El Salón de Ámbar, un tesoro perdido de la Segunda Guerra Mundial

Existe una lista enorme de los tesoros que resultaron del saqueo durante los asaltos de la Segunda Guerra Mundial que aun continúan perdidos. Entre ellos, uno de los más valiosos es la Sala de Ámbar.

Salón de Ámbar
El Salón de Ámbar, un tesoro perdido de la Segunda Guerra Mundial

En 1941, las fuerzas de la Alemania nazi invadieron Leningrado, ahora San Petersburgo. Uno de los palacios de la ciudad albergaba, en ese momento, un gran tesoro de la cultura rusa, que formaba parte de la lista de obras destinadas a Hitler: la Sala de Ámbar.

El salón fue construido desde 1701 hasta 1709 por artesanos alemanes y rusos; miles de piezas de ámbar se utilizaron para crear paneles de revestimiento, también decorados con pan de oro y espejos. En 1716, el rey de Prusia Federico Guillermo I le ofreció los paneles a Pedro el Grande, emperador de Rusia. La sala se amplió para llegar a tener un total de 6 toneladas de ámbar, que en el momento costaban 12 veces más que el oro.

Durante la invasión alemana, los rusos cubrieron las placas con papel pintado, pero eso no impidió que fueron desmanteladas y llevado al palacio de Königsberg (hoy Kaliningrado), donde desaparecieron en el caos del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Hasta la fecha, y a pesar de varias falsas alarmas, el paradero de este tesoro, que es a veces considerado la octava maravilla del mundo, es desconocido: es posible que haya sido destruido u ocultado en algunos de los túneles y cuevas utilizadas por los nazis para salvar tesoros artísticos saqueados. En 1979, el gobierno ruso comenzó la reconstrucción de la Sala de Ámbar, a partir de fotografías antiguas. La nueva sala se inauguró en 2003, en el 300 aniversario de la ciudad de San Petersburgo.

Aunque la leyenda cuenta que el rey de Prusia conservó, junto con el Salón, una reliquia sagrada: Un globo de oro, que emite una luz dorada, sin haber sido conectado a ninguna fuente de energía (ver Las lámparas perpetuas) . Esta reliquia, de acuerdo a los escritos del rey, era capaz de identificar una amenaza para sus dueños: la luz del globo cambiaba de color, de amarillo a rojo, dependiendo del nivel de amenaza a su dueño. Dicen que días antes del ataque nazi, esta brillaba con un rojo carmesí. Tal vez esa es una de las razones por las que Hitler quería tanto el Salón de Ámbar, ya que se ha sabido, era un ocultista de marca.

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