Mi familia es perseguida por alguien (Parte VI) – FINAL

Antes que nada disculpen la extensión de la publicación, esto nos trae hasta el presente. El 18 de mayo de 2015, Katelyn Lorraine Botic fue secuestrada de nuestra casa en Colorado. Incluso ante la ausencia de actividad de nuestro acosador, jamás bajamos la guardia, aunque mi esposa y yo sentíamos que todo aquello era cosa del pasado. Pensábamos que estábamos a salvo y libres. Evidentemente no podríamos haber estado más equivocados. Mi esposa, yo, la policía y la compañía de seguridad que instaló el sistema de alarma estuvimos de acuerdo en que el hombre, o los hombres, esperaron hasta que desactivé la alarma, y luego irrumpieron por la ventana para secuestrar a Katie. Sabiendo que había sido en parte mi culpa, estaba completamente devastado.

puente tenebroso

En los meses que siguieron se realizaron grandes esfuerzos para dar con Katie. Escuadrones de búsqueda, segmentos en los noticiarios, divulgación de volantes, detectives que incluso se dirigieron más allá de la región central para entrevistarse con los empleados y dueños en Daisy’s Diner sobre aquel primer incidente que parecía tan lejano, pero nada de eso nos llevó a alguna pista. Mi esposa arrojó toda la culpa sobre mí. Se distanció bastante, se negó a dormir en la misma cama y sólo me hablaba cuando era absolutamente necesario. Nuestro hijo se aferró a ella ya que no me encontraba en mi mejor momento. Odio decirlo, pero en aquella época estaba demasiado descompuesto para preocuparme. Lo único que ocupaba mi mente era dar con el paradero de mi hija.

Después de algún tiempo los esfuerzos mermaron. Agotamos todos los recursos que están a disposición de alguien que busca a un niño secuestrado. Me da pena admitirlo, pero puse mi vida en segundo plano. Ahogué mis penas en whisky, como todo un cliché. Cuando llegó la siguiente carta, no era más que una sombra del hombre que alguna vez fui.

Aproximadamente 4 meses después de la desaparición de Katie, recibí una carta, esta vez dirigida a “Papá”. Apenas la vi, me eché a llorar. En mi mente, aquello era una respuesta a la pregunta que me atormentaba desde el día en que mi hija desapareció: ¿mi hija seguía con vida? Abrí el sobre y, como lo supuse, dentro había un dibujo. En aquel papel plegado había escrito un mensaje escalofriante “ahora estoy en casa”.

Este era un dibujo que nunca había visto. Contenía un paisaje. Había una enorme cantidad de árboles, en lo que parecía un campo enorme y en el medio había otro, aunque más pequeño, dibujado por mi hija. Una vez más el acosador se había agregado a sí mismo, nuevamente sosteniendo su mano, y esta vez dibujando un corazón alrededor de los dos. Una rabia pura y auténtica corrió por mis venas mientras sostenía el papel, arrugándolo entre mis puños. Sin embargo, la siguiente parte me hizo dudar. Contenía el esbozo de un granero en una de las esquinas de la página, con una gran “X” sobre él, y el cielo nublado. Aunque no se parecía a sus otros dibujos, juré que mi hija lo había hecho. Verlo en la misma página donde se agregó el hombre me hizo saberlo, los estilos eran muy diferentes como para haber venido de la misma mano.

Entonces aquello me golpeó. Mi hija intentaba decirme donde estaba. O al menos eso fue lo que entendí. Miré dentro del sobre y encontré una carta manuscrita del secuestrador.

 

Hola nuevo papá,

Espero no creas que soy un hombre malo, simplemente me gustan mucho los dibujos y los quiero todos para verlos el día entero. Sólo quería que ella fuera mi amiga y ahora puede vivir conmigo todo el tiempo. Te prometí que no la dañaría pues no hago daño a mis amigos y si lo hiciera no sería un buen amigo. Queremos que nos visites. Si puedes encontrarnos. No quiero decirte el punto exacto pues vendrías aquí inmediatamente antes de tener tiempo para tranquilizarte.

Lo que quiero decir, señor, es que ahora ella vive aquí pero si puedes encontrarnos tienes autorización de visitarnos. Pero debes venir solo. Si traes a alguien más, la despellejaré como a un siervo antes que te acerques.

hombre misterioso sombra negra

Una vez más sin firma. Antes que tuviera oportunidad de ponderar mis opciones, ya había tomado una decisión. La policía no había hecho una maldita cosa para ayudarme desde hacía mucho. Pese a la evidente falta de educación de este sujeto, no volvería a tomarme sus indicaciones a la ligera. Tenía que hacer esto solo, por la seguridad de mi hija. Tomé el arma que guardábamos en casa y me dirigí a la tienda de armas para comprar más municiones y cargadores extras.

Mientras empacaba una maleta después de regresar de la tienda, mi esposa, en una rara muestra de interés, me preguntó qué estaba haciendo. Preferí no decirle nada sobre lo que estaba a punto de hacer; pues lo único que hubiera provocado sería una avalancha de preguntas que no estaba dispuesto a contestar. No es una mujer tonta. Estoy seguro que relacionó las cosas muy pronto, si no es que en ese mismo instante. Le di un beso de despedida a mi hijo en la frente y comencé mi camino hacia el lugar donde todo empezó: Daisy’s​ Diner.

Me detuve en el estacionamiento casi vacío de Daisy’s Diner. Una vez más encontré a la misma camarera que había estado allí las dos veces anteriores. Entré y la mujer me observó con extrañeza, como si me conociera pero no recordara de dónde. No la culpo, había pasado un tiempo desde que estuve allí. Me preguntó si deseaba ordenar algo y le pedí una Pepsi y un par de huevos revueltos. Cuando me trajo la bebida, le dije que necesitaba hablar sobre algo que había sucedido algunos años antes. Se mostró reacia a hablar, pero al final terminó accediendo.

Le recordé aquella noche que nuestro automóvil fue vandalizado algo que, para mi sorpresa, ella recordaba. Prácticamente le rogué que identificara al hombre desconocido que se había ido del lugar. Me dijo que apenas y podía recordar el incidente de forma general, por lo que era imposible que recordara los detalles.

Cuestioné a la mujer con lo que ahora me parece una pregunta bastante vaga. Le pregunté si había graneros en la zona. Para mí infortunio, esa era una zona agrícola. El pequeño pueblo donde se encontraba Daisy’s Diner estaba rodeado por muchas hectáreas de tierra de cultivo. Arrojé una pregunta sin sentido con la esperanza de que esta amable mujer pudiera darme una idea, y la cuestioné sobre cualquier granero en la zona que pudiera tener una “X” sobre el techo. Me miró como si supiera algo, pero terminó negando que conociera el lugar. Sabía que me mentía.

Así inicié una búsqueda salvaje por todas esas tierras de cultivo. Conduje hacia donde me llevó el destino durante horas. Recorrí cada camino polvoriento, cada calle y cada entrada. Empezaba a amanecer cuando finalmente me crucé con algo que creí me podía llevar al lugar indicado. Había un portón con una señal que indicaba “BiloXy Farms” con la “X” mucho más grande que las demás letras. Como no había forma de seguir en el auto, lo estacioné en un pequeño claro en la zona boscosa junto a la puerta que delimitaba el camino de tierra que conducía a Dios sabe dónde y me aventuré a seguir de pie, pistola en mano. Como referencia, estaba a unos 20 minutos en dirección a Daisy’s Diner, en la zona donde me habían hecho un prisionero. Debí haberlo pasado unas 2 veces en la oscuridad, pero fui incapaz de verlo hasta que la luz del día empezó a iluminar aquella tierra desolada.

granero aterrador en el campo

Caminé sobre una brecha de terracería hasta que observé 3 construcciones a la distancia. De inmediato, aunque estaba lejos, pude distinguir una estructura en forma de una “X” enorme, probablemente de madera, sobre el techo. Sabía que había llegado al lugar indicado. Podrían existir 100 granjas con 100 graneros y 100 techos, pero de alguna forma sabía que estaba en el lugar indicado. Llamémoslo “intuición de padre”.

Estaba a unos 500 metros del sitio donde estaba la estructura con la “X”, y cuando me acerqué, observé las otras dos estructuras. Entre más me acercaba, mejor podía ver lo que era. Rodeé el lugar con la esperanza de encontrar un punto ciego desde donde pudiera ingresar sin ser visto. Ingresaría por la parte trasera. Cuando me acerqué lo suficiente como para distinguir con claridad, observé el granero, la misma estructura que soportaba la gran “X”, y lo que parecía un garaje individual. Inmediatamente pensé en el dibujo de Katie. Dado que el dibujo mostraba la imagen del granero, lo más probable es que estuviera retenida en las otras dos estructuras, así que decidí investigar primero allá.

Me aseguré de mantener distancia entre mi posición y el área donde se encontraban las estructuras, delimité un perímetro de aproximadamente 60 metros. Caminé por la maleza alta en uno de los laterales, corrí por una pequeña abertura e ingresé a un sembradío de maíz que me condujo a la parte trasera de las estructuras. Vigilé durante un tiempo y no vi movimiento alguno en los tres edificios. Sin embargo, lo que sí noté fue una camioneta vieja y chocada estacionada cerca del garaje.

Le quité el seguro a la pistola y me aventuré al interior. Me aseguré de hacer el menor ruido posible mientras atravesaba el sembradío de maíz. Lo que me habría tomado unos pocos minutos a paso normal se demoró 20 minutos hasta que llegué a un claro. Me encontraba a 15 metros de la puerta trasera del edificio, que para mi sorpresa estaba abierta. Me quedé allí durante algunos minutos, tratando de averiguar si había alguien en el interior. Me alegro de haberlo hecho, pues al poco tiempo pude ver al hombre que había secuestrado a mi hija.

reino muerte animales

Varios años antes, mientras comíamos en Daisy’s Diner, un hombre ingresó y nos preguntó si era de nosotros el auto Hyundai estacionado afuera, que lo habían asaltado. El hombre que nos dijo fue el mismo que lo hizo. Hurgando en mis recuerdos, recordé vagamente que el hombre llevaba una bolsa con él. Si pudiera apostar, aseguraría que las cosas de mi hija se encontraban en esa bolsa cuando le di las gracias por decirnos lo que había sucedido. Me sentí terriblemente mal. Era una de las únicas personas a las que no consideraba sospechosa. Dada toda esa conmoción, ni siquiera me había grabado la voz del hombre en el cerebro. Si tan sólo hubiera prestado más atención a su voz lo habría reconocido de inmediato. Los ojos se me llenaron de lágrimas, pero me compuse y volví a mis cosas. El hombre salió de la puerta trasera y se dirigió al garaje. Cuando entró, irrumpí en la construcción.

Corrí por el patio trasero y subí los dos escalones directo hasta la casa. Todavía desconocía si había alguien más en el interior, pero no me importaba. Era un ciego con determinación. Pensando rápidamente, corrí hacia una puerta que esperaba me conduciría a un sótano. Se me vino a la cabeza que la habitación donde se filmó el video era un sótano. Cerré la puerta detrás de mí y me dirigí por una escalera oscura, la madera crujía con fuerza a cada paso que daba. Llegué hasta el sótano y encendí la linterna de mi teléfono para orientarme. Me encontré con un grupo de animales muertos alineados en el suelo en una especie de patrón que no me importaba averiguar. Entonces la luz brilló en las paredes. Más o menos cada 30 centímetros había dibujos de mi hija colgados sobre la superficie. Aquella extraña sensación en el estómago volvió a apoderarse de mí, pero no me quedó duda de que estaba en el lugar correcto.

Caminé entre perros, conejos, gatos y animales pequeños como gerbos y hámsters (en ese lugar debía haber unos 100 animales muertos, olía a muerte absoluta) hasta otra zona. Seguramente allí se filmó el video, la bufanda colgaba de la pared y caía hasta el suelo, todavía salpicada con manchas de sangre. Ahora que sabía estaba en el sitio indicado, decidí recorrer cada centímetro de este infierno hasta encontrar a Katie. Entonces escuché cuando la puerta se abrió escaleras arriba.

Me quedé en silencio mientras escuchaba el piso crujiendo sobre mi cabeza, haciendo hasta lo imposible para no vomitar por aquel olor a podrido que me envolvía. El descenso por las escaleras se detuvo durante un instante, después reanudó dándose la vuelta y saliendo de casa una vez más. Revisé el resto del sótano, pero evidentemente no se encontraba allí. Rápidamente volví al primer nivel y me adentré en la cocina. Caminé por entre montañas de basura en la sala, resultado de un viejo hábito de acaparamiento. La basura cubría todo el piso. Lo que alguna vez había sido un sofá ahora era el hogar de envases desechables llenos de gusanos, refrescos vacíos y latas de cerveza. A la izquierda había una escalera que conducía a una segunda planta, donde vi algo muy perturbador.

retratos familia mosntruos

Había cuadros cubriendo el ascenso por las escaleras, y en estos cuadros fotografías de personas que me resultaban familiares. La camarera de Daisy’s Diner tomándose de las manos con el sujeto que dirigía el motel. A su lado estaba el sujeto que tenía a mi hija, y junto a él estaban dos de los policías que me habían ayudado cuando tuve problemas en la ciudad. Finalmente, una fotografía del hombre que me había dado el aventón a Daisy’s Diner después que me secuestraron. Todos lo sabían. Todo mundo en ese pueblo sabía lo que estaba pasando y eran cómplices. Cuando terminara con esto, llamaría al FBI y destaparía la cloaca que era ese lugar. Me encontré divagando pero recuperé la concentración y subí por las escaleras.

Todo lo que encontré allí fueron cerros de basura alineados en los laterales del pasillo. Había dos habitaciones en el lado izquierdo, y una a la derecha al final del corredor. Al final de las escaleras se encontraba un baño que rivalizaba con la peor alcantarilla del mundo. Excremento y orines cubrían el piso en torno al sanitario, toallas mojadas y ropa cubrían el resto. Caminé por el pasillo y me metí a la primera habitación a la izquierda, donde no había nada más que basura. En la segunda habitación se encontraba un viejo y solitario colchón. Estaba muy desgastado y manchado con sólo Dios sabe qué. La habitación de la derecha no tenía nada de importancia, pero cuando me encontraba en ella escuché que la puerta se volvió a cerrar. Me escondí tras la puerta de esta habitación. Escuché los pasos subiendo por los peldaños directamente hacia mí. Lo primero que se me ocurrió fue salir por la ventana, y así lo hice. Tan pronto como pude escapé y cerré la ventana detrás de mí. Me mantuve allí durante algunos minutos y después vi cuando el hombre regresaba al garaje. Tenía la sensación de que allí tenía a mi hija. Me arrastré por el tejado y bajé por un enrejado hasta el suelo. Corrí hasta el garaje y eché un vistazo en el interior a través de una ventana trasera. Había sido acondicionado como un estudio de arte. El hombre estaba sentado frente a un escritorio, dibujando.

Mientras lo observaba, se detuvo. Sin apartar la mirada del papel que había dejado sobre la mesa, se inclinó sobre su lado izquierdo y tomó una máscara para ponérsela. Era una máscara de plástico que tenía dibujos hechos a mano por todas partes. De repente, giró su cabeza y me miró directamente. Lo único que escuché después fue una voz fuerte y estridente que decía “PAPITO”. Y el hombre se levantó para correr por la puerta principal del garaje. Corrí tras él y lo observé yendo a toda prisa hacia el granero. Corrí tan rápido como pude y disparé dos rondas, fallando en ambas ocasiones.

el valle del a muerte

Entró al granero y rápidamente lo seguí. La única iluminación interior en este lugar era la luz del Sol que entraba a través de los agujeros en el techo. Era un área abierta, con un pequeño vestíbulo en la esquina más retirada y una escalera que conducía a un desván sin armarios con tableros de madera contrachapada clavados en sitios aleatorios. El suelo se encontraba tapizado por una fina capa de heno y varias manchas de aceite. En la parte trasera había algunos fardos de heno.

La voz infantil del hombre hizo eco en las paredes del granero. “¿Ves eso Katie? Finalmente vino a visitarnos. Creo que quiere ver los nuevos dibujos que has hecho aquí”.

“¿Dónde está?”, grité.

“Está cerca”, dijo antes de empezar a reír incontrolablemente.

Esperaba que el sujeto estuviera en las vigas, así que corrí del área abierta del granero hacía una zona bloqueada en la esquina. En el último instante, a través de mi visión periférica, pude verlo. Me atacó desde el lado izquierdo. Debió haberse escondido tras un fardo de heno. Lo que sucedió después no fue una pelea extensa. No perdí el arma en la pelea que siguió. Si eso esperabas, lo siento. La vida real no sucede como en las películas.

manos aterradoras vampiro

Me arrojó al suelo, peleé con él durante aproximadamente segundo y medio y cuando se puso sobre mí llevé el cañón del arma a su garganta y jalé el gatillo, abriéndole un agujero entre la espalda y cuello. Aquello dispersó abundante sangre en el aire que después llovió sobre mí.

Se esforzó por respirar instantes antes de caer sin vida sobre mí. Me lo quité de encima y corrí hacia el vestíbulo de la esquina. Estaba asegurado con un enorme candado. Una bala lo sacó enseguida. Abrí la puerta y estaba vacío. El corazón volvió a hundirse en mi estómago. Ingresé a ese lugar completamente frustrado, pero al instante sentí un piso hueco. Removí el heno y vi una trampilla. La abrí para encontrar a mi hija inconsciente en el interior, atada de manos y pies, con un calcetín en la boca y cinta alrededor de su cabeza.

Con lágrimas en los ojos, la tomé y la liberé de sus ataduras. La llevé afuera y empecé a llamar al 911, apenas recordando que la policía conocía al hombre y probablemente eran sus amigos o familiares. Mi hija recuperó la conciencia. Sollozaba de forma incontrolable mientras la sostenía entre mis brazos. Recorrimos el camino de regreso al auto y nos fuimos. Llegamos a la siguiente ciudad donde contacté a la policía. Les dije lo que había sucedido y se lo tomaron muy enserio. Investigadores federales fueron requeridos de inmediato, y llegaron poco después. Los llevé hasta la granja BiloXy, donde acordonaron todo como la escena del crimen.

En lo que creí era el final de mi pesadilla, arrestaron a la camarera de Daisy’s Diner y al hombre que dirigía el motel. Resulta que eran esposos, y el hombre que secuestró a mi hija era su hijo. Unos meses más tarde, después que el encargado del motel se convirtiera en un testigo del estado contra su esposa, supe que madre e hijo habían tenido un hijo, la pequeña del video. Los policías fotografiados con estas personas también fueron investigados y enviados a prisión por diversos crímenes relacionados con la familia. Supuestamente, esta era la primera ocasión en que algo de esta magnitud era perpetrado por la familia, pero eran sospechosos de numerosos robos y ataques en el motel que la policía local dejó pasar, enturbiando las investigaciones a propósito. La única cosa que no se encontró en la escena del crimen fue el portafolio de mi hija.

La única información que Katie pudo proporcionar sobre su captor fue que siempre llevaba una máscara diferente. Cuando le preguntaron si la habían secuestrado múltiples personas, ella dijo que sólo había sido uno (creo que sólo veía uno a la vez). Aparentemente la obligó a sentarse en el garaje, que había decorado como un estudio de arte, para que dibujara día tras día. Y nada más. Afortunadamente no encontraron evidencia de abuso sexual o físico. Cuando el hombre, cuyo nombre supe era “Atol”, se dio cuenta que estaba en el área, fue al garaje, la llevó al granero, la ató, la golpeó y la puso bajo el suelo del vestíbulo.

Además, la zona bajo la trampilla era un túnel, algo que no noté cuando saqué a Katie de ese lugar. Estos túneles recorrían la totalidad de la granja BiloXy, e iban mucho más allá. Se conectaban con el punto a donde me habían llevado después de dejarme inconsciente en Daisy’s, además de muchas otras áreas por la ciudad. Sin embargo, el túnel se había derrumbado detrás de las televisiones que estaban en el sitio a donde me llevaron.

Regresé a casa con Katie para reencontrarme con mi esposa e hijo. Nuestra familia finalmente volvía a estar reunida, y las personas que nos habían aterrorizado estaban muertas o en prisión. Todo fue bien, tranquilo y sin incidentes durante más de un año. Nuestra familia regresó a la normalidad. Logramos que Katie se aclimatara nuevamente a una vida normal, y le conseguimos la ayuda profesional que necesitaba para superar el trauma, todo iba bastante bien hasta la semana pasada, cuando un sobre sin remitente se apareció en la cocina después que llegamos a casa tras un paseo por el museo.

stalker creepy

En el interior había un dibujo que mi hija había realizado. Se trataba de un hombre que portaba una máscara con todo tipo de diseños. Podría decir que la alteración a éste era un cuchillo en la mano del hombre, dibujado grotescamente con un lápiz de carbón. Sobre la imagen, escrito con letras borrosas “AHORA REALMENTE ME HAZ HECHO ENOJAR”.

 

Un relato original de Nickbotic, traducido y adaptado para Marcianosmx.com

Parte I

Parte II

Parte III

Parte IV

Parte V

Parte VI

Quizá te interesa:

12 comentarios en «Mi familia es perseguida por alguien (Parte VI) – FINAL»

  1. Bastante bueno, a la final fué una historia tipo slasher pero el final Hery… Deja con ganas de más, un final demasiado abierto. La idea de que alguno de los miembros de la familia de el asesino haya escapado, o que la nena se sugestionó demasiado y ahora ella a adoptado esa personalidad. Nosé, no encaja. Fué muy bueno hasta cuando el protagonista llegó a la granja y las porquerías que halló y la pelea y todo. Si me uno a los demás comentaristas, traduce la parte 7 Hery por favor.

    Responder
  2. Lo que tiene de extensa, lo tiene de aburrida.

    Muy recargada y finalmente no lleva a nada. ese final “abierto” sacó un pfff…

    Acá se leen con frecuencia cosas bastante mejores.

    Gracias de todas maneras.

    Responder

Deja un comentario