Einstein sospechaba de la sensibilidad magnética en animales

La sensibilidad magnética está presente en algunos seres vivos. También llamada magnetorrecepción, es la habilidad para detectar la dirección y sentido del campo magnético terrestre. En aquellas especies migratorias resulta extremadamente útil, pues les permite ubicar su posición en sentido y latitud. En una carta que Albert Einstein escribió al ingeniero Glyn Davys, el físico alemán menciona que la percepción de los animales podría ayudarnos a revelar algo sobre el mundo físico.

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La carta de Einstein.

Con fecha del 18 de octubre de 1949, Einstein respondió: “es probable que la investigación sobre el comportamiento de aves migratorias y palomas mensajeras algún día nos lleve a comprender algún proceso físico desconocido”. Eventualmente, la ciencia descubriría que las aves migratorias se guían por el campo magnético de la Tierra.

Estos animales desarrollaron fotorreceptores sensibles a variaciones minúsculas en dicho campo. Gracias a esto pueden volar miles de kilómetros sin perderse. Y sistemas similares se han encontrado en tortugas marinas, abejas e incluso perros. El detalle es que todo esto era completamente desconocido para la fecha que escribió la carta.

Lo más parecido era la investigación del zoólogo Donald Griffin, que detalló la ecolocalización de los murciélagos en la época. Las primeras investigaciones sobre magnetorrecepción en aves no aparecieron sino hasta la década de 1970. A siete décadas de que Einstein escribiera aquella carta, los expertos aún desconocen varios detalles en el funcionamiento del mecanismo biológico. De hecho, frecuentemente se publican nuevos hallazgos sobre el tema.

Gracias a un análisis conducido por investigadores del Instituto Real de Tecnología de Melbourne, en Australia, se conoció la existencia del documento. La carta llegó a sus manos en 2019, cuando la esposa de Glyn Davys localizó la correspondencia dirigida a su finado esposo.

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“Estoy muy familiarizado con las admirables investigaciones del Sr. v. Frisch. Sin embargo, no veo forma de emplear esos resultados en la investigación sobre los fundamentos de la física. Esto sólo sería posible en caso de que un nuevo tipo de percepción sensorial, correspondiente a sus estímulos, se descubriera a través del comportamiento de las abejas. Es plausible que la investigación sobre el comportamiento de las aves migratorias y las palomas mensajeras algún día nos conduzca a la comprensión de algún proceso físico aún desconocido”.

Genio multifacético.

Aunque se desconoce el destino que tuvo la carta escrita por Davys al genio alemán, es fácil deducir el contexto. El “Frisch” que  Einstein refiere en el escrito no es otro que Karl von Frisch, un etólogo austríaco que recibió el Premio Nobel de fisiología en 1973. Destacó por su trabajo sobre el comportamiento de las abejas.

Esencialmente, descubrió que estos insectos se orientan a través de un patrón característico de polarización que producen los rayos solares al penetrar la atmósfera. No sólo les ayuda a localizar las flores, también explica la “danza” con que las abejas señalan la ubicación del néctar.

Seis meses antes de escribir la correspondencia, Einstein asistió a una ponencia de von Frisch. En esa oportunidad tuvieron una plática privada, pero jamás se supo el tema de conversación. Tras el hallazgo de esta carta, algunos especulan que probablemente discutieron sobre las habilidades sensoriales de las abejas.

Es importante aclarar que no todos los animales poseen la misma clase de magnetorrecepción. Por ejemplo, hay evidencia sólida de que las abejas perciben el campo magnético a través del abdomen. Cuando hablamos de aves, es más probable que lo hagan a través de los criptocromos, una clase de fotorreceptores presentes en los ojos.

Sí, los humanos también poseemos criptocromos. Y en la última década algunas investigaciones sugieren que también contamos con algún tipo de sensibilidad al campo magnético de la Tierra. Eso sí, tan reducida que resulta imperceptible. Sin embargo, es una hipótesis que debe verificarse mediante mayor evidencia.

Quizá sólo fue una casualidad que Einstein predijera hallazgos que no sucederían en varias décadas. Sin embargo, es admirable que, aunque se especializaba en física, jamás dejó de actualizarse sobre otras áreas del conocimiento.

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