El día que la humanidad conoció a Dios

Yo estuve ahí. Lo vi con mis propios ojos. Vino del cielo acompañado por un ejército de soldados. Benefactores de tiempos inmemorables. Ángeles hermosos. Portadores celestiales del Evangelio. Vi cuando las nubes se abrieron y una columna de luz dorada bajó desde el cielo. Brillaba con tanta intensidad y elegancia que no tenía dudas: era obra de Dios.

El día que la humanidad conoció a Dios(1)

Él apareció poco después que la luz penetrara las nubes, ataviado con una túnica inmaculadamente blanca. Descendiendo del cielo con una cadencia que solo puede atribuirse al Señor. Parecía que esperaba esta recepción abierta del mundo entero. Quería sentir su presencia. Recuerdo a las personas hincándose en el medio de la calle. Para los creyentes, la principal profecía contenida en el libro de El Apocalipsis se estaba cumpliendo. Dios estaba de vuelta.

A primera vista parecía mucho más humano de lo que suponía. Les juro que, en ese momento, parecía un simple mortal al que cualquiera podía dañar. Seguramente te parecerá irónico y absurdo que un ser omnipresente y todopoderoso luzca como cualquier otro humano que puede resultar herido. Al principio, no lo entendía. Mi cerebro no comprendía por qué un ser tan grandioso se molestaba en visitarnos.

Imaginé que, después de todo, la humanidad resultaba lo suficientemente importante como para dedicarle tiempo. Recuerdo pensar sobre la forma tan grandiosa en la que cambiaría el mundo, y como la ciencia ya no podría negar la existencia de Dios. Cada ser humano sobre la Tierra estaba consciente de la importancia de este evento. Hoy conocimos a Dios.

Ni siquiera terminaba de despejar todas las emociones cuando vi a los seres oscuros brotando entre la luz dorada. Era una auténtica lluvia de seres horripilantes sin intenciones de detenerse. No pude hacer otra cosa que callar y observar mientras se daban un festín con los ángeles. En ese instante asimilé que experimentaba mis últimos momentos de vida. Los últimos susurros de mi boca.

el dia del juicio final

Por increíble que parezca, la muerte inminente dejó de preocuparme. Tampoco importaban los demonios y todos sus secuaces arrasándolo todo a su pasó. Lo que realmente me preocupaba hasta lo más profundo del alma era su rostro. Cuando lo vi, supe que no quedaba esperanza. Atestigüé la impotencia del mismísimo Dios. Lo supe en el instante que lo miré a los ojos.

Ahora, en esa mirada resultaba evidente que no nos visitaba, simplemente huía. El día que la humanidad conoció a Dios no hubo oportunidad de celebrar y disfrutar la gran revelación. Porque el día que la humanidad conoció a Dios, él mismo estaba aterrado.

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5 comentarios en «El día que la humanidad conoció a Dios»

  1. Pues no sé a quién habrá visto, pero algo quedó muy claro, ese no era Dios, ya que el personaje que describe no tiene ninguna de sus características. No es omnipotente, omnisciente y mucho menos omnipresente.
    Lo que describe se asemeja más a un ángel.

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    • La idea era mostrar vulnerabilidad e impotencia para transmitir desesperanza, y si, la Omnipotencia principalmente se contradice con la idea del texto pero… No sería una historia interesante si simplemente se quitará a sus perseguidores, caso contrario, me imaginaba la típica historia donde es malvado o simplemente está más aya del bien y el mal que simplemente atrasaría con todo como si cosechará o hiciera limpieza, como quien baja a un sótano.

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