni siquiera conocen los llena de bendiciones. Algunas personas también preguntaron si era malo escuchar situaciones como éstas. Ya he explicado al aire en diferentes ocasiones que el único riesgo es que se sugestionen, y por eso siempre les pido que escuchen como algo ajeno a ellas las historias y las transmisiones desde los lugares donde ocurren cosas paranormales.

Lo que transmitimos ocurrió o le está pasando a otras personas en lugares lejanos, y el hecho de escucharlo a través de sus aparatos de radio no representa el menor riesgo. No así para quienes estamos en contacto directo, en persona o por teléfono, con un.hecho o con una persona que esté viviendo alguna situación sobrenatural seria. Y déjenme decirles que en varias ocasiones, escuchando ciertos casos, nos han ocurrido cosas serias en la cabina. Ahora les narraré uno de los casos mas impactantes de La Mano Peluda, que causó hechos sobrenaturales en la cabina.

Juan Ramón Saenz – La Mano Peluda.

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9 comentarios en «Fantasmas en casa (Relato de Terror)»

  1. oies como se iama el video si esq lo pusistes en youtube on en tu pagina web pliss i buen post q hiciste ia me preocupaba x la señora tere al leerlo jeje

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